Los nuevos imaginarios religiosos de millennials y centennials

Los y las jóvenes están más dispuestos que sus antepasados a ampliar su visión del mundo religioso. Se organizan y asocian en torno a otro tipo de creencias que en muchos casos son adoptadas sin apartarse o divorciarse de manera categórica o tajante de su cristianismo o catolicismo

Los jóvenes en la Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG) se dirigen hacia otro tipo de religiosidad, por lo que estamos ante un fenómeno de pluralización de las visiones y las creencias religiosas. Los millennials o centennials, en términos generales, ya no son tan dogmáticos, no se aferran a principios religiosos inamovibles, y su fidelidad a un culto o creencia no es tan rígida como la que tuvieron los católicos de los siglos XIX y XX.

“Los nuevos imaginarios religiosos apuntan hacia una religiosidad cada vez menos institucional. Los jóvenes se sienten en libertad, porque si hay algo que se defiende dentro de la posmodernidad es la libertad, el derecho que todo ser humano tiene a explorar, investigar y experimentar nuevos tipos de religiosidades, en los que están incluidos los temazcales, el consumo de alucinógenos como el peyote o la ayahuasca, la práctica del yoga, de la meditación, entre otras” afirmó Fabián Acosta Rico, académico del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH).

El docente participa en la investigación “Los nuevos imaginarios religiosos en los jóvenes millennials y centennials de la Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG)«, proyecto financiado por la Universidad del Valle de Atemajac (UNIVA), de la cual es también académico.

Las generaciones de jóvenes millennials (que en promedio tienen entre 25 y 35 años) y centennials (son los adolescentes desde catorce hasta los 18 a 20 años), ambas tienen en común ser nativos digitales, cuando nacieron ya estaba el internet, ya se conocía o se generalizaba el uso de los teléfonos celulares y el de las computadoras portátiles.

Explicó, en términos generales, que los jóvenes están más dispuestos que sus antecesores a ampliar su visión y mundo religioso. No están aferrados a lo que se les enseñó, por ejemplo, en la doctrina, durante sus años formativos religiosos.

Las y los jóvenes se organizan y asocian en torno a otro tipo de creencias que son adoptadas sin apartarse o divorciarse de manera categórica o tajante de su cristianismo o catolicismo.

“Hay jóvenes que se reconocen como cristianos esperanzados en que los desarrollos de la biotecnología y cibernética les lleguen algún día a otorgar nuevas habilidades, dones, talentos, capacidades a las personas; hay jóvenes que están convencidos de lo que expresa Ronald Hubbard en la Cienciología o son fans de lo que dice J. J. Benitez, y los libros Caballo de Troya, consideran los planteamientos de un cristianismo ufológico o son seguidores de Carlos Castañeda (quien describió los viajes sobrenaturales a través del tiempo y del espacio, bajo la dirección de un chamán, provocados por el consumo del peyote).

Resultados de encuestas y entrevistas

Para llegar a estas conclusiones realizó veinte entrevistas a 20 jóvenes para explorar el aspecto cualitativo y encuestas a ochocientos jóvenes para abarcar el aspecto cuantitativo. Todos los jóvenes objetos de estudio son habitantes de la ZMG, destacó el académico.

De los encuestados, el 78 por ciento se declaró católico; el resto se divide entre pentecostales y evangélicos (más del 10 por ciento), fueron también incluidos aquellos que no se consideraron militantes de ninguna religión, además de los que se consideran ateos.

Los que se reconocen como católicos de profundas y férreas convicciones religiosas o los que se definen como cristianos a carta cabal no son más del 25 por ciento de los ochocientos encuestados. Es decir, uno de cada cuatro.

En cuanto a los 20 a los que se hizo entrevista para estudio cualitativo, la mayoría expresó ser católico. Uno se declaró agnóstico y una, deísta, con simpatía hacia el budismo.

El 40 por ciento de los encuestados expresa creer en la reencarnación, aunque se reconocen como cristianos; el 15 por ciento declaró haber practicado yoga alguna vez en su vida, aunque no faltó entre los entrevistados quien dijera que el yoga induce a las personas a creer en falsos dioses, y que incluso puede llegar a abrir canales mediante los cuales los practicantes podrían ser infiltrados por espíritus malignos.

Casi un 40 por ciento de los encuestados dijo haber practicado la oración, tanto personal como colectiva, y se consideran por esta práctica como personas espirituales; alrededor del 18 por ciento manifestó conocer prácticas espirituales más ascéticas.

Hubo encuestados que asociaron el budismo, hinduismo y sufismo con la meditación y prácticas espirituales más ascéticas.

Tanto encuestados como entrevistados oscilan entre un dios derivado de la filosofía oriental o de los nuevos paradigmas de la ciencia a un dios bajo una conceptualización apegada a las tradiciones religiosas.

Específicamente, en el grupo de encuestados, alrededor de 80 por ciento creen en un dios apegado a las tradiciones religiosas, y alrededor de un 14 por ciento en un dios más inefable, incomprensible, no personificado, ni definido como Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo. El resto no contestó o no cree en Dios.

El investigador indicó que los jóvenes millennials y centennials no son muy participativos de la vida en los templos. Sólo un 14 por ciento afirmó asistir a la iglesia, ya sea a la adoración nocturna, grupos juveniles, coros, grupos de teatro del templo. 

“Es decir cada día se está perdiendo esa vida en el templo tan rica que en su momento vivenciaron jóvenes de la generación X o los baby boomers”.

Un 12 por ciento de los encuestados indicó que había participado en una Romería, Llevada de la Virgen o peregrinación. “Si estamos hablando que Guadalajara es la sede de una de las romerías más grandes del mundo, a futuro parecería que esta práctica va decreciendo”. Otro 12 por ciento expresó que en su imaginario religioso hubo una influencia de productos culturales como los animé, comic, series de televisión, literatura fantástica o de ficción.

Entre las y los jóvenes hubo matices. El investigador señaló que ellas son más creyentes que los muchachos. Tienden a ser más religiosas, más practicantes y asumir su cristianismo o catolicismo con más seriedad. Los varones son más volátiles en torno a sus convicciones religiosas.

Destacó que los jóvenes de bachillerato, según la encuesta, resultaron ser más practicantes y creyentes; y los más dados al descreimiento hasta un 60 por ciento, los universitarios.

Las transformaciones que se están dando en la religiosidad está relacionadas, en buena parte, con el esoterismo de masas, conformado específicamente con las ideas y creencias que se derivan de los productos culturales que circulan por el internet y en las plataformas de streaming. Hoy es fácil que una muchacha después de haber visto El extraño mundo de Sabrina se sienta con la curiosidad de indagar sobre qué es ser una wika, o un joven que haya visto El sabor de las semillas de la manzana sueñe algún día en llegar a convertirse en un transhumano o posthumano, destacó el investigador.

“Actualmente nos encontramos ante sociedades en donde el dogma religioso es cada vez menos hegemónico, y podemos hablar que estamos ante una secularización y postsecularización en el que al joven se le presenta un universo cada vez más plural, de distintas creencias que no solo se afirman a través del discurso y del proselitismo religioso de las iglesias instituidas, sino que también circula a través de nuevos productos culturales”, expresó.

“Mi postura es que no va a acabar la religiosidad, sino que se va a transformar, y esa transformación se viene gestando no en los adultos, sino en los jóvenes. Los adultos siguen siendo de alguna manera Homo religiosus del siglo XX, y algunos hasta del XIX, pero los jóvenes son los que están avanzando hacia otro tipo de religiosidad».

 

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