El cine como psicoanálisis

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El cine nace como el universo: de la nada. De la nada —sinónimo de oscuridad— se ilumina la pantalla a mitad de la sala cuando comienza la proyección y la historia aparece. Nacen los personajes, las tramas y todos los reflejos del director. Tal es la forma en la que nace el cine en el mente de Jaime Humberto Hermosillo, el “director transgresor”, quien fue catalogado así por atreverse a contar historias que nadie se había contado antes, enfocadas, según él mismo dice, en el “microscopio de la sociedad” que le fascina: la familia.

Hermosillo es un hombre que no sabe de adversidades, pero sí de retos. Las apariencias engañan fue su primera película prohibida por abordar temáticas que rompieron tabúes de la sociedad mexicana, como la homosexualidad libremente asumida, temática que aparece en varios de sus trabajos, como por ejemplo El cumpleaños del perro.

Sobre su inspiración en el núcleo familiar, dice que para él “es un tema inagotable” que deriva de los griegos, quienes “volvieron al corazón del conflicto, que es la familia. Cuando empecé a estar en festivales pensé que ya todo lo que hiciera me lo iban a producir, y escribí un guión que se llamó Las apariencias engañan y se los presenté a quienes en ese momento tenían el control del cine nacional, y se hizo un silencio. No me respondían y fue cuando pensé que no iba a estar dependiendo de si papá gobierno me da el presupuesto para hacer mis películas”. Ese fue el momento en el que nació el cineasta independiente, el que apostó por formatos de 16 milímetros o por digitales, y del que Antonio Valdés Peña, crítico de cine, dijo que “en todas sus películas está la voluntad de filmar lo que se quiere, donde se pueda”.

Hermosillo, quien fuera uno de los fundadores de la Muestra de cine, volvió ahora al Festival de Cine en Guadalajara para platicar de su experiencia con los jóvenes del Talents Guadalajara. Viste un traje café claro y camisa beige, y pasea su sonrisa entre el auditorio y su amigo Fernando Macotela, antes de decir que el principal consejo que le puede dar a cualquier persona, es que le pierdan el miedo a los defectos: “Si están esperando a hacer la película perfecta que cueste no sé cuantos millones de dólares o de pesos, pues ojalá la encuentren, pero mientras tanto, con los avances de la tecnología pueden hacer sus proyectos”.

Guadalajara fue su casa durante cerca de diez años, lugar del que se enamoró por el acento tapatío, según relata Fernando Macoteladonde. En la ciudad realizó la película Doña Herlinda y su hijo, basada en un cuento de Jorge López Páez y en la cual se incluye una participación de Lucha Villa. Este trabajo logró una repercusión internacional, pero no fue la única que filmó aquí. “Guadalajara era tierra fértil. Tuve la fortuna de que pasaran esos años y de quedarme a vivir aquí, yo planeaba unos días de visita que se convirtieron en años. El trabajo lo efectué porque ha habido muchos jóvenes que han manifestado una creatividad formidable en esta ciudad”.

Uno de ellos, y que estuvo ligado a Hermosillo, fue Arturo Villaseñor, quien trabajó a su lado en varias películas y tiene publicados libros de literatura, así como el texto El cine transgresor de Jaime Humberto Hermosillo, publicado por el patronato del FICG. En esa etapa es donde Hermosillo colabora con la Universidad de Guadalajara, primero en la creación de la Escuela de guión y luego de la Muestra de cine mexicano en Guadalajara.

Ahora, argumenta que él siempre busca acciones que identifiquen a los personajes, acciones muy personales, y también declara que prefiere una excelente actuación aunque tenga que sacrificar en ocasiones la toma técnica. Define su cine como producto de una infancia feliz y una vida sin relieve: “Es una manera de psicoanálisis, mis amigos me dicen si he ido al psicoanálisis y yo les digo que no, y les respondo que creo que con mis películas he espantado a todos esos fantasmas”.

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