El trasfondo de la reforma al artículo 24 constitucional

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Como profesora universitaria y docente en el estado en servicio a la educación secundaria y media superior, sigo considerando el Estado laico uno de los mayores logros de la reforma liberal, promovida por Benito Juárez, para garantizar la paz social y la soberanía de México, además del surgimiento de valiosas instituciones jurídicas que fortalecieron las libertades de conciencia del individuo.
Olvidarlo lo anterior está llevando a los diputados del Congreso a omitir los objetivos supremos de las Leyes de Reforma y los principales logros sociales establecidos en la carta magna de 1917, avances que serán vulnerados con la reciente aprobación a la reforma del Artículo 24. La misma vulnerará los ideales de los hombres que nos legaron el laicismo y la aspiración de una nación más justa, en la que no se deben privilegiar los intereses de las élites política, económica o religiosa, sino propiciar el equilibrio en un marco de respeto y tolerancia, para conseguir la paz social.
Permitir un Estado confesional es retroceder al tiempo del pasado colonial y abrir la herida que a la postre debilite la facultad rectora del Estado en materia de educación, aunque para justificar esta reforma sus promotores argumenten respetar la libertad de los padres para permitir la educación religiosa de sus hijos en las escuelas.
Esta modificación en su trasfondo conlleva a reformar los artículos 3º, 5º, 27º y 130º, para ampliar los espacios del culto público y extender el derecho a la predicación religiosa en las escuelas públicas, cuando la construcción de una mejor sociedad, más humana y respetuosa de la vida es responsabilidad de todos; de los padres sembrar en sus hijos los valores en el seno del hogar, pero con el ejemplo que induce; de los profesores, ser paradigma del respeto a los derechos de los niños y jóvenes, e igualmente despertar en las mentes de sus alumnos conciencia social y solidaridad; en tanto que la labor de los sacerdotes y pastores es predicar en sus templos o casas de oración la bondad y la caridad con los pobres.
La familia como núcleo de la sociedad debe forjar valores en los hijos, porque la escuela no es salón de catecismo, sino un espacio transformador y los maestros guías que fortalecen los valores y autoestima que los alumnos adquieren de sus padres, atendiendo a sus alumnos por igual, aunque no profesen la religión amparada por el Estado y sin la discriminación que resurgirá con las reformas que en torrente se avecinan, si los senadores modifican el Artículo 24 de laConstitución y por ende la ampliación de espacios de culto en las escuelas.
Ante esto, urge que las autoridades trabajen por los supremos intereses de la ciudadanía que les confirió el poder y jamás pervertir los objetivos sociales de su misión, que constituyen su competencia. Ejercer su labor sin la debilidad que los haga declinar a favor de una jerarquía clerical, que los llevará a ceder la rectoría de la educación, suprema conquista y jamás renunciar a este caro derecho que costó la sangre de próceres ilustres.
De mexicanos que legaron la libertad, que seguirá teniendo el Estado si los parlamentarios ratifican las modificaciones al Artículo 40 que el Senado de la República inició en la LXI Legislatura de la Cámara de Diputados, para elevar a rango constitucional el carácter laico del Estado y evitar el retroceso que implica permitir un Estado confesional en México, donde más que nunca se requiere no claudicar en la lucha por preservar el régimen de libertades conquistadas.
No reconocerlo es otorgar más privilegios a la jerarquía católica, porque los verdaderos propósitos que este sector persigue con esta modificación constitucional son debilitar el Estado laico y por ende el laicismo en la educación, que debe seguir siendo una de las grandes conquistas sociales de los mexicanos, máxime ahora que conformamos una sociedad plural en credos, dueños de una cultura global y una mente abierta para participar libremente en la construcción del país democrático que tanto anhelamos.

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