Defensores con vocación

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La imagen de los abogados de oficio se ha ido desvirtuando. Por llevar muchos casos a la vez y por recibir apenas entre ocho y diez mil pesos mensuales, que son desmotivantes para realizar un buen trabajo. Pero eso está cambiando, es un proceso, comentó la maestra Beatriz Mercado Gutiérrez del Departamento de estudios jurídicos del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH). “Siempre han existido los abogados de oficio, sin embargo la Procuraduría Social de reciente creación con vigencia a partir de abril de 2007, tiene el objetivo de que estén mejor regulados y que sea más humana y mejor la atención hacia la sociedad”.
La Procuraduría Social asigna abogados para casos en materia penal y familiar, así lo explica el subprocurador de la defensoría de oficio, Ricardo Camberos Santoscoy. Para el resto de los casos se realiza un estudio socioeconómico a la persona para proporcionarle ayuda en caso que verdaderamente la necesite. “En materia civil y mercantil se les hace un estudio socioeconómico a los que ganen más de 10 salarios mínimos, porque en esa materia se dan casos entre comerciantes, por lo que son personas que tienen dinero para pagar un abogado, y aquí se atiende al que menos tiene. La asesoría sí es gratuita en todos los casos, pero el patrocinio no”.
Algunas universidades colaboran con la Procuraduría Social y proporcionan abogados de manera gratuita en sus propios despachos. La Universidad de Guadalajara (UdeG) cuenta con el bufete jurídico que ofrece este servicio.

Abogado con vocación
Hay que tener vocación para esto, comenta Jorge Riverón, un abogado de oficio en materia familiar de la procuraduría social. Tiene diez años llevando casos de personas que no pueden pagar una defensa particular. “Aquí vemos desde divorcios, casos de manutención, algún trámite en el seguro social…”.
A pesar de que el sueldo que reciben estos abogados es menor al que recibe en promedio un abogado particular, Jorge se siente gratificado, “es algo que deja mucha sabiduría, muchos conocimientos, y sobre todo lo hace a uno sensible a las necesidades de la sociedad”. Es como trabajar por amor al arte, comentó Beatriz Mercado, quien colaboró dos años en el bufete de abogados de la UdeG.
Ellos no eligen los casos que llevan, pero hay que poner el mismo interés en todos para que su intervención resulte fructuosa. Un promedio de 15 casos por mes y casi 200 al año es de lo que se encargan estos defensores de oficio.
Jorge Riverón recibe un caso nuevo por día, pero lleva varios acumulados, a los que hay que dar seguimiento. Se necesita mucha paciencia para escuchar a las personas que acuden a ellos: “Los problemas de orden familiar son problemas pasionales que derivan en los conflictos legales, y todo por la diferencia de opinión entre una pareja, muchas veces se debe a la incapacidad de las personas de poderse comunicar. Es por eso que se le debe de poner más atención. Muchas veces la única persona que los puede escuchar es el abogado, por un lado va la cuestión pasional, por otro la económica y la social. Pero también el lado psicológico… La experiencia es inigualable, el punto que se toca es muy sensible, hay que tener tacto”.
Una situación similar comenta la maestra Beatriz mercado al recordar su experiencia como abogada de oficio: “Hay veces que tienes que hacerla hasta de psicólogo, porque las personas se desahogan contigo y te cuentan sus problemas, por eso tienes que tener vocación para lo que estás haciendo, y un espíritu humanista”.

Se pierde y se gana
Los casos pueden perderse o ganarse. Sucede de todo. El caso de Mónica Pérez, usuaria de los servicios de los abogados de oficio tuvo éxito. Los problemas con su marido la orillaron a solicitar su divorcio. La negativa del cónyuge y la falta de recursos económicos la llevaron a la Procuraduría Social a solicitar un abogado de oficio.
A mí me divorciaron aquí, comenta mientras espera a su abogada para ultimar los detalles de la sentencia. “Primero vine y no me quisieron atender. Después fui con los abogados del ITESO, pero me dijeron que viniera aquí, y volví, pero ya me atendió un licenciado más amable y me dijo que cuando venga y me digan que no me quieren dar el servicio, que acuda con el director para que me asignen un abogado”.
Finalmente se le dio seguimiento a su caso, después de tres años se resolvió, pero Mónica explica que tardó porque “fue contencioso, mi esposo no estaba de acuerdo, pero finalmente me divorciaron y fue el juez a sacar al hombre de mi casa”.
Asegura que la atención fue buena, y sin pagar por el servicio. “Sí me atendieron bien. Yo pagué el servicio de papelería: copias y cosas así, pero no pagué nada más, pero ya finalmente estoy divorciada”.
Sin embargo, también hay casos perdidos, como el de Mónica Medina, quien también acudió a llevar el caso de su divorcio y asegura no haber quedado satisfecha. “En lugar de hacerme ver cuáles eran mis derechos y mis contras, pues me asustó la abogada, me amedrentó y pues mejor me retiré y me divorcié, pero bajo las condiciones que mi marido puso, ahora me dan una pensión mucho menor a lo que me tocaba. La abogada me dijo que como yo tenía una hija de otra persona, pues llevo todas las de perder porque me iba a acusar de adulterio y que hasta me podía quitar a mi hijo. Pero cuando yo tuve la hija ya estaba separada y había iniciado un proceso de divorcio, pero nunca concluyó, y este caso, pues lo perdí”.

Faltan abogados
El subprocurador social de la defensoría de oficio comenta que existen un total de 320 abogados de oficio, para un promedio de 46 mil intervenciones en casos que realizan por año. Es complicado atender al total de los usuarios de manera concisa, pero comenta también que se encuentran en proceso para mejorar el servicio.

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