Entre muros de plástico

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Hay una casa en La Calera, municipio de Tlajomulco de Zúñiga, que por fuera parece una cabaña de duelas de madera pintadas de blanco. Al entrar puede percibirse un clima agradable, menos cálido que el del exterior, a mediados de abril. Pero pocos adivinarían que para su construcción fueron utilizadas placas o madera plástica, un novedoso material hecho de plástico reciclado, el cual fue diseñado y creado por Ramón Martín Espinosa Solís, director de Eco Plástico Ambiental y egresado del Centro Universitario de Ciencias Exactas e Ingenierías (CUCEI).

“En esta casa no hay aire acondicionado, y la diferencia de la temperatura con el exterior es de alrededor de seis grados centígrados. Esto se debe a los materiales aislantes que provocan una transmisión de calor lenta; además, el diseño arquitectónico bioclimático permite una ventilación cruzada, por lo que es erradicado el calor que logra transmitir el material desde el exterior hacia el interior”, describió el ingeniero.

En temporada invernal, la temperatura ambiente puede llegar a dos grados centígrados, pero dentro de la vivienda puede ser de 12 con sólo cerrar ventanas. “Esta cabaña nunca tendrá humedad, ni la necesidad de darle mantenimiento a la placa plástica, la cual tiene un periodo de degradación superior a los 100 años, cuando una construcción convencional tiene un periodo de vida útil de 50 a 70 años”, afirmó. Otra ventaja es el costo y un menor tiempo de construcción, agregó.

Una casa hecha de manera convencional vale un millón de pesos; una igual, construida con madera plástica, puede ser hasta 30 por ciento más económica, explicó.

Si este tipo de construcciones son equipadas para captar energía solar, a fin de reducir el consumo de gas y energía eléctrica, el precio podría bajar un 10 por ciento adicional; y si hay un convenio con alguna institución educativa o universidad para la recolección de plástico, el costo podría decrecer hasta 50 por ciento.

En cuanto al tiempo de construcción, una vivienda de 50 metros cuadrados puede ser concluida en un lapso de cuatro semanas, y una hecha con materiales convencionales en tres o cuatro meses.

Las casas construidas con placas plásticas son también resistentes a los sismos, subrayó Espinosa Solís, y agregó: “Con un temblor los materiales rígidos tienden a quebrarse, aunque la construcción tenga buenos castillos y estructura. En cambio, las de plástico absorben los movimientos telúricos al ser flexible el material”.

Los beneficios económicos, ecológicos y de vida útil no están peleados con la estética. Las placas plásticas son materiales que pueden ser combinados con otros como mármol, madera y granito, generando espacios agradables a la vista.

En pro de la ecología
El plástico se acumula en mar y tierra. Es nocivo para el medio ambiente al dañar la salud y acabar con la vida de animales. De ahí la importancia de reciclarlo. Una de las formas de hacerlo es fabricando placas o madera plástica para la construcción de casas y manufactura de muebles, lo que conlleva, como ventaja adicional, que no se talen árboles para la obtención de madera.

El plástico de las bolsas, por ejemplo, es delgado, y si es calentado por el sol se quebra. Sin embargo, las placas fabricadas son más resistentes que un bloque de concreto o tabique, y pueden ser utilizadas en la construcción de viviendas y aulas.

El plástico es captado de los desechos domésticos e industriales, y en La Calera existe un centro de acopio, en el que se busca obtener materia prima de botes de champú, botellas de leche, sillas quebradas, entre otros objetos.

“Colaboramos en el programa federal Campo limpio; éste consiste en la recolección de plástico para evitar que termine contaminando el mar o un río. Compramos también plástico de desecho industrial o plástico posindustrial. Tenemos diferentes mecanismos para surtir la materia prima con que se fabricarán las placas”, detalló Espinosa Solís.

La fabricación de las placas
El plástico es clasificado según sus características y tipo: polietileno de alta y baja densidad, además de polipropilenos. Posteriormente, es molido para obtener hojuelas y se hacen diferentes mezclas de acuerdo con la rigidez o flexibilidad que se quiera lograr, así como las aplicaciones que se quieran para las placas.

La mezcla se hace por medios mecánicos, sin usar agua. Luego, el material se coloca en charolas de acero al carbón y se hornea a 220 grados centígrados. Para una placa promedio de 10 milímetros de ancho dura una hora, y se incrementa el tiempo hasta durar un promedio de dos horas en el caso de una placa de 38 milímetros.

El material reacciona y se plastifica como si fuera plastilina, sin cambiar su estado sólido. Es sometida después a un proceso de enfriamiento y, al mismo tiempo, es presionada para darle una consistencia sólida, rígida y resistente a cualquier impacto.

Para una casa convencional son utilizadas placas de 1.20 metros de ancho por 2.40 de alto, con grosores de 10 a 13 milímetros, que son aprovechadas para los muros. El material, al abarcar menos espacio que otros convencionales, es ideal para un mayor aprovechamiento de espacios reducidos.

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