Judíos en Buenos Aires

1658

Mi abuela Fanny vivía a cinco cuadras de mi casa. Cuando yo era pequeña poco entendía a que se refería porque sólo hablaba idish y con mi padre, su hijo. Ella y su marido Aarón eran judíos ucranianos; mi abuela materna María también, y mi abuelo materno Samuel era judío lituano. Los paternos fueron colonos judíos de la provincia de Entre Ríos y,  por parte de mamá, al bajar del barco se quedaron en la ciudad de Buenos Aires. Mi hermana mayor, mis primos y yo todos los viernes espiábamos el ritual del Shabat que realizaba al lado de su samovar cubierto por un tul, a la luz de las velas. Eran nuestras raigambres, era el misterio, era nuestra sangre y los sueños que ellos habían soñado. Era la magia de lo heredado. Ella nos ofrecía sus comidas típicas en pequeñas bandejas de vidrio. Esos aromas, me pregunto, cómo podrían estar ausentes en mi escritura. En algunas de mis narraciones los personajes cuentan cómo se realiza la alquimia de los sabores judaicos.

Todo esto claramente en el contexto de ese gran Cambio de Lugar, como titulé mi última novela, que fueron las grandes migraciones de la historia, esos desplazamientos humanos de los que formó parte la gran diáspora del pueblo judío. Llevando una patria interior, y aceptando nuevas tierras y sus costumbres, como la patria en la cual vivir y cumplir sus destinos. La población judía en Argentina es la más grande de América Latina. Por ello, vamos a realizar un breve recorrido histórico para explicar su llegada y asentamiento.

Durante la época colonial estuvo prohibida la permanencia de personas de fe judía; además, aquellos católicos sospechosos de ser judaizantes eran perseguidos por la Inquisición, como se detalla en la historia del médico Francisco Maldonado da Silva, quemado vivo por dicho tribunal en Lima. A pesar de eso, muchos de los comerciantes portugueses en el Virreinato del Río de la Plata eran judíos sefardíes, pero como comunidad organizada no surgió sino hasta después de que Argentina se independizara de España. Cerca del año 1810, judíos de Francia y otras partes de Europa occidental comenzaron a instalarse en Argentina. En las Provincias Unidas del Río de la Plata, en la Asamblea General Constituyente realizada el día 24 de marzo de 1813, se declara la extinción de la Inquisición. Ello no significó que los judíos podían vivir libremente en lo que sería la actual Argentina. Pasaron muchos años para que empezaran a llegar judíos y se asentaran libremente. En 1846 una corriente de judíos llega al país desde Alemania, cuyo número se desconoce. Antes de 1855 los judíos emigraron de Europa Occidental y se asentaron en Buenos Aires. En 1853 comienza la existencia del judaísmo argentino como comunidad. Esta inmigración continuó hasta mediados del siglo XIX.

A mediados de siglo los judíos que vivían en Argentina no superaban los 100. En 1862, ante la proximidad de Pesaj, ese reducido grupo pensó en reunirse en una entidad comunitaria. Diez hombres se reunieron para orar y así nació la Congregación Israelita de Buenos Aires, más adelante llamada Congregación Israelita de la República Argentina. Su primer presidente fue Segismundo Aguerbag. En 1876 el gobierno argentino autorizó el ejercicio del Ministerio del Rabinato Judío, promoviendo el impulso de la inmigración judía desde el imperio ruso. En 1888 ocho familias de agricultores judíos inmigraron y fundaron Moisesville, en la Pcia. de Santa Fe. Luego 50 familias fundaron la desaparecida Colonia de Aronsville.

Para fines del siglo XIX y primeras décadas del siglo XX, muchos judíos Askenazí llegaron al país desde Europa Oriental, huyendo de persecuciones y pogromos. Los inmigrantes judíos al llegar a Argentina trabajaron como agrónomos y viñateros en Mendoza, y como ingenieros en Tierra del Fuego, durante los años 1883 a 1886. Otros desempeñaron cargos obreros, estancieros e industriales.

Entre los años 1885 a 1889 un total de 2 mil 385 judíos llegaron al país, a bordo del barco Weser, a causa de la intensificación de las amenazas de expulsión de los judíos de las zonas rusas, y de los cuales se sabe que 2 mil 260 permanecieron en el país. En 1888 se publicó en Buenos Aires el primer periódico escrito con caracteres hebraicos, con el nombre de El Fonógrafo Hebraico, dirigido por Fabián S. Halevy.

En 1889 llegan de Alemania unos 1 mil 200 inmigrantes, una vez más a bordo del Weser y el Bremer. En general provenían de la región de Podolia en Ucrania. Respetaban estrictamente la religión y así como la vestimenta y el uso de barba. Pero en 1889 se produce un giro decisivo para la inmigración, ya que se producen cambios en el gobierno y en la política de inmigración y colonización.

Un año más tarde, en 1890, Argentina lanza su plan de inmigración, el cual consiste en pagar los pasajes, lo que trae como consecuencia que desde 1891 hasta 1896 llegaran a Argentina unos 20 mil 121 judíos provenientes de Rusia y Rumania, instalándose, en su gran mayoría en Buenos Aires, Entre Ríos y Santa Fe. En 1891, el vapor Pampa rentado por el Barón Hirsch, trajo 817 inmigrantes judíos desde Ucrania, Polonia, Lituania y Besarabia. Esta inmigración dio origen a las colonias de Carlos Casares y Entre Ríos. Desde 1894 existen en Buenos Aires mueblerías de propiedad judía y aparecieron las primeras roperías judías.

Si bien muchos de esos inmigrantes se establecieron en las principales ciudades, muchos otros adquirieron tierras a través de la Jewish Colonization Association para establecer pequeñas colonias agrícolas “comunas” en el interior del país, especialmente en las provincias de Santa Fe y Entre Ríos. En cada colonia la explotación agrícola se adaptó a las condiciones especiales de la zona donde se encontraba, la explotación era mixta, basada en la agricultura, la cría de ganado con sus derivados, apicultura, horticultura, etc. Estas colonias rurales judías son conocidas culturalmente bajo el nombre de Los Gauchos Judíos, a raíz de un libro con ese título de Alberto Gerchunoff.

El 27 de septiembre de 1897 se colocó la piedra fundamental de la actual Sinagoga de la Congregación Israelita Argentina, en Libertad 785, frente a la Plaza Lavalle, ceremonia a la que asistió el Intendente Municipal, Francisco Alcobendas.

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