Con Nicaragua en las páginas y en el corazón

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Presentación de Ya nadie llora por mí, de Sergio Ramírez, dentro de la Feria Internacional del libro en Guadalajara, México, sábado 25 de Noviembre 2017. ( © FIL/Bernardo De Niz)

Aún no podemos dejar de hablar de Sergio Ramírez. Hace unos días fue galardonado con el más importante premio para las letras en español, el Cervantes, para coronarse como el primer nicaragüense y, más aún, el primer centroamericano en haber recibido esta distinción. Días después, sigue sonrojándose con modestia cuando le aplauden, y sigue nombrando, cada que puede, a su país, a quien dedicó el premio.

Nicaragua se ganó el Cervantes.

En la FIL, la Feria de sus amores, su segunda casa, como ha dicho él mismo, accedió a firmar todos los libros, a tomarse todas las selfies que le pidieron, a seguir haciendo chistes sobre el premio. A pasarla bien con sus lectores, sin poses, sin pedanterías.

Sergio es así. En un salón de la planta alta de la Expo, lleno a más no poder, presentó su más reciente novela, Ya nadie llora por mí, una secuela de la anterior El cielo llora por mí. El tema principal de este libro es, sin duda, el desencanto del protagonista con el sistema.

Se trata de un thriller en el que una adolescente hija de un millonario de Nicaragua desaparece. Al protagonista, el inspector Dolores Morales, le ofrecen una fuerte suma de dinero para buscar el paradero de la joven sin hacer preguntas sobre el motivo de su desaparición. En esta búsqueda el investigador, que ya no forma parte de la policía nacional, encontrará también el entramado de corrupción que rige las cosas en el país.

La actualidad de los recursos narrativos, la facilidad con que atrapa al lector y, sobre todo, la narración de varios de los problemas estructurales en la democracia y la clase alta de Centroamérica, hacen del libro una de las imperdibles novedades de este año y una excusa perfecta para leer la primera entrega de esta saga, publicada también en Alfaguara.

O cualquiera de sus libros, como Adiós muchachos, para muchos su novela cumbre.

Sobre su escritura y el libro, Ramírez dijo que no le gusta repetirse o ser escritor de sagas, aunque esta historia impuso esas condiciones. “No tiene ningún sentido quedarse en la zona cómoda. Me gusta seguir otros retos como escritor”, dijo.

La novela negra es para el escritor una herramienta más para hablar de lo que le gusta hablar: de un sistema en Nicaragua que está roto y que favorece a quien no necesita más reparos para dejar desprotegidos a los otros, esos que se quedan atrapados en el medio, sin oportunidades, muchas veces ignorados y otras muchas vapuleados.

El personaje Dolores Morales, a decir de Julio Trujillo, director de Alfaguara en México, más que un nombre es un síntoma. Un síntoma de todo el continente.

Y aunque Ramírez asegura que, en efecto, los países de Centro y Sudamérica, incluso México, tienen significativas hermandades en cuanto a la podredumbre del sistema, Nicaragua es diferente para él.

“Es que en Nicaragua hubo una revolución y nada cambió”.

El libro se puede encontrar en Alfaguara y en los pasillos de la feria se le puede encontrar a él. Paseando nomás. Sonriendo a sus lectores y con el peso de una medalla más que no porta físicamente, pero que, en adelante, pesará en su nombre.

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