El culto a la muerte en la literatura

Obras icónicas de las letras mexicanas narran historias que corren al filo entre la vida y la muerte, reviviendo una tradición arraigada en la cultura mexicana desde los tiempos prehispánicos

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El Día de muertos es una fiesta tradicional incluida desde el 7 de enero del 2003 en la lista de Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO. El origen del festejo se remonta a la época prehispánica, con vestigios en las culturas mexica, totonaca, purépecha y maya.

La fiesta como la conocemos hoy en día es producto del sincretismo religioso que podríamos definir como un concepto contemporáneo y que se arraigó en el constructo ideológico. Con la llegada de los españoles se mezcló con el festejo del “Día de todos los santos”.

Marco Antonio Acosta Ruiz, profesor investigador de las licenciaturas de Historia y Antropología, del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades, señala que si hablamos del culto a los muertos en el occidente prehispánico, se tienen registros y evidencias en el estado de Michoacán antes de la llegada de los españoles y hasta el día de hoy, pero ya con un sincretismo muy marcado.

Por otra parte, en la literatura podemos ubicar textos en el que la historia y/o los personajes tienen encuentros con la muerte.


Pedro Paramo, novela escrita por Juan Rulfo en 1955, se constituye como un referente cuando hablamos del mundo de los muertos. El pueblo de “Comala” asemeja a un infierno tal como el de Divina Comedia, de Dante Aligheri.

Desde el inicio encontramos una alusión clara hacía la desesperanza. El relato comienza con la promesa de Juan a su madre que recién ha muerto: “Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo”. Comala es un lugar seco, árido, con un calor infernal, tal como la descripción que Aligheri hace del infierno.

“El camino subía y bajaba: Sube o baja según se va o se viene. Para el que va, sube; para el que viene baja”; sin embargo, en el Comala de Rulfo, no hay retorno, quien va a Comala, irremediablemente se encontrará de frente con la muerte, en un mundo onírico en el que poco a poco se van entrelazando los vivos con los muertos.


Macario, de Bruno Traven, escrita en 1964, es un relato con tintes jocosos donde el personaje principal vive en condiciones de miseria. Él, junto con su esposa e hijos, tiene como constante el hambre, pero esa hambre que cala muy hondo y que entorpece los sentidos, así que “Macario”, ambiciona comer un pavo asado entero. Su mujer ahorra durante tres años para satisfacer el deseo de su esposo, y aquí es cuando Macario comienza su periplo y conoce a tres peculiares personaje venidos del inframundo, obteniendo con ello poderes entre la vida y la muerte.

“Seguramente la muerte lo soprendió antes de que pudiera probar la otra mitad. A pesar de todo, parece que murió feliz”. En Macario encontramos un sentido más festivo. Para Bruno Traven, inmerso en la cultura mexicana, existe un acercamiento a las tradiciones mexicanas, donde la muerte no es un obstáculo sino un fin.

TEXTO: María Gregoria González Espinosa

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