El otoño del amor

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Para qué le voy a mentir, a mí sí se me antoja tener a alguien. No para casarme de nuevo y todo eso… Aunque me digan que soy descarada, pues sí, porque nadie va a venir a darme lo que necesito, nadie. Ni el padre de mis hijos. Ése menos, ya que antes no pudo”, afirma doña Catalina, quien pertenece al club Amigos para siempre, formado por personas de la tercera edad.
El testimonio está incluido en la investigación El noviazgo en la vejez, en la que la investigadora Imelda Orozco Mares concluye que este tipo de asociaciones son una posibilidad para encontrar apoyo emocional. Sin embargo, esta realidad no es uniforme: no todos los ancianos se animan a lanzarse a la aventura de vivir su sexualidad. Ejercerla es también su derecho. Los prejuicios, la idea de que estas relaciones son ridículas en la ancianidad y el temor al qué dirán, constituyen factores que los inhiben y no los dejan vivir con plenitud.
“Hay quienes consideran a los ancianos que mantienen relaciones sexuales como personas anormales o inmorales. Se cree que la belleza y la sexualidad son exclusivas de la juventud, que la imagen corporal de los viejos es fea y que no tienen ánimos para pensar en su arreglo personal. Los estereotipos, las concepciones erróneas y las frecuentes bromas sobre la vejez y la sexualidad, ampliamente difundidas, pueden afectar de manera poderosa y negativa la experiencia sexual de los ancianos. Se convierten en verdaderas formas de discriminación a la vejez”, indican los investigadores del Centro Universitario de Ciencias de la Salud, Imelda Orozco Mares y Domingo David Rodríguez Márquez.
Ellos realizaron el estudio Prejuicios y actitudes hacia la sexualidad en la vejez, para lo cual entrevistaron a 120 personas, de las cuales 60 eran ancianos entre los 60 y 98 años y el resto, jóvenes entre los 18 y 36 años. Los resultados fueron sorprendentes. Revelaron que las ideas negativas están más arraigadas en las personas de la tercera edad que en los jóvenes. Lo captado en esta investigación no puede ser concluyente para la población en general. Sin embargo, da una idea de por qué algunos ancianos se niegan a ejercer su sexualidad.
Las personas de la tercera edad fueron encuestadas en los asilos Santo Santiago, en Tonalá, y Enrique L. Colchera, en Guadalajara.
La principal condición de vida del universo estudiado fue la viudez. El 38 por ciento de ellos no tiene escolaridad y el 43.4 por ciento reportó de tres a seis años de estudio, con un promedio de cuatro años. La mayoría son amas de casa, obreros y empleados.
Ante la pregunta de si los ancianos deben reprimir sus deseos sexuales, el 35 por ciento respondió que era “completamente verdadero” y 23.4, “verdadero”, mientras que el 30 por ciento de los jóvenes opinó que eso era “completamente falso” y el 50 por ciento, que era “falso”. Ante el cuestionamiento de que si los ancianos que demuestran amor son ridículos, el 23.3 por ciento contestó que “era verdadero” y el 30 por ciento “completamente verdadero”, mientras que en el otro grupo, el 46.6 por ciento aseveró que tal afirmación era “completamente falsa” y el 48.3 por ciento que le parecía “falsa”.

El cuerpo
“El 75 por ciento de los jóvenes considera ‘completamente falso’ que los cambios hacia el envejecimiento impidan tener una actividad sexual, mientras que el 63.3 por ciento de los adultos mayores señaló como ‘completamente verdadero’ que la vejez impida tener actividad sexual”. Esta actitud tiene que ver con la manera de concebir su cuerpo. Consideran que en la juventud éste puede ser lucido y ahora tan sólo es para caminar y desplazarse.
“Muchos creen que deben esconderlo lo más que se pueda. Les dan vergí¼enza las arrugas y la flacidez. Muchos ancianos tienen relaciones sexuales con la luz apagada, a pesar de que hay algunos que hace poco tiempo descubrieron lo que era un orgasmo”.
Hay quienes conciben a la sexualidad como un acto propio de la reproducción, sobre todo las mujeres. “Si uno platica con ellas, cuentan que hace 30 años no se hablaba de esos temas. Eran tabú. Muchas no sabían lo que les iba a pasar al casarse. No vivieron un cortejo y el juego sexual previo. Ellas durante mucho tiempo tuvieron relaciones por obligación y para tener hijos. Cuando les llegó la menopausia, muchas descansaron, sintieron alivio, porque al fin se habían liberado del hombre. Esa es la razón por la que consideran a la sexualidad fuera de la etapa que viven”.
En cuanto a ellos, muchos consideraban tener relaciones con sus esposas como una obligación y vivían con agrado su sexualidad fuera de casa. “No pocos tenían más de tres mujeres. La esposa y otras dos”.
En la respuesta puede verse mayor apertura entre los jóvenes del sexo femenino que los del masculino. El 70 por ciento de ellas opina que los ancianos “tienen derecho” a vivir su sexualidad, mientras que los hombres respondieron que “sí tienen derecho” sólo en el 50 por ciento. De los jóvenes entrevistados, 45 por ciento son estudiantes y el resto profesionales.
“Se ha demostrado que las relaciones en pareja proporcionan a sus miembros principalmente apoyo emocional y que inducen a seguir conductas saludables, tales como chequear su salud periódicamente. Muchas de las personas de la tercera edad reflejan esto. Hombres y mujeres cuidan más su dieta y su imagen corporal. Han incorporado a sus rutinas el ejercicio y amplían sus redes de apoyo como factores de protección”.

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