Con un pie en el agua: hidrometeorología en Jalisco

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Una vez más sobre la arena escribes, / mar, tu dedicatoria interminable…
Jaime Torres Bodet

Océano, lagos y atmósfera: la frontera que fluye. Este es el objeto de estudio de uno de los posgrados de la Universidad de Guadalajara que mayor reconocimiento ha logrado desde su creación en 1996. Es sorprendente cómo el posgrado en Ciencia en Hidrometeorología, del Centro Universitario de Ciencias Exactas e Ingenierías, en poco más de una década y en una gran medida gracias al trabajo de científicos de nivel internacional como los doctores Anatoliy Filonov, Iryna Tereshchenko y César Monzón —a quienes debe su origen y quienes lo han impulsado desde siempre— se ha ido consolidando hasta llegar a lo que ahora es: un orgullo para nuestra Universidad.
Y para respaldar lo que de otra forma podría parecer jactancioso o subjetivo, remitámonos a los datos “crudos”: El grupo de investigadores que conforman este posgrado (cuerpo académico consolidado CA-161) está constituido por seis doctores, todos ellos miembros del Sistema Nacional de Investigadores —además de los citados líneas arriba: Emilio Palacios, Arturo Figueroa y Luis Plata.
No cabe aquí ser modestos, sobre todo si consideramos que este minúsculo grupo de investigadores tuvo que iniciar casi por completo desde cero y hacer acopio de energía, paciencia y creatividad poco menos que ilimitadas para resolver problemas de todo tipo: de infraestructura —transformar salones de clase en cubículos para profesores y alumnos, construir un pequeño pero bien equipado taller para dar mantenimiento a los valiosos instrumentos de medición (e.g. un medidor de corrientes cuesta alrededor de cuatrocientos mil pesos)—, económicos, ¿no alcanza el dinero del proyecto para rentar un buque oceanográfico como El Puma? Pues entonces diseñamos un equipo para hacer las mediciones desde una lancha, administrativos, cómo explicar a quienes resulten responsables que los pescadores que cobraron por llevar en su panga al investigador no pueden expedir facturas por sus servicios, y hasta culturales, en México el mañana puede durar más, muchísimo más, que en Rusia, sobre todo si forma parte de la frase: “Mañana mismo va a estar listo su equipo”.
De parca apariencia, a simple vista nadie podría afirmar que los profesores y alumnos que conviven y trabajan en los tres salones del edificio del CUCEI (que constituyen físicamente el posgrado), son los mismos que han logrado vínculos profesionales y de amistad con todas las instituciones en que las áreas de oceanografía, limnología y meteorología del país, desde el CINVESTAV en Yucatán, pasando por la Universidad del Mar en Oaxaca y, por supuesto, la UNAM —que, digámoslo de una buena vez, no cuenta con la masa crítica de oceanógrafos físicos que sí existe en el CUCEI—, hasta la UABC y el CICESE en Baja California. Sus lazos de colaboración trascienden fronteras, por supuesto, y no es raro que científicos de Rusia visiten nuestro país para intercambiar notas y aportar su experiencia profesional, mucho menos enterarnos de la existencia de proyectos conjuntos con Scripps (uno de los centros de investigación oceanográfica de mayor prestigio en el mundo) y la Texas A&M University.
Con cinco proyectos financiados por CONACYT y uno más por PROMEP y una productividad que se refleja en la publicación de numerosos artículos en revistas científicas internacionales e indexadas de alto impacto, el grupo de investigadores de este posgrado cuenta con tres líneas principales de investigación:
1. El estudio de los procesos dinámicos —en otras palabras, cómo y por qué se mueve el agua o, mejor dicho, las masas que integran la columna de agua. En el cómo y el porqué están incluidos movimientos tanto verticales como horizontales, el oleaje, la marea, las corrientes generadas por ésta, por el viento, por la rotación de la Tierra y por cambios en temperatura y salinidad— sobre la plataforma continental de los estados de Colima, Jalisco y Nayarit. Los efectos provocados por los ciclones tropicales en estas zonas costeras y la medición y simulación en computadora de corrientes y de la dispersión de contaminantes en regiones de gran importancia turística para el estado como Barra de Navidad y Bahía de Banderas, esta última resumida en dos palabras: Puerto Vallarta.
De interés principal para el posgrado son las ondas internas un tipo especial de oscilaciones que se generan, ya no en la frontera entre océano y atmósfera (como las olas), sino en la interfase entre dos capas de agua de diferente densidad (pensemos, para esclarecer un poco las cosas, en el clásico ejemplo de dos líquidos con una densidad muy distinta como el agua y el aceite. En el caso del océano, la diferencia en la densidad entre dos capas de agua no es tan grande). La importancia de su estudio radica en especial en el hecho de que, durante su propagación sobre la plataforma continental, en la zona costera, las ondas internas generan movimientos verticales, en un rango de hasta varias decenas de metros, de masas de agua, redistribuyendo con ello nutrientes, organismos planctónicos y oxígeno disuelto. Además, cuando se reúnen ciertas condiciones y a semejanza de las olas, las ondas internas pueden romper al aproximarse a la costa, no sin antes desintegrarse en lo que se conoce como ondas solitarias o solitones.
2. El estudio de la variabilidad de los procesos meteorológicos y de dispersión de contaminantes en la Zona Metropolitana de Guadalajara: cómo afectan oscilaciones interanuales —i.e., que se presentan con una periodicidad de algunos años— del clima mundial como las sequías y los famosos —y algo incomprendidos, si bien no incomprensibles— El Niño y La Niña en la meseta mexicana, y la dinámica de los contaminantes físicos y químicos en la generación de islas de calor y de frío en esta zona. Debe resaltarse el hecho de que, como consecuencia del crecimiento urbano, en las últimas décadas se ha determinado un incremento notable en la temperatura de la capa de aire que cubre la ciudad de Guadalajara, pero gracias a diversas y oportunas medidas de mitigación tomadas por el gobierno —entre ellas el ahora ubicuo convertidor catalítico de los autos y la regulación de las emisiones industriales—, nos hallamos ahora en una época en la que, por fortuna para todos, la concentración de contaminantes a la atmósfera ha disminuido considerablemente en años recientes.
3. Por último, el estudio de los procesos termodinámicos que tienen lugar en los lagos mexicanos volcánicos como Santa María del Oro (en Nayarit), Alchichica (en Puebla), Santa Isabel (en el Valle de México) y, no podía faltar, el Lago de Chapala.
Si abrimos este artículo con las palabras de un poeta mexicano, justicia es, por mucho más que lo mencionado en este texto, concluir recordando al oceanógrafo ruso Yuly Shokalsky (1856-1940), a quien se debe el concepto de “Océano Mundial”: un único sistema interconectado de océano y atmósfera, en el que se incluyen todos los procesos hidrológicos y meteorológicos estudiados por cientos de científicos del planeta. Apenas un puñado de ellos, por el momento, radicados en Jalisco.

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