En busca de espacios

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130801 CIUDAD Y REGION OBRA EN LA CALLE DEGOLLADO. CHEMA MARTINEZ.

Históricamente el concepto “teatro” extendió su significado del hecho ritual hasta el espacio en el que se desarrolla el acto escénico. A medida que estas presentaciones adquirían una carga simbólica distinta, la sala y sus posibilidades mutaron junto con las sociedades que las erigen y mantienen.

La heterogeneidad de espectáculos y tradiciones de representación han configurado el espacio de lo teatral, creando edificios que han ido unificando la idea de escenario y sus soluciones de presentación y representación. A pesar de que el teatro como actividad artística y social nunca ha dejado la calle, más aún, ha conseguido ocupar sitios tan diversos como las propuestas estéticas que comparte, en nuestra sociedad y de manera generalizada las salas siguen concentrando la mayoría del quehacer de los artistas de la escena. Es por ello que la discusión sobre este asunto se vuelve prioritaria. Cuáles son y cómo son los espacios en los que el teatro se manifiesta en nuestra ciudad. Cómo se accede a ellos y bajo qué condiciones y procesos.

En la Zona Metropolitana de Guadalajara se cuentan menos de veinte espacios dedicados al teatro, de entre los cuales algunos privilegian otro tipo de manifestaciones artísticas como la música. Los foros principales son administrados por instituciones públicas como las Secretarías de Cultura, estatal y municipales, así como por la Universidad de Guadalajara. Si bien existen espacios independientes, éstos carecen de una personalidad legal específica a las tareas que desempeñan, lo cual enreda a los emprendedores en barrocos trámites que los llevan a obtener licencias que no corresponden a su vocación, encareciendo la economía de quienes los soportan. Por ello la existencia de estos espacios es volátil, además los obliga a una arritmia programática, alterando siempre la periodicidad de su oferta.

Así, los grupos artísticos concentran su interés en presentarse en espacios llamados oficiales, a pesar de que el trabajo que les llevó meses realizar tenga una muy corta temporada.

A esta problemática hay que sumar el limitado presupuesto con el que cuentan las salas administradas por el Estado, así como la poca flexibilidad con la que operan. Sus trabajadores suelen replicar las mismas formas de contratación que un oficinista, aunque la demanda laboral de un foro es completamente distinta, lo que disminuye aún más la delgada bolsa que se les destina.

El teatro también es un oficio, una actividad productiva, sin embargo, como ocurre con el resto de las artes, suele considerarse al margen del concepto trabajo, por ello las condiciones en las que éste se produce y accede al sistema económico que le pone un valor y permite su circulación, ponen en clara desventaja a sus creadores. Discutir sobre los foros en los que se cierra el círculo comunicativo y económico del teatro es una emergencia. Hablar de cómo se operan, con qué recursos humanos, materiales y económicos cuentan los distintos foros tanto públicos como privados es hablar de la calidad de vida de un gremio que a pesar de su crecimiento demográfico y de la legitimación profesional que le dan los grados universitarios, sigue al margen de los beneficios que todo trabajador merece.

Es necesario complejizar el sentido que damos a estos espacios, sitios funcionales y simbólicos en los que la acción estético-comunicativa pone en relación ideas, objetos, estructuras y sobre todo personas.

La responsabilidad es compartida, sólo una comunidad organizada podrá llevar a buen puerto una problemática que seguirá creciendo a la par que el número de ejecutantes y de sus propuestas.

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