El artista: sólo una imagen

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Para Guido Bartorelli la dependencia visual o audiovisual que se ha creado en la actual sociedad a partir del desarrollo y proliferación del internet y las tecnologías de los teléfonos móviles, “es un problema, pero también una conquista. En el fondo, los artistas hace mucho tiempo esperaban que todos los ciudadanos pudieran experimentar con la imagen y con cualquier otra cosa. Hoy esto se puede hacer. No es la tierra prometida, no es un nuevo paraíso, aunque sin duda la creatividad ha sido buena para todos. Pero por el número inmenso de producción audiovisual, también hay en ella banalidad, vulgaridad, narcisismo”.

Bartorelli, quien es catedrático y especialista en estudios del arte de la Universidad de Padua, en Italia, estuvo en Guadalajara para impartir el seminario “La imagen en movimiento, casos de estudio, temas y problemas desde las vanguardias históricas hasta el arte actual”, en el Centro Universitario de Tonalá.

En entrevista, Bartorelli dice estar de acuerdo en la concepción de que hay más interiorización y reflexión en la palabra que en las imágenes, porque “un texto verbal da la dimensión de un pensamiento más racional, menos emotivo, aunque desvinculado del cuerpo. Leer un libro es muy racional, pero sólo es una dimensión del hombre. Hay una parte caduca de las sensaciones, porque aquí sólo pasan a través del ojo a la cabeza, y es el cerebro el que las crea; es una sensación fantasma. Y de ahí la imagen y el sonido activan el cuerpo. Pero en todo hay defectos y cada cosa tiene su propia característica. No lamento el tiempo en que la cultura fueron libros. Hay cosas que lamentar, pero no todo era bello, como hoy no todo es malo, hay cosas buenas también”.

Sobre en qué medida las imágenes audiovisuales han cambiado la concepción del arte, Bartorelli dice que “primero hay que decir que era habitual concebir el arte, la pintura por ejemplo, como imagen estática. En la otra parte estaba la música que era todo movimiento, y no necesitaba espacio. Tenía sucesiones temporales, pero todo era invisible e impalpable. Las tecnologías permiten unir el espacio con el tiempo, y se puede hablar ya de movimiento. La pintura puede andar al ritmo de la música, y así la música puede espacializarse dentro de una imagen que cambia. Esto hizo una concepción muy diversa, con posibilidades infinitas y que pueden tener impacto sobre la vida y la sociedad, de una imagen integrada en la tecnología”.

Esto deviene en muchos cuestionamientos acerca de “la fuerza que la imagen tiene cuando se apoya en la tecnología. Y el hecho de que haya tantas imágenes provoca en nosotros una reacción puramente emotiva, en la que no hay lugar para el pensamiento. Respecto a ello, la sociedad elige tiempos más largos de estar, por ejemplo, lo queramos o no, frente a las imágenes de la publicidad. De este modo nos permite pensar qué es lo que vemos, tomamos conciencia de cómo funciona el lenguaje de la imagen”.

Pero si los artistas trabajan de manera consciente o inconsciente con tales análisis, dice que “lo hacen naturalmente y sin pensarlo. Pero un problema que requiere la reflexión de los artistas, es que hoy la imagen no la hacen sólo ellos o los profesionales de la publicidad o del video, la hacen todos; los niños. Todos los teléfonos móviles tienen incorporada una cámara, y de cualquier cosa se hace una imagen, y además está la comunicación directa entre el teléfono e internet, y en esta última se encuentra la vitrina mundial donde meter la imagen. Ahí hay muchos elementos decadentes, estúpidos, pero entre tanto también hay muchos interesantes. Y la cualidad ya no sólo está en los artistas, sino también en los niños que se divierten con el video y hacen algo que es inteligente, bello y creativo. El artista antes estaba solo, y ahora no sólo debe tener cuidado de la publicidad, debe afirmarse y hacer cosas diversas también cuidándose de los niños, que no son profesionales y que tienen definiciones básicas, materiales, que no son comerciales, pero que son toda una idea. Para el artista ahora es más difícil. Con el mundo digital que es inclusivo, todos pueden utilizar sus instrumentos, y ahí el artista tiene una crisis de identidad, porque cualquier cosa que haga debe explicarse porque su labor es diletante y profesionista”.

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