¿La historia lo absolverá?

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Cuban leader Fidel Castro appears at the end of the opening session of the Barbados Caribbean Summit, in Bridgetown, Barbados, Thursday, Dec. 8, 2005. Leaders of Caribbean nations met for the summit Thursday on health care cooperation and cultural exchanges, but the real focus was on Cuba and its thorny relationship with the United States. (AP Photo/Brennan Linsley) **EFE OUT**

Los cubanos en la calle lo conocen como “El caballo”, lo ven con atributos de autoridad y siempre, casi siempre se toman la barbilla con la mano para referirse a él. No lo llaman “presidente” o “señor presidente”. Simplemente Fidel. Tiene detractores en todo el mundo, especialmente en Miami, a 90 millas de Cuba, donde por casi 50 años detentó el poder absoluto, isla con poco más de 11 millones de habitantes.
A reserva de si están de acuerdo o discrepan de él, la figura de Fidel Castro entre los cubanos está revestida de historia, junto a otro de los personajes clave de la revolución cubana: Ernesto “Che” Guevara.
Lo han descrito innumerables autores que lo han entrevistado o se convirtieron en sus biógrafos. Es amante de temas como la educación, la salud pública, el deporte y la cultura como los medios para la formación de buenos ciudadanos. Es conocida su afición por el beisbol, deporte nacional por excelencia y por el basquetbol, que practicó durante sus años de estudiante, en la década de los cincuenta.
Este líder histórico de uno de los movimientos armados de la segunda mitad del siglo pasado, que conmocionó a todo el continente americano, en contra y a favor, y que repercutió en la desaparecida Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), se caracteriza por su insaciable curiosidad intelectual.
Por muchos es considerado un “eterno estudiante”, que le interesan lo mismo temas médicos (epidemiología o genética), que la economía de las naciones más poderosas del mundo, los avances tecnológicos y la modernización como herramientas para producir bienestar social.
Este personaje evoca y promueve siempre a uno de los poetas y políticos más conocidos de su país: José Martí.
Durante la Primera Cumbre Iberoamericana, don Gabriel Covarrubias Ibarra, entonces presidente municipal de Guadalajara (1991), por encargo de Carlos Salinas de Gortari, atendió personalmente al comandante Fidel Castro. Recuerda las interminables conversaciones que sostuvo con él en el Palacio de la Revolución en La Habana, cuando le hizo la invitación oficial para que asistiera a nuestra ciudad, pláticas que se prolongaron en algunas ocasiones hasta el amanecer.
“Un hombre preparado, culto, muy culto y con una extraordinaria conversación, que te lleva de un tema a otro sin que te des cuenta. Habla de política, economía, salud, deportes y de todo lo que te puedas imaginar. Me dejó muy impresionado”.
Es una de las pocas figuras latinoamericanas que brillan con luz propia en cualquier foro internacional donde se presente, lo mismo en la Organización de las Naciones Unidas, que en Europa o foros internacionales, a pesar de la expulsión de Cuba de la Organización de los Estados Americanos, en 1962.
Más allá de los discursos a favor o en contra, Fidel Castro es el personaje venerado por un gran sector de la población en su país y por los tradicionales grupos de izquierda en América latina, Europa y otras partes del mundo. También es defenestrado por muchos de sus paisanos que viven en el extranjero y que por motivos políticos o económicos abandonaron la isla.
Dice el escritor cubano Rafael Hernández, que como legado para el sur, el fidelismo no consistirá en otro nacionalismo más, identificado con la sola defensa de los intereses de un país, sino con un modo distinto de actuar dentro de un sistema internacional dominado por los grandes. No se reduce a la persona y al tiempo histórico de Fidel Castro. Este legado se basa en la construcción de una cultura política, una estrategia de desarrollo y una proyección internacional.

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