El fin del presidente

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MDF80818066. El presidente Felipe Calderón encabezó en la residencia oficial de Los Pinos, la firma del convenio para dar solución a las jubilaciones en la Comisión Federal de Electricidad, a fin de dar garantía a los trabajadores en activo y de nuevo ingreso. NOTIMEX/FOTO/ALFREDO GUERRERO/COR/POL/

Al parecer se ha puesto fin al “día del presidente”, a consecuencia del cambio en el formato del informe presidencial, que a partir de este año fue entregado por escrito. Sin embargo, lo trascendente no es el informe en sí, enviado a través de un escrito. La importancia para la sociedad debería estar en la exigencia al Ejecutivo de la nación de una verdadera congruencia en el decir y en el hacer, aseguró el profesor investigador del Centro Universitario de Ciencias Económico Administrativas (CUCEA), Andrés Valdez Zepeda.
Dijo que es inaceptable que el gobierno federal sostenga que se combate a la delincuencia organizada, que hay menos inseguridad “y la realidad es distinta”.
En ese mismo ejemplo, la contradicción es evidente, “hay menos inseguridad” sostienen las autoridades y al mismo tiempo de dicho mensaje “que no se respalda con la verdad”, surgen marchas multitudinarias para exigir un alto a la inseguridad pública.
“Hay en la sociedad una insatisfacción con los pobres resultados que ha habido en materia de seguridad pública, pero si nos vamos al desarrollo económico del país, en educación, en las diferentes esferas del desarrollo nacional, creo que más que informar avances hay que hacer una especie de recuento de los daños”.
El investigador agregó: “Hay una situación grave en el país, no hay empleos, y se dijo que éste (Felipe Calderón) era el presidente del empleo, también se dijo que era el presidente de la seguridad y es de lo que menos podemos hablar”.
La exigencia para el presidente Felipe Calderón Hinojosa debe ser aplicada a “todos los políticos que nos pintan un país que no existe… al político y al gobernante no se le puede creer por su retórica o por su dicho, sino por los hechos”.
Expresó que la autocrítica en el gobierno debería estar presente y hacer a un lado los elogios, porque la cultura del halago es lo que ha generado la desconfianza de la sociedad hacia sus políticos.
En el sexenio pasado con Vicente Fox Quesada, quien sostuvo que “México es un país maravilloso”, se le encajonó en varios ámbitos —como en el privado, en el político y en el periodístico, entre otros—, como el país de foxilandia.
En ese sentido, Fox y Calderón no son muy diferentes. “Calderón ve un país que no existe, como que él visita mucho las oficinas de los bancos, se reúne con los banqueros, con los empresarios que han tenido ganancias, que no distribuyen la riqueza, entonces ve un país que no existe o que sólo existe para pocos”.
Ante el hecho de que México sea un país con una clase política desacreditada y que trabaja poco por una mejor calidad de vida de la mayoría, la sociedad en general es corresponsable.
Pero el núcleo de los académicos tendría una mayor responsabilidad, porque a ellos les toca ser más críticos hacia la clase gobernante.
“Los académicos debemos entendernos como críticos del poder y sobre todo de los excesos del poder e indudablemente un exceso de lo que ha pasado en los últimos años en México es que tenemos una clase política rica y un país empobrecido”.

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