La reina Isabel II ha muerto y con ello se produce el término de una era que traerá profundos cambios dentro y fuera del Reino Unido, advierten especialistas de la Universidad de Guadalajara.

Considerada uno de los personajes políticos más poderosos en el mundo, la reina de Inglaterra mantuvo por 70 años una influencia que iba más allá de su rol en la realeza y las causas sociales, afirma Miguel Alejandro Hijar, académico del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades.

Recordó que además de las cuatro naciones que forman parte del Reino Unido (Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda), Isabel II era la jefa de Estado de 16 países que fueron colonia inglesa y tras su independencia adoptaron una monarquía constitucional, entre ellos Canadá y Australia.

También era la figura política más importante de los 54 estados que forman parte de la Commonwealth o la Mancomunidad de Naciones, la mayoría de ellos en África y el Caribe.

“Son países que se han quedado sin jefa de Estado, que ahora tienen uno en su hijo el rey Carlos III, quien la sucederá en el trono y por lo que existe la posibilidad de que esto traiga consigo importantes cambios. Pensar que sólo era una figura decorativa es una interpretación errónea, ya que efectivamente tiene poderes que se pueden utilizar en cualquier momento”, afirmó el investigador del Departamento de Estudios del Pacífico.

Explicó que el gobierno del Reino Unido es una monarquía parlamentaria que gira en torno a su rey o reina, quienes tienen los llamados poderes de reserva, prerrogativas reales que incluye por supuesto la capacidad de disolver el parlamento y de destituir a cualquier ministro del gobierno, incluido el primer ministro.

Este momento en la historia podría encender la chispa del debate que se ha tenido acerca de la pertinencia de la monarquía, que aunque no tendría un efecto muy significativo en la realidad del Reino Unido, pero sí en otras naciones como Barbados, una de las del reino que han discutido hacer transición hacia una república que podría extenderse a otros.

Tras su muerte este jueves a los 96 años de edad y con el reinado más largo en la historia del Reino Unido, termina una era de cambios tanto en el mundo, en el que ella incidió de alguna manera, como dentro del Imperio británico desde la independencia de naciones como Nigeria y la entrada y salida de Inglaterra de la Unión Europea.

“Fue una era en la que el Reino Unidos tuvo que adaptarse a una nueva realidad, una época de la reconstrucción de la Posguerra, de la recuperación económica, pero también de la descolonización en la que el Imperio británico empezó a disolverse y empezó a darse una serie de movimientos de independencia de sus colonias, y eso llevó a la transformación de la Mancomunidad y a asumir que no era el país más poderoso del mundo”, expresó.

Antonio Gil Fons, académico del Departamento de Estudios Internacionales, aseguró que el nuevo reinado de Carlos III tendrá un desafío al tomar sus responsabilidades como monarca en un momento de crisis política y económica en Reino Unido y en el cambio de gobierno con la primera ministra Liz Truss.

“La situación en Reino Unido es débil por el aumento de los precios de la energía y porque tras la salida de la Unión Europea (UE) aún se está tratando de encontrar la manera de encajar la relación, si bien había acuerdos firmados, la aplicación de éstos ha generado polémica con el anterior primer ministro Boris Jonhson y con la actual ministra Liz Truss”, señaló.

Además hay un próximo referéndum de independencia por parte de Escocia que antes votó por seguir formando parte del Reino Unido y que vio en esta adhesión una vía para pertenecer a la UE. Sin embargo, con el llamado Brexit y la muerte de la reina el movimiento independentista ha tomado fuerza, dijo el también Coordinador de la Licenciatura en Construcción de la Paz y Seguridad en CUTlajomulco.

Algo similar pasaría en Australia, que ya ha buscado su transición como república y que ante la lealtad a la reina ese proceso se había pausado.

“Algunos analistas señalan que su poder estaba por encima de la institución, es decir, que era una persona capaz de generar lealtades, no hacia la figura de la reina, sino a su propia persona y habrá que ver cómo se desempeña su heredero para coordinar la Mancomunidad de Naciones, que es un foro de cooperación, pero el saber estar de Isabel III cotribuía a esa sensación de comunidad”, indicó.

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