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Glorieta del Obrero, una estrella en el Oriente tapatío

Unas blancas estatuas se alzan en el centro de Oblatos, homenaje al proletariado mexicano, cuyas pétreas miradas se abren como rayos que unifican al levante de la ciudad

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Es domingo por la mañana. El sol de invierno tardío acaricia suavemente la Glorieta del Obrero, punto de reunión de hombres adoptados por la calle, de novios adolescentes, devotos católicos e infantes que aprenden a pedalear. 

Por este centro del barrio de Oblatos también pasan ancianos que dedican los amaneceres a caminatas para darle ritmo al corazón. Una niña reta a la gravedad y sube por la pendiente del montículo de concreto que se eleva en el centro de la glorieta: sobre éste, una leyenda se alza, grabada en piedra: “A los trabajadores de México”.

Guadalajara creció cruzada por fronteras que protegen el estatus de algunos habitantes frente a los rostros ocultos de la marginalidad. Fuera del centro tapatío se erigieron barrios que fungen como pequeños poblados, con usos y costumbres propios. Así fue como esa zona se desarrolló: aquello que se conoce como el Sector Libertad y hacia el oriente de la Calzada Independencia, por donde quedan algunos cascarones olvidados de la ex hacienda de Oblatos. 

Ante la creciente densificación poblacional fueron naciendo los otros centros de “las colonias” —así se llamaba la ruta de transporte que salía del centro hacia allá: “Oblatos, las colonias”— y uno de ellos fue aquel que se irguió al final de una amplia vereda construida para honrar al trabajo del proletariado mexicano: La Calzada del Obrero y su culminación en la glorieta que lleva el mismo nombre.   

Foto: Víctor Rivera

El lugar está rodeado por níveos atlantes que miran en derredor de la glorieta, que se abre como estrella urbana con rayos de avenidas que unifican el oriente. 

Cada efigie honra a una mansión particular: por la entrada de la avenida de los Artesanos, mira hacia San Andrés y Tlaquepaque El Cantero, un hombre que, según se cita en la placa, cincela con su trabajo diario el porvenir de su patria; encarando la vereda que se identifica como Hacienda La Calera, está El Herrero, que afirma forjar al hierro “como el pueblo su destino”; El Zapatero es quien se yergue hacia la continuación de la otrora calzada del Obrero —hoy Juan Pablo II— con rumbo hacia Periférico,  en cuya placa se lee: “El uso del producto de mi trabajo simboliza el progreso social”.

Le sigue El Albañil, como el ejemplo de “la riqueza del país, (que) es el trabajo, la habilidad y el genio de sus hijos”; El Obrero Industrial, con un dejo taciturno —como el que pintó Diego Rivera en el mural Man, controlador del universo— mira hacia la continuación de la calle de los Artesanos hacia su salida al Periférico, donde comienza el pueblo que mitificó Vicente Fernández, el Huentitán del charro tapatío. 

La circunferencia de tallados se cierra con el Papa en bronce que mira hacia la gran calzada que lleva hacia el centro de la ciudad y que fue el causante del cambio de nombre a la gran avenida: Juan Pablo II. La estatua se halla de frente, con una especie de mueca y los brazos abiertos hacia el alabado.

Una noche dialogaba con Sergio, un contador público de barbas largas que se resiste a abandonar las antiguas nomenclaturas de las calles, en algunos casos por ideología y en otros por nostalgia: a la avenida Enrique Díaz de León le sigue llamando Tolsá, a la de Marcelino García Barragán prefiere decirle Boulevard Tlaquepaque y así muchas otras. 

Juan Pablo II no es la excepción. La razón: en un estado laico ¿por qué referirse a una calle con el nombre de un Papa en vez de Laureles, o mejor aún, del Obrero? Justo como el nombre de la glorieta, que se alza en ese centro de Oblatos, rodeada de barrios como Santa Cecilia, Balcones de Oblatos, San Onofre, entre otros… 

No importa que en su visita a México, en 1979, Juan Pablo II haya orado por los trabajadores del país, como lo recuerda aquella placa que, de esa manera, justifica el cambio de nombre, sucedido en 2005, bajo la mirada del Papa de bronce que sonríe con la cara vuelta hacia el centro tapatío.    

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