Fernando Solana Olivares

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Retrato de escritores acompañados de una modelo desnuda

Al preguntar por él, dicen que una vez respondió: “¿Para qué se quiere ser algo cuando se puede ser alguien?”. Con 55 años sobre esta tierra, una sonrisa franca y voz de tonos bajos, Fernando Solana Olivares ha logrado, sin duda, ser alguien a través de sus novelas, de su trabajo en el oficio de editor —que aprendió de Fernando Benítez y Vicente Rojo—, y de su labor como periodista. Recibió el Premio nacional de periodismo 1993, y actualmente escribe la columna “Elitismo para todos”, en el diario Milenio. Trabaja en una nueva novela y dirige la revista Huso Crítico, sobre la cual hablamos un martes a mediodía, a la sombra de los árboles del Centro Universitario de los Lagos.

En Huso Crítico han escrito plumas célebres, pero no hacen grandes presentaciones de los autores…
Para nada. Si hay una política editorial en Huso Crítico es ésta: la política editorial del texto y no del autor. Precisamos pocos datos importantes. Lo demás es “léalo usted mismo”. Vengo de una tradición de revistas cuya labor es cultural y no social.

¿Cuál es el propósito de la revista?
Generar una expectativa de conocimiento y de lectura, primero en el campus y luego en sectores cercanos que estén interesados. Es parte de una atmósfera que busca desarrollar una sensibilidad humanística, pues soy del equipo que diseñó la licenciatura en Humanidades.

La tendencia hoy día son las carreras menos contemplativas y más “útiles”, ¿por qué abrir esta licenciatura?
Como decía Yourcenar: “Las retaguardias de hoy serán las vanguardias de mañana”. Estas tenencias pragmáticas están destruyendo el proceso reflexivo. Las humanidades no te garantizan un empleo específico, pero sí te garantizan dos cosas: aprender a pensar y desarrollar tu sensibilidad. Formamos mentes plenas. Apostamos por una masa crítica de gente inteligente. Educada e ilustrada. Aprenden a pensar, no qué pensar.

¿Pero es realmente una masa?
Pues es un número básico que empieza a detonar otro proceso cultural. Desde luego hablamos de cifras muy pequeñas. En este sentido hay una distinción de élite. Pero entendemos élite como la educación de los mejores: los más sensibles, los más audaces, los más decididos. Es la aristocracia del espíritu. Eso es algo que todas las sociedades necesitan para sobrevivir. Aún en este en proceso de idiotez general.
¿Entonces también Huso Crítico está dirigida a una élite?
A una élite en el sentido de gente dispuesta a tomarse el tiempo interior para sentarse con calma y leer. Las masas no hacen eso. Pero hay gente que todavía apuesta por esta experiencia vertical, por la psicología de la multiplicidad que implica la lectura, por este enriquecimiento de la persona. Sí, sigue habiendo.

¿Cuál ha sido la resonancia de la revista fuera de Lagos de Moreno?
En la Ciudad de México el esfuerzo llama mucho la atención, por la visión centrista de que en provincia no se produce nada. Así que cuando la ven se sorprenden. Desde luego es una sorpresa negativa, pero ya que penetran en el contenido y en la propuesta, les gusta.

Al rastrearla en Google no aparecen ni 40 menciones, no parece ser muy popular…
El mercado nos vale un pito, las modas culturales exactamente lo mismo. Entrar a Sanborn’s o no también. En esa medida nuestra libertad está ceñida sólo por el proceso cultural verdadero.

Y por la Universidad…
Desde luego, por la posibilidad concreta. Esto tiene que estar subsidiado por una institución, sin las universidades públicas no habría dónde.

Lo cual es un tipo de burguesía, ¿no?
Sí… no… digamos… En efecto, sí. Hay una plusvalía adicional para poder hacer eso. Pero finalmente es producto de los impuestos. De que se lo roben los políticos o se lo regalen a los empresarios. El día que desaparezcan las universidades que hacen esto, entonces sí diremos que llegó la oscuridad radical.

Y parece que estamos llegando…
¡Estamos llegando sí, cuando existe la discusión de si suspender o no Filosofía! Pues bien, esta es una forma de resistencia. Oír a Schubert, oírlo; leer a Cummings, leerlo… ese acto hoy no es masivo, sin embargo la excepción que contiene es una universalidad. Esa es la visión que defendemos. Y la oscuridad no señala que estamos llegando al final de un proceso. Estamos viviendo en un interregno, un intervalo. Y como fue en el viejo medioevo, los monjes copistas salvaron el conocimiento para unos cuantos. Después para un momento cultural donde esto se masificó de nueva cuenta. Dice un autor “Viene la noche, es mejor obedecerla”. Sí, pero en tanto la obedeces y la reconoces, sigues siendo uno más de aquéllos que continúan con esta larguísima cadena que llamamos cultura.

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