De incompetencia y otros bueyes

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El uso ilegal de clembuterol en la producción de carne tiene más de 15 años en Jalisco y México, a pesar de disposiciones jurídicas y acciones oficiales para su control. El problema prevalece ante la pasividad de autoridades y la indignación de la sociedad.
Es clara y evidente la incompetencia de las autoridades para resolver un problema de fácil solución. Ni siquiera acciones relativamente conjuntas de varias dependencias, ni intervención de legisladores han tenido alguna eficacia.
Las medidas tomadas estaban condenadas desde un principio al fracaso.
Hay varios aspectos que determinan el problema de forma estructural, y de las acciones oficiales.
En cuanto al problema estructural, a diferencia de otros países, en México el control sanitario de alimentos se divide artificialmente al menos entre dos secretarías: la de Salubridad y Asistencia (SSA), y la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), fraccionando la cadena productiva y perdiendo la integridad necesaria para el abordaje efectivo.
Otro problema asociado al anterior, es que los puestos de decisión se dan por amiguismo, nepotismo o compromiso político, y encontramos normalmente funcionarios que desconocen el campo por cuestiones de formación. No obstante, se les da competencia legal para la solución de problemas. La autoridad competente resulta paradójicamente incompetente.
Estas causales tienen relación con las deficientes y hasta absurdas acciones oficiales. Sólo dos ejemplos: en el control oficial de alimentos se distingue claramente entre inocuidad y calidad. La inocuidad debe garantizar la aptitud para consumo humano sin causar daños. Es una condición obligada, indispensable, no negociable para que los alimentos puedan comercializarse.
La calidad es la clasificación de alimentos inocuos por categorías comerciales en base a atributos sensoriales, nutricionales, tecnológicos, entre otros aspectos.
Pues bien, a las autoridades no les queda clara esta premisa fundamental y confunden los conceptos. Tratan un asunto de inocuidad como si fuera de calidad.
Crean un programa de proveedor confiable (ganadero) que no usa clembuterol, el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica), o clasifican las carnicerías también en confiables y obviamente en no confiables, labor de la Secretaría de Salud Jalisco (SSJ). La inocuidad debe exigirse a todos, no sólo a los que deseen observarla. Esta política da un mensaje de permisividad.
Otro ejemplo es que el control del uso del clembuterol es relativamente fácil: no se puede esconder. Una pequeña muestra de hígado de un rastro es suficiente.
El costo elevado del control que se usa como argumento para justificar incompetencia, es un mito. No se necesita muestrear a todos los animales. El clembuterol se administra con el alimento. Luego, el problema no es de individuos, sino de lotes.
Tampoco se requiere estar muestreando engordas. El delito se comete hasta que envían el animal al rastro con residuos violatorios.
En fin, si quieren controlar el uso de clembuterol, esto es relativamente sencillo. No se requieren nuevas leyes ni acuerdos: solo aplicar la normatividad vigente y decomisar el ganado enviado al rastro con residuos violatorios de clembuterol. En ocasiones los ganaderos prefieren la multa que tener el ganado cuarentenado.
Otros países controlaron rápido el abuso de clembuterol. Nosotros, después de más de 15 años no hemos podido. ¿Por incompetentes?, ¿por estúpidos? O por las dos cosas.

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