Historias picosas

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El chile no sólo es un fruto asociado a la gastronomía mexicana, también representa una fuente rica en historias vinculadas con el terruño, la salud, la cultura y las experiencias de vida. Perteneciente al género capsicum —plantas nativas de las regiones tropicales y subtropicales de América—, el chile tiene un especial arraigo en la manera en cómo nos identificamos a nosotros mismos.

A puro chile, una serie documental que tiene como referente principal el casi siempre picante fruto, es una producción televisiva que expone, desde diferentes puntos de vista, la relación que tenemos con el consumo del chile, pero que, especialmente, nos aproxima a los testimonios de campesinos, especialistas, chefs y amas de casa. Transmitida por Canal 44, la serie es un trabajo de investigación que representa la nueva apuesta en la programación de la señal universitaria.

Marisa Cruz y Pablo Valadez, directores de la serie, explican que el fruto fue el detonante de varios cuestionamientos, entre ellos, si en verdad estamos conscientes de nuestra relación con el chile. “A nosotros nos gusta el formato documental, por lo tanto buscamos historias. Nos acercamos a personas que viven alrededor del chile, que lo trabajan, que lo cocinan, que lo industrializan. Investigamos desde el origen de la planta hasta cómo aprendemos a comer chile”, menciona Cruz.

La mancuerna de directores tiene en su historial las series Tierra de magia y De tequila hasta los huesos, también transmitidas por el canal universitario. Respecto a esta nueva producción, Pablo Valadez dice: “Pensamos que el espectador tiene inquietudes por conocer más sobre el tema. Lo que nosotros tratamos de hacer es una serie entretenida, pero que también aporte información. La realización de A puro chile implicó la búsqueda de personajes, la lectura de libros y periódicos, para así localizar a las voces autorizadas en los terrenos de la medicina y de las cuestiones cotidianas”.

Dividida en 13 capítulos, la serie presenta aspectos que tienen vínculo con la denominación de origen del chile y las dificultades de los campesinos para producirlo. Cruz advierte: “Una de las cosas que más nos sorprendió es que la gente tiene la idea de que el chile es de origen mexicano, pero de acuerdo a diversos estudios se presume que proviene de Bolivia y de Perú”. La directora añade: “En A puro chile las historias se entretejen, básicamente porque no hay un narrador. La estructura de la serie reside en los personajes, gente de la industria o del campo, dependiendo del tema”.

“Hay un capítulo en donde tratamos el tema del albur, del símbolo del chile como una evocación de lo macho”, indica Valadez, quien también señala respecto a la producción de transgénicos: “Los campesinos tienen el conflicto de decidirse a sembrar semillas mejoradas o criollas, están en la disyuntiva de conservar la diversidad o ganar dinero”.

Las transmisiones de A puro chile comenzaron el pasado 21 de febrero. La serie puede verse los martes, miércoles, viernes, sábados y domingos, en distintos horarios. El proceso de producción requirió de 43 días de grabación, de 80 locaciones y de 75 entrevistas.

“Para la realización del programa decidimos hacer guiones, pero hay cosas que por el mismo formato de documental ocurrieron de una manera más libre”, explica Cruz.

Por su parte, Valadez concluye: “Todo está armado de forma muy rica. Las historias siempre son acompañadas por algún platillo, así que dan ganas de ir a comer una torta ahogada o un aguachile. Digamos que la serie también funciona como una invitación”.

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