Cultura y locura

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Hay una enfermedad en que las personas gritan, tiemblan, maldicen, tienen sentimientos de pérdida de control, miedo y algunas veces está acompañada de conducta violenta o suicida. No sé si la reconozca, pero estos son los signos y síntomas de una enfermedad que sólo la padecen los latinoamericanos y se llama “ataque de nervios”.
No es la única enfermedad propia de nuestra región. Hay otras en muchas partes del mundo. Pero, ¿realmente son una enfermedad, en el sentido bioquímico del concepto? ¿O es solo un comportamiento aberrante ligado al imaginario colectivo de un grupo cultural?
Las cosas van más allá de esto. Si existen enfermedades culturalmente determinadas, entonces, ¿hasta qué punto todas las enfermedades son culturales? O dicho de otra manera, ¿las enfermedades dependen de cómo una sociedad defina que significa estar enfermo?

Síndromes culturales
El “susto” y el “espanto” son dos padecimientos que diversas poblaciones indígenas latinoamericanas experimentan como resultado de un ataque espiritual y cuyos síntomas son anorexia, diarrea, insomnio, tics y nerviosismo en general. El tratamiento más efectivo es la “limpia” que realiza un curandero.
Muy ligada está el “mal de ojo”, el cual puede encontrarse en muchos lugares del mundo, pero que en México tiene sus características propias: el enfermo suele estar sujeto a las fuerzas hostiles de una persona que le tiene envidia.
El amok de Malasia es una explosión de rabia salvaje que hace que el enfermo corra desesperadamente, matando a todo aquel animal o persona que se atreviese en su camino. El dhat de la India es una enfermedad de hombres que reportan problemas de eyaculación prematura y creen que su semen se está yendo por la orina, pero como el semen es un líquido vital, el síndrome va acompañado de sentimientos de ansiedad.
El qi-gong de China es una súbita pérdida del sentido de realidad que sigue a la práctica de ciertos tipos de meditación. El hwa-byung se caracteriza por insomnio, fatiga, indigestión y otros síntomas más, derivados de la no manifestación de miedo.
Y así hay muchas más. Describirlas sería cansado. En términos generales un síndrome ligado a la cultura (culture-bound síndromes en inglés) se caracteriza por estar categorizado como enfermedad por dicha cultura y no como un comportamiento voluntario o una falsa representación. No existe una causa bioquímica u orgánica demostrada y la enfermedad es tratada por la medicina natural de la misma cultura.

Síndromes similares
Un síndrome sólo se presenta en una cultura y no en otras, pero los psicoterapeutas (vamos a decirles occidentales) han considerado que estas enfermedades son solo variaciones menores de trastornos mentales bien reconocidos en occidente. Pero hay otros médicos (vamos a inventar el nombre de etno-psicoterapeutas) que afirman que realmente hay una enfermedad que debe de ser reconocida.
Estos dos puntos de vista han sostenido una batalla desde hace más de cien años, pero un hito en esta pelea la dio Jane Murphy en 1976, quien reportó que algunos de estos síndromes cruzaban los límites culturales. Ella estudió a los yoruban en Nigeria y a los esquimales inuit, los cuales no tenían ningún contacto entre ellos (prácticamente no lo había con ninguna otra cultura). Estas dos poblaciones poseen nombres para desórdenes muy parecidos entre sí y los cuales guardan gran similitud con lo que conocemos como esquizofrenia.
Otra enfermedad bien caracterizada en nuestra cultura son los trastornos de ansiedad, los cuales parecen tener sus equivalentes en otras culturas. Por ejemplo, el mencionado taijin tyofusho de los japoneses, el cual parece ser una forma de fobia social.

Distintos desórdenes
Otros síndromes parecen estar ligados a una cultura en específico, como lo es el koro, que se presenta principalmente en el sureste de Asia y ífrica. En este padecimiento la gente tiene miedo de que sus órganos sexuales desaparezcan o se encojan. Este desorden ataca en oleadas que causan pánico masivo y está marcado por una gran ansiedad.
Recientemente en Japón se ha reportado un desorden llamado “amor en 2-D”, en el cual los hombres desarrollan relaciones amorosas con mujeres de caricatura y llevan donde sea recuerdos de su amor.
La controversia acerca de si hay o no enfermedades ligadas a la cultura, prosigue en la actualidad. Por ejemplo, en un volumen especial del año pasado de la revista sobre historia y filosofía de las ciencias biológicas y biomédicas hay quienes están a favor de que existen distintas enfermedades (Blease, 2010), mientras que otros dicen que clasificar las enfermedades como solamente ligadas a una cultura no cumple con las condiciones que los sistemas de clasificación científicos establecen como válidos (Cooper, 2010).
Cualquiera que sea la verdad, los terapeutas sí tienen que estar atentos a las variaciones culturales sobre cómo se expresa una enfermedad y por lo tanto tienen que aprender más sobre las influencias sociales, para incorporarlas a sus planes de tratamiento. No vaya a ser que nos echen un mal de ojo y no podamos hacer nada para quitárnoslo de encima.

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