Inequidad de género: vigente

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Una mujer que se dedica al hogar no es reconocida por su trabajo, y para obtener un salario con alguna otra ocupación tiene que pedir la autorización de su marido. En algunas comunidades no se les permite participar en política, y quienes logran filtrarse, se topan con obstáculos “legales” que impiden su participación. Quienes son esposas de algún migrante cargan con el peso total de la familia, como las miles de madres solteras, abandonadas por el padre de sus hijos. Hay mujeres que son asesinadas sin ningún otro motivo que no sea por el hecho de ser mujer. Y todavía hay personas que no entienden por qué las mujeres se sienten discriminadas.
Lo anterior fueron algunas de las conclusiones a las que llegaron las investigadoras durante el Seminario internacional de inequidad y conflictos político-sociales: una perspectiva de género, dentro de la cátedra Unesco-UdeG. Algunas de las participantes fueron Corinne Caumartín, de la Universidad de Oxford; Olga Aikin del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), Rosa María Rubalcaba, del Colegio de México y Patricia Arias y Elia Marúm Espinosa, de la Universidad de Guadalajara.
No hace falta hacer largos recorridos para encontrar alguna carencia en cuanto al respeto a las mujeres y a su dignidad. En México existen aún comunidades en las que ellas ocupan un segundo plano, no pueden tomar decisión alguna sin la aprobación de su esposo.
Patricia Arias, especialista en migración y género, comentó que no significa lo mismo el fenómeno de la migración para un hombre que lo que significa para una mujer. “Las mujeres se sienten más libres cuando cruzan la frontera”. En México son más subversivas, pueden ser golpeadas y las autoridades no reaccionan, por lo que esta práctica se vuelve algo cotidiano. Pero cuando este escenario se traslada a Estados Unidos “ahí sí buscan al marido y lo deportan”. Los hombres se sienten más libres en México, en donde sí pueden ejercer violencia contra sus mujeres.
Otra desventaja que tiene la mujer respecto al fenómeno de la migración, comentó la investigadora, sucede cuando ella se queda en México, y es sólo el marido quien cruza la frontera. “La mujer se vuelve el sostén de la familia”, y es además acosada por hombres debido a que culturalmente la ven más débil al no tener a un hombre a su lado que la respalde.
Después de un recorrido por Guatemala, encontró la investigadora Corinne Caumartín, que una mujer que estudia es vista como “una loca”, una mujer “descarrilada” y hasta se vuelve nociva para la sociedad. “Las mismas madres son quienes deciden no mandar a sus hijas a la escuela, y dicen que es por su bien”. Ante la ausencia de educación, otros problemas se originan, como la pasiva reacción ante injusticias sociales de género, o una mala paga en los empleos, si es que fuera el caso de quienes obtuvieron el permiso de su esposo para trabajar. Comenta la investigadora que en Guatemala, antes de 1998, era ilegal que una mujer tuviera un empleo sin la autorización de su cónyuge.
Otro ejemplo, en México, es el caso de Ciudad Juárez, que ha sido calificado como una vergí¼enza nacional debido a la pasividad y negligencia de las autoridades para enfrentar el conflicto de los cuantiosos feminicidios —más de 500— hasta el presente año.
La investigadora Olga Aikin habló sobre la desvirtualización del caso que inicia por el lenguaje. “Se les llama: ‘Las muertas de Juárez’. Una muerta es alguien pasivo, alguien que se murió, pero no es alguien que fue asesinado”. Expuso además algunas de las declaraciones que han dado las autoridades del estado de Chihuahua, haciendo alusión a los motivos de dichos feminicidios: “Ellas tienen la culpa por andar en la calle a esas horas”; “es porque usan esas minifaldas”, e incluso que “son muy pirujas”. Como si ese juicio tuviera argumentos sustentables y como si eso fuera un motivo para asesinar a una persona.
Pero también se discrimina a los hombres, y hay más hombres asesinados que mujeres. Son algunos de los comentarios que han recibido las investigadoras, de algunas personas que además de no entender la lucha femenina por la equidad de género, tampoco entienden el enfoque de las investigaciones relacionadas. Los hombres discriminados y asesinados son víctimas por algún otro motivo, pero no por el hecho de ser hombres, como sucede en América Latina con las mujeres. Es con lo que responde Elia Marúm a quienes la cuestionan.
Las investigadoras concluyeron durante el seminario que gran parte de estos conflictos sociales que enfrentan las mujeres derivan de una cuestión cultural. Patricia Arias comentó sobre algunas cuestiones que sometieron a las mujeres en una situación denigrante. “Anteriormente una mujer que trabajaba era una mujer fracasada, así la veía su familia y sus amistades, y ser mantenida era ser exitosa; pero esta situación la convertía en dependiente del marido”, por lo que no gozaba de la libertad que debería corresponderle.
La discriminación hacia la mujer es aún vigente. A pesar de que la mayoría de las leyes ya sean equitativas, el conflicto cultural que impide la equidad entre los sexos sigue irrumpiendo en el pensamiento de muchos hombres, e incluso mujeres que transmiten esta práctica aberrante de generación en generación, y que no permite que las leyes se respeten, ni la actualización de otras que aún son discriminantes.

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