James Watson la verdad como teoría

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James Watson no quiso generar polémica en Guadalajara. Se refirió a los mexicanos, pero sólo a sus trastornos alimenticios. “Acabo de leer que el 71 por ciento de las personas en este país tienen sobrepeso. Quizá pudiéramos encontrar una pastillita o una pildorita que fuera barata y quitara ese problema. Esto no es un sueño imposible. Los siguientes 25 años serán muy fructificadores. Es importante que el mexicano piense que muchos de estos avances pueden llevarse a cabo en esta nación”.
Al ser humano le gusta comer. Uno de los puntos más importantes y objetivos de la ciencia es desarrollar medicamentos que impidan aumentar de peso. No hay ninguna razón –dijo– por la cual México no pueda ser un centro importante de desarrollo científico. Antes debe tomarse en cuenta el fondo el papel que deben asumir las universidades.
Sobre trastornos como la anorexia u obesidad, señaló que hay algunas personas más predispuestas que otras. “Si pudiéramos ver el genoma de mil anoréxicos, tal vez encontraríamos una buena razón”.
El padre del ADN impartió una conferencia dentro del marco del X Congreso Avances en medicina 2008. Alto, vestido de oscuro y zapatos café claros, luce más joven. Es difícil pensar que tiene 79 años. El científico que descubrió la estructura de doble hélice del ADN y uno de los ganadores del premio Nobel de medicina en 1962, captó con su carisma y natural simpatía la atención de alrededor de 500 personas reunidas en un salón de Expo Guadalajara.

Tras el ADN
James Watson trabajó junto al biofísico británico Francis Crick, en el laboratorio Cavendish, de la Universidad de Cambridge, en la Gran Bretaña, de 1951 hasta 1953. “Los dos íbamos a almorzar seis veces por semana a una cantinita. Dicen que siempre andábamos bebiendo, pero no es cierto. Cuando mucho tomábamos media pinta de cerveza. También las malas lenguas cuentan que Crick tomaba medicamentos psicoactivos, pero en aquel tiempo no había LSD. Otros afirman que los dos siempre andábamos volando. En realidad era la comida inglesa que nos hacía ponernos así”.
Con un lenguaje sencillo, alejado de tecnicismos, James Watson contó cómo se involucró en las investigaciones para descubrir la estructura de la molécula de ADN. En un principio estudió a las aves, pero tras leer el libro ¿Qué es la vida?, del premio Nobel austriaco Edwin Schrí¶dinger, empezó a interesarse por la genética y decidió estudiar en la Universidad de Indiana.
En el laboratorio Cavendish, en la Universidad de Cambridge, Inglaterra, “me enfrenté al reto de hacer un modelo que siguiera las leyes de la química. El problema es que ni el biofísico británico Francis Crick, ni yo sabíamos entonces química y tratábamos de solucionar un problema químico”.
Para reforzar su investigación, Watson y Crick pidieron ayuda a Wilkins y a la biofísica británica Rosalind Franklin para realizar un análisis de la molécula de ADN mediante difracción de rayos X. Luego desarrollaron un modelo tridimensional de la estructura del ADN, que lo representa como dos cadenas complementarias enrolladas en una sola hélice.
Había otros científicos interesados en descubrir la estructura del ADN. “Un trabajo fue publicado al respecto. Nos deprimimos y asustamos, pero cuando llegó a nuestras manos, nos dimos cuenta de que se había equivocado. La investigación se refería a tres cadenas. La densidad fue medida, pero de manera equivocada, porque el ADN contiene mucha agua”.
Watson y Crick presentaron su descubrimiento en la revista científica Nature, el 25 de abril de 1953.
El premio Nobel
Maurice Wilkins, Francis Crick y Watson compartieron en 1962 el premio Nobel de fisiología y medicina. “Me tocaron 14 mil dólares. Entonces era soltero, por lo que invertí el dinero en comprar una casa. Realmente me alcanzó para el enganche, porque costaba 60 mil dólares. Después que contraje matrimonio, mi esposa y yo adquirimos una casa de veraneo, que luego vendimos y compramos una en Londres, de la que obtuve un millón de dólares”.
James Watson no ha sido ajeno a las polémicas. Según el periódico Sunday Times, llegó a poner en duda la igualdad de la inteligencia entre negros y blancos. La noticia le costó que el instituto de investigación Cold Spring Harbor, de Nueva York, lo suspendiera del cargo administrativo de canciller.
Al ser interrogado en Guadalajara sobre la polémica declaración, Watson contestó: “Desde hace poco estamos entendiendo las diferencias que hay entre las personas. Se dice que no existen tales, pero creo que ahora que podamos estudiarlas, las encontraremos. No tenemos definitivamente ninguna base para afirmar que ciertos grupos de la sociedad son mejores que otros. Hemos de juzgar a las personas no como lucen, sino como son”.

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