El arte de ganar una elección estudiantil

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Ganar una elección estudiantil no es diferente de ganar una campaña electoral a nivel constitucional para un cargo de elección popular (sea en los ámbitos municipal, estatal o federal), siempre y cuando predomine un sistema de libertades de elección, competencia, pluralidad y legalidad.
Para ganar una elección estudiantil se debe partir de una nueva conceptualización de la política. Algunos eruditos, como Max Weber, la han definido como la capacidad que tiene el individuo de incidir en la toma de decisiones colectivas. Otros desde la trinchera de la política pragmática, como Jesús Reyes Heroles, la han conceptualizado como “el arte de comer caca sin hacer gestos.” Sin embargo, bajo un sistema democrático sustentado en la competencia, a la política la podemos definir como el arte de saber gestionar los afectos de la gente. Es decir, se trata de persuadir a los votantes (estudiantes) a partir de una relación y comunicación afectiva, ya que nadie votará por el candidato si éste es y/o parece antipático, arrogante, altanero y soberbio.
A partir de esta primera conceptualización, se deben diseñar y articular las estrategias de campaña orientadas a ganar la elección.
En primer lugar, se debe constituir un equipo de campaña que ayude a ganar la elección. Definir con claridad una estructura de campaña, el organigrama básico que permite dividir el trabajo, especializar la función o actividad a desempeñar, descentralizar la toma de decisiones y, sobre todo, empoderar a los integrantes del equipo de campaña, y además permite coordinar los esfuerzos proselitistas y exigir y evaluar resultados.
En segundo lugar se deben definir las estrategias de la campaña, sea a nivel de comunicación e imagen, organización, proselitismo, movilización y cuidado y defensa del voto. Es decir, realizar el trazo estratégico para ganar la elección, dando respuesta a las siguientes interrogantes. ¿Cuántos votos requiero para ganar la elección, dónde están éstos y cómo los conseguiré?
Como parte de la estrategia, se debe conocer a profundidad a los electores (estudiantes), sus problemas, necesidades, expectativas, deseos y sentimientos presentes en el contexto electoral. Se debe, además, conocer al adversario, saber de sus fortalezas y debilidades, ya que la mejor estrategia consiste en confrontar las fortalezas de nuestro candidato con las principales debilidades del adversario.
En tercer lugar, se debe definir el mensaje central de la campaña, mismo que recoge tanto el sentir principal de los estudiantes, como la propuesta central del candidato y su grupo estudiantil. Este mensaje debe ser significativo, altamente persuasivo y, sobre todo, expresado de manera clara, concisa y precisa. Puede expresarse de forma resumida, como un lema de campaña que se hace llegar a los estudiantes, incluyendo no sólo carteles, fólderes y objetos utilitarios tradicionales, sino también, por ejemplo, usando las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones, a través del impulso de las ciber-campañas.
En cuarto lugar, se deben definir las estrategias proselitistas y de movilización de campaña, que van desde el saloneo, la organización de mítines, reuniones, festejos, debates, eventos culturales, deportivos y artísticos, hasta las actividades de relaciones públicas y gestión de apoyos concretos para la causa estudiantil. La idea aquí es dar prioridad al contacto directo y cercano del candidato y su equipo de campaña con los votantes, ya que toda contienda electoral reclama la cercanía y la atención más personalizada del candidato respecto de sus bases electorales.
Poner atención a la imagen de candidato. La imagen se ha constituido en un factor real de poder (tu imagen, tu éxito), ya que la gente vota por imágenes y en las elecciones se trata de moldear las percepciones sociales sobre el carácter, la determinación, el carisma y las capacidades de los diferentes candidatos que compiten por el puesto.
En sexto lugar, es importante movilizar a sus votantes el día de la elección, ya que nadie gana una contienda sólo con base en la popularidad y el carisma de los candidatos. Toda elección se gana con votos y éstos hay que movilizarlos y obtenerlos el día de la justa electoral.
Finalmente, para ganar los comicios se requiere el cuidado y defensa del voto, ya que suele haber actos indebidos e ilegales de campaña por parte de los opositores y sus aliados, que pueden distorsionar la voluntad soberana de los estudiantes respecto de la elección democrática de sus representantes.
En suma, para ganar una elección estudiantil se requiere la postulación de un buen candidato (alta rentabilidad electoral), una adecuada estructura organizativa (organigrama de campaña), un buen trazo estratégico (estrategias efectivas), un tema correcto de campaña (ideas poderosas), construir una buena imagen (moldear las percepciones sociales), movilizar los votos el día de la elección y cuidar y defender el sufragio de los votantes. Todo esto se logra con creatividad, inteligencia, actitud, decisión y sobre todo, trabajo duro para garantizar que los electores no sólo conozcan al candidato, sino que les genere confianza y credibilidad para poder depositar el voto a su favor.
Ciertamente una buena campaña no puede garantizar que malos candidatos ganen las elecciones, pero una mala campaña puede llevar a que buenos candidatos pierdan las elecciones. La diferencia entre el éxito y la derrota en toda contienda electoral estudiantil dependerá del trabajo, la inteligencia, la astucia y la habilidad de los candidatos y equipos de campaña para ganarse el voto mayoritario de los estudiantes.

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