El socialismo según Thibaut

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Eran tiempos difíciles. La revolución sandinista sacudía a Nicaragua e inyectaba de esperanzas a muchos jóvenes convencidos de que vencería al imperialismo y crearía un mundo nuevo. Los ideales requerían sacrificios y trabajo duro. Emiliano Thibaut no los rehuyó. Era un adolescente cuando a él y otros muchachos les ofrecieron recoger café en las zonas de guerra de Nicaragua. Les advirtieron que era peligroso. La guerra provocaba la huida de los campesinos, y las cosechas estaban a punto de perderse. El principal rubro de exportación en Nicaragua era el café. Ya estaba maduro y era necesario recogerlo, de otra manera se caería al suelo y se pudriría. Por lo tanto, la economía se iría abajo.
En Nicaragua fueron creados los Batallones de Producción, que auxiliarían en la tarea. Éstos eran resguardados por el ejército sandinista. “Éramos muchachos de 15 a 16 años, que íbamos con una AK-47 en la espalda y con canastos. Trepábamos los cerros a las cinco de la mañana para cortar café”.
Hoy, ya afincado en Guadalajara, señala que “ese tipo de experiencias que para mí fueron difíciles, son mis más grandes tesoros y orgullo”.
Hubo momentos de la revolución que fueron para él maravillosos, ya que presenció un sentido comunitario, de solidaridad y fraternidad. Había desapego de lo material, para dar importancia al prójimo y a la amistad. “Esos valores eran apreciados como no he visto en ningún otro momento y lugar. Todo eso me marcó mucho”.
El fotógrafo nacionalizado mexicano recuerda que también participó en tareas de alfabetización de adultos en zonas marginadas. “Después de clases nos íbamos a enseñar a leer y escribir. Siempre nos involucramos con la sociedad. Creo que de ahí provienen las inquietudes de mis temas fotográficos”.
Emiliano Thibaut nació en Chile, en 1971. Después del golpe de estado de Pinochet, vivió en varios países, hasta llegar a Nicaragua, en el que habitó de los 9 a los 20 años. Es coautor de Zapatistas. Un nuevo mundo de construcción y, actualmente, expone en Casa Escorza una colección compuesta por 20 imágenes, titulada Somebody in New York loves me, que descansa sobre la realidad que viven algunos de los habitantes de la Gran Manzana.
“Ya que vienen tantos neoyorkinos a fotografiar nuestras desgracias en América Latina, ¿por qué no fotografiar las calamidades de los neoyorkinos? No como una venganza, sino para demostrar que en esta ciudad no todo es lentejuelas. Ahí muchas personas mueren como si fueran ratas y no les importa ni si quiera a ellos mismos. En esa ciudad cada quien está preocupado por su aspecto, por cuanta propiedad privada pueda acumular y cuánta riqueza económica generar para darle sentido a su vida, y el prójimo que se pudra. Claro, hay excepciones”.

¿Cuba, socialista?
La inspiración más íntima de Somebody in New York proviene de la necesidad urgente de plantear la inviabilidad de las sociedades de consumo para el futuro de la especie humana y del planeta. Bajo este concepto, la única salida en cuanto a modelos económicos y sociales, es para Thibaut el socialismo.
El expositor está convencido de que el capitalismo es un sistema que denigra la condición humana y genera la destrucción del medio ambiente. “Es un sistema perfectamente superable”.
Sin embargo, aclara: “Si Cuba fuera una sociedad de corte socialista, pues prefiero el capitalismo”. Reconoció que en Cuba hay derechos sociales desarrollados, como la salud y vivienda, aunque precariamente, pero eso no es socialismo.
A Cuba para ser socialista le falta mucho. En primer lugar, está sola y el socialismo tiene que darse a nivel planetario. “Sólo cuando logremos vencer al capitalismo hasta en el último de los países, podremos declarar que hay socialismo”.
Explicó que en el momento que los cubanos recuperen la libertad de expresión, puedan criticar abiertamente y vuelvan a ser los protagonistas del poder popular, su país estará más cerca de ir hacia el socialismo y de contagiar a sus vecinos. Por lo pronto, “no creo que nadie quiera vivir en un país parecido a Cuba”.
“El socialismo no significa que sólo voy a tener un pantalón, dos camisas, una bicicleta y a comer mal. No debe ser sinónimo de total austeridad y de limitación. Los recursos de este planeta alcanzan para que los seres humanos vivamos plenamente, aunque sin derroches. Para que todos tomemos buen vino y comamos buen queso, tengamos buena cama y casa. No sólo los burgueses”.
Aseveró que el ser humano jamás ha experimentado lo que es una sociedad socialista, sino proyectos orientados hacia tal sistema. Es el caso de la ex Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y Cuba.

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