La cueva de la inspiración

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Cuando a Carlos Pez lo invitaron a hacer un trabajo en el Museo de las Artes, donde realizara un taller con diferentes artistas y el resultado de ello se convirtiera en una exposición, él estaba fuera del país. “Tenía un papel de mantel, que lo usaba para comer y tenía la marca del plato. Allí escribí: ‘A partir de hoy mi concentración va al MUSA: Haz tierra’, ese tuvo que haber estado entre los cuadernos de viaje, pero se perdió en el trajín…”.

Haz tierra es vivir dentro de la civilización global. Es un recorrido por diversas temáticas que nos atañen en la actualidad, como la migración, vista como paisaje y tiempo, partida y retorno, hogar y ciudad. Y, sobre todo, como una especie de flash-back a las razones originales de la plástica, pues el artista Carlos Pez, quien hizo del MUSA un taller, dice: “Es como mi cueva, mi cueva con pinturas rupestres”.

La exposición que se abrió al público el pasado viernes 9 de octubre, se divide en dos áreas: una en la planta baja que es conocida como “La sala de talleres”, donde Pez trabajó el dibujo, la prensa litográfica, todo inspirado en el trabajo de Kong Vollak, artista de Camboya que ha realizado este mismo taller en diversas partes del mundo: “Acá vinieron artistas, pero también vinieron personas jubiladas, llegó un chavito de catorce años, estuvo muy interesante —comenta Carlos Pez—, el taller duró como siete semanas, pero es una cuestión no de enseñarle a nadie, sino de que ellos se enfrenten a los sucesos artísticos, como la desnudez”.

La otra área se encuentra en la planta alta y es una exposición de gran formato, con telas que son mapas y representan pieles de ese viaje al origen. Pez agrega: “Haz tierra tiene dos lecturas: el Haz tierra es como cuando estás borracho y te acuestas y la cama te da vueltas y pones el pie, es un poco eso ante la vida, la situación de nuestro país y de cierta forma es una invitación a que la gente rodee su vida cotidiana con arte, y también de cierta forma es un aliento a los chavos a que busquen otras salidas: en lugar de ser sicarios, métanse a dibujar”.

La exposición está llena de trampas, con saturación de conceptos. Es el resultado de un trabajo que comenzó el 25 de agosto y que primordialmente retrata paisajes. Hay elementos en su composición que, según Pez, son rescates, hablan de la misma migración, uno de los temas centrales, “por ejemplo, mira, éstas plantas las rescaté de la remodelación que hicieron aquí enfrente, son como barcazas. Sirven de puertas, pero también es una extensión de la obra de Vollak. Él hizo ese de fondo —un mural de grafito que muestra un templo oriental, montañas en formas de picos, cual si fuera una pequeña porción de la visión de Oriente, y figuras femeninas dispuestas en el aire de la imagen— esta es una narración de sus templos y la naturaleza, y cómo compite el hombre con la naturaleza para ser más alto y más grandioso”.

La conexión del trabajo de Vollak se hace con las siluetas de telas que quedaron selladas en la pared contigua, la que retrata a la civilización plagada de redes, señales, materialización… Pez lo compara con un Apocalipsis: “Es la desolación”, dice.

La sala siete de la planta alta del MUSA expone las telas que se usaron para marcar las imágenes que quedaron abajo. Cuando Carlos Pez ingresa, platica que lo que buscaba hacer era mostrar un gran formato, pero también demostrarle al espectador una serie de mapas, con toda esa información que, a pesar de estar plana, su propia disposición propicia movimiento.

“Lo que quiero hacer es un gran formato, quiero hacer un escenario, no nada más un cuadro, sino un conjunto, como un equipo, aquí hay varios frentes que te están dando información desde todos los sentidos. En mi imaginario son mapas, son puertos, de un punto a otro llegan, son trayectorias, fronteras, mapas secretos, debajo de todo eso está un secreto y te estoy engañando para que no llegues a él…”

El recorrido concluye con lo que Pez lo inició: los cuadernos de viaje que el artista realizó durante su reciente residencia artística: “A partir de que me invitan, yo estaba fuera del país y para comenzar y trabajar sin estar en el MUSA me puse a investigar y a hacer mi propuesta a través de mis cuadernos de viaje, y de cierta forma hay similitudes, una cosa de aquí tiene reflejo de una piel (tela) de allá y a la vez lo que vi en mi viaje está ahora en Guadalajara, en la ciudad”.

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