Blanca Bojórquez y José Sánchez

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Niños, hombres y mujeres de diversas comunidades, entre estas indígenas, caracterizadas por la marginación, escasez de agua y abundancia de refrescos y frituras en bolsa, tienen alternativas para producir más alimentos orgánicos, a bajo costo y empleando menor cantidad del vital líquido.
Los académicos del Centro Universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarias (CUCBA) de la UdeG, Blanca Alicia Bojórquez Martínez y José Sánchez Martínez impulsan proyectos alimenticios y ambientales en las localidades jaliscienses de Haitmatsie y Hakaretsie (desde hace 12 y 9 años, respectivamente).
Tales acciones se han extendido a 10 poblaciones de Jalisco, además de dos en Oaxaca, dos Chiapas y dos en el Estado de México, mientras que cuatro en República Dominicana. En días pasados, los académicos fueron reconocidos con la presea al servicio social “Irene Robledo García”, otorgada por la UdeG.

¿En qué consiste su labor?
Básicamente es la producción de hortalizas orgánicas, como parte del proyecto “La conexión del crecimiento” de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), establecido desde el 2004.
También es impulsada la producción de carne y huevo, a fin de complementar la nutrición de las poblaciones, además de talleres para la educación ambiental, sobre todo con jóvenes.

¿Cuáles son los resultados de este esfuerzo?
Se ha contribuido mucho con la mejora de la calidad de vida de los pobladores de Haimatsie y Hakaretsie. Por ejemplo, en su desarrollo nutricional. En la actualidad, ambas localidades no presentan ningún caso de desnutrición severa.
En este momento son producidos 15 tipos de hortalizas. Algunas de las cuales son: betabel, zanahorias, acelgas, espinacas, jitomates y lechugas. Con estos productos, más la producción de huevo y carne de gallina, se ven mejoras en la piel y vista de los pobladores.
Mediante el proyecto FAO y con los estudios de la UdeG, se ha logrado que con poca agua se pueda cultivar una gran cantidad de hortalizas. Ambas comunidades tienen mucho problema porque el recurso hídrico es escazo.

¿Cómo llegaron a esa zona?
En 1997, el gobierno del estado solicitó el apoyo a la UdeG para realizar un diagnóstico de la actividad agropecuaria de Tenzompa y 12 comunidades aledañas. Nosotros fuimos, porque la Sagarpa pedía que llevara un alto contenido social y de investigación.

En materia de agricultura, ¿qué acciones han impulsado?
Algunos estudios. Por ejemplo, en la búsqueda de sustratos regionales que abaraten costos y sean más accesibles. Hicimos dos pruebas en la sierra Huichola. Una con jal y otra con estopa de coco. La última, fue la mejor opción para la siembra de hortalizas.
Las técnicas que utilizamos en el CUCBA las llevamos para allá, facilitando la producción, y sobre todo, que se realice en cajas y está cautivo el suelo, el agua, la fertilización con material de lombricultura. Es una técnica fácil y que se ha adaptado muy bien.

¿Es sencillo o complicado impulsar el desarrollo sustentable?
No es sencillo. En primer lugar por el consumismo. ¿Quién pudiera imaginar que es posible conseguir comida chatarra en un lugar tan apartado? Para ellos también es desconcertante, puesto que antes toda la basura que generaban era orgánica y la podían aventar al suelo y se reintegraba, mientras que con los actuales residuos, esto no es posible.
Los habitantes de estas comunidades tienen fe en nosotros. Nos hemos ganado su confianza y eso es muy difícil en la Sierra Huichola. La gente aprecia el trabajo de los alumnos, los reciben encantados y vamos por mucho más. Hay mucho trabajo por hacer todavía.

¿Cuál es su sentir respecto al premio?
En primer lugar es un reconocimiento a la doctora Irene Robledo, quien dejó un gran legado para Universidad y el servicio social en el estado. Es un estímulo para continuar con este trabajo que es exhaustivo, pero gratificante.
Agradecemos el apoyo de los profesores Leticia Fregoso, del área de suelos, Luis Arellano del invernadero, José Manuel Becerra, de control biológico. Sergio Contreras, de Lombricultura, todos ellos del CUCBA y que han apoyado esta labor.

Primera persona:
Blanca Alicia Bojórquez Martínez es originara de Guadalajara. Licenciada en Trabajo social y maestra en Desarrollo Rural. José Sánchez Martínez, nacido en Ixtlahuacán del Río, Jalisco, es ingeniero agrónomo y maestro en tecnologías de semillas. Ambos son académicos e investigadores del CUCBA.

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