Crecimiento y transformación de la comunidad de Chacala

La llegada de la prosperidad económica a la localidad costera de Nayarit implicó la pérdida del ritmo de vida tradicional que en la actualidad se ajusta a la demanda del turismo nacional e internacional

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Antes de la década de los años noventa, los 350 habitantes de la localidad de Chacala, ubicada en la costa del estado de Nayarit, vivían de la pesca y la producción agrícola local al ritmo de las campanas del templo y fiestas patronales. Su pasatiempo era jugar en la bahía.

Treinta años después, de 350 habitantes la población incrementó a poco más de mil que proporcionan servicios al turismo nacional e internacional en la veintena de hoteles, posadas y bungalows, y decenas restaurantes de todo tipo.

La profesora del Departamento de Historia, del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades, Silvia Herminia Contreras Ojeda, explora la evolución de esta localidad en su tesis «La transformación sociocultural en la comunidad de Chacala Nayarit ante la llegada del progreso».

La transformación comenzó con la desaparición del ejido, con la reforma al Artículo 27 de la Constitución en 1992. El ejido fue uno de los beneficios de la Revolución Mexicana y, abolido de la legislación, permitió el fraccionamiento y venta de la tierra bajo la supuesta modernización del agro.

La desaparición del ejido favoreció la división y venta de terrenos, que muchos fuereños adquirieron para construir casas o desarrollos turísticos.

¿Cuál es el tema que aborda su tesis de doctorado? «Desde la década de los noventa comencé a observar el crecimiento y la transformación de la comunidad de Chacala con la llegada del neoliberalismo: la gente vendió los terrenos que ocupaban los extranjeros, quienes mejoraron servicios en una cadena de cambios en la comunidad por este progreso».

¿Tiene algún vínculo con la comunidad? ¿Cómo recuerda a Chacala? «Conozco el lugar por cuestiones familiares: mi familia tiene una casa y amigos en esa localidad. Recuerdo el pueblo desde que se llegaba a él lugar por una terracería. Las casas eran de madera de palmera con techos de palma. La comunidad era muy pequeña y se conocían entre sí: eran parientes, compadres, primos, un lugar donde todos se conocían y tenían lazos con otras comunidades».

«Unos vecinos que entrevisté me contaron que construyeron un kinder pequeño, también la primaria y secundaria. Cuando había graduaciones asistía toda la comunidad que en ese entonces eran 80 personas. Para sobrevivir, los pescadores se metían al mar con las pangas o lanchitas de una cooperativa que sobrevivió a los cambios. Vivían de la caza de tejón y conejo. Era una forma de vida tranquila, vivían con poco dinero que usaban para comprar arroz y tortillas en Las Varas».

 Los pescadores se meten al mar con las pangas o lanchas de una cooperativa que sobrevivió a los cambios.

¿Cómo se transformó la dinámica de la comunidad? «Los cambios comenzaron cuando algunos empezaron a malbaratar las propiedades con la reforma al Artículo 27 Constitucional que permitió la venta de los terrenos. Los que compraron terrenos, mexicanos y extranjeros, fincaron casas y establecieron su estilo de vida. Quienes vendieron en poco tiempo dilapidaron sus ganancias y algunos establecieron negocios».

«Las dinámicas sociales se han transformado con la apertura de escuelas, de colegios para los nuevos vecinos. Sí, las oportunidades se ampliaron para los jóvenes que salieron del lugar y encontraron otra visión en Tepic. Muchas personas se integraron a las dinámicas de los recién llegados: abrieron restaurantes, pizzerías, tortillerías y ofrecieron servicios turísticos. También llegó otro tipo de comodidades como la televisión de cable, el teléfono, el internet. Pero hubo dinámicas sociales que marcaron la diferenciación social como la posesión de artículos, como el automóvil. El dinero comenzó a dividir a la gente«.

¿Cuáles fueron los cambios específicos en la comunidad? «Por ejemplo, para algunos la apertura de un restaurante representa un ingreso fijo pero les quita tiempo para la convivencia entre ellos: siete días a la semana todo el año y ya no hay, como antes, espacio para la procesión religiosa, que ya no existe porque no hay tiempo. La gente fuereña también llegó a echar a perder algunos valores además del incremento de robos y atracos como en cualquier ciudad. Hubo una prohibición que llamó la atención entre la gente originaria. Los nuevos vecinos prohibieron perros y gallos. Hubo quejas de algunas personas que se molestaban por los ladridos y cantos todo el día».

Cuál es su balance, ¿hay progreso en Chacala? «La comunidad ha progresado en lo económico, en el ingreso económico y en ciertas comodidades. Pero desde otro punto de vista se ha perjudicado al perder valores, se incrementó el problema de la basura, el agua siempre ha sido un problema, incluido el drenaje. Y en la actualidad pesa la contaminación del turismo y el deterioro del ecosistema con la invasión inmobiliaria en la selva».

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