Antes del terremoto

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CHE80526059. Gente mueve los escombros de un edificio destruido en Dujiangyan, Sichuan, suroests de China. Algunos viejos templos se derrumbaron con el sismo. Se iniciaron los trabajos de reconstrucción y retauración de valiosas reliquias. XINHUA/NOTIMEX/FOTO/CHEN XIE/FRE/HUM/

En México se tiene una política errónea en torno a cómo actuar en los sismos. Corremos cuando tiembla, bajamos las escaleras de los edificios y nos quedamos en la calle con el riesgo de que nos aplaste un poste; en las oficinas y escuelas nos resguardamos agachándonos debajo de un escritorio… Eso, en lugar de salvar la vida, nos puede matar, asegura en su artículo “Triángulo de la Vida”, Doug Copp, del Equipo de Rescate Americano Internacional (ARTI, por sus siglas en inglés).
Recordó que luego del trágico sismo de 1985, se sorprendió cuado vio a tantos niños muertos y aplastados en sus escuelas: porque quizá estuvieron bajo un escritorio o debajo de escaleras, una de las estructuras más peligrosas por todo el movimiento que tienen.
No es lo único, también las casas de cemento u otros materiales son propensas a caerse y aplastar a la gente, a diferencia de la madera que es un material mucho más noble y flexible; pero es difícil que pueda haber casas con ese material aquí, dijo David Barrera Hernández, director del Centro de Ciencias de la Tierra, adscrito al Centro Universitario de Ciencias Exactas e Ingenierías (CUCEI).
“Se necesita una nueva y verdadera cultura para salvar vidas. Lamentablemente a veces, y por cuestiones de herencia, y hasta por recomendaciones ni siquiera de especialistas, sino del familiar o vecino, se pueden hacer acciones incorrectas que nos pueden costar la vida”.
Además de la falta de políticas y de una cultura de prevención, la realidad es que tampoco la ciudad está para protegernos.
El especialista americano, quien tiene años como rescatista, señala que “Cuando un edifico se colapsa, el peso del techo cae sobre los objetos o muebles aplastándolos, pero queda un espacio vacío al lado de ellos. Este espacio es lo que llamó “el triángulo de la vida”. Cuando más grande es el objeto, cuanto más pesado y fuerte, menos se va compactar, cuanto menos el objeto se compacte por el peso, mayor es el espacio o agujero al lado del mismo, mayor es la posibilidad de que la persona que está usando ese espacio vacío no sea lastimada”.
Además se debe de tratar de preservar la calma, establecer puntos de reunión clave para la familia y, sobre todo, tener a la mano documentos de relevancia.

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