Alta tecnología para denunciar

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CONFERENCIA REFORMA DE ESTADO EN MEXICO POR PORFIRIO MU„OZ LEDO

Así como llegan los avances tecnológicos, el uso y el abuso de estas nuevas herramientas pueden ayudar a desenmascarar a un delincuente, presentar el hecho de una manera cruda y exhibir pruebas contundentes que revelen un delito. Juristas e investigadores en comunicación exponen su punto de vista sobre el uso de las nuevas tecnologías para la denuncia ciudadana y reporteril, y el límite que existe entre lo ético y lo legal.
La filtración de documentos, los micrófonos escondidos, las escuchas telefónicas, el espionaje, son recursos anteriores a las cámaras o tecnologías digitales que han posibilitado el registro de datos, imágenes y sonidos sin el consentimiento, o sin el conocimiento de los actores involucrados, así lo asegura la maestra María Elena Hernández Ramírez, coordinadora de la carrera de comunicación pública del CUCSH de la Universidad de Guadalajara, quien refiere que el uso de las cámaras escondidas en el periodismo es un debate que va más allá de las posibilidades que dan las nuevas tecnologías al periodista. “En el periodismo de investigación el uso de artimañas para obtener información ha sido una práctica recurrente, y también ha sido persistente el cuestionamiento sobre este tipo de procedimientos”.
El reportero puede argumentar que el público tiene derecho a estar informado y con ello justificar la obtención de la información a como dé lugar. Sostiene que una situación como esta tiene dos artistas relacionadas: el aspecto legal y el aspecto ético.
Agrega que en algunos países del mundo la reflexión sobre las prácticas periodísticas ha llevado a formalizar códigos deontológicos profesionales que sugieren la autorregulación de éstas y otras prácticas; adicionalmente, en esos lugares tienen avances en materia de regulación sobre el derecho a la vida privada, a la intimidad y a la propia imagen. No es el caso de México, en donde la legislación más próxima al tema es la contenida en los artículos 6º, 7º y 16º constitucionales, particularmente este último.
Según la catedrática, la trasgresión de la esfera de la intimidad es constante en el periodismo mexicano, “muchas veces, por exigencia de las empresas informativas que privilegian ciertos valores en sus notas y que sustituyen con imágenes ‘contundentes’ la reflexión y análisis de casos conflictivos, raros o escandalosos. Esto sucede aún con cámara abierta (basta pensar en las notas de seguridad pública, en que casi se hace declarar a víctimas moribundas, con tal de obtener ‘un testimonio’)”.
El uso o no de cámaras o micrófonos escondidos dependerá de situaciones y “del interés público”. Sin embargo, la experiencia comparada ha generado consensos, aunque sin reglamentación que cause sanciones.
Cita al periodista colombiano Javier Darío Restrepo, en su Consultorio Ético. “El uso de disfraces, cámaras y grabadoras ocultas tuvo que ver con un periodismo de espectáculo que le aportó brillo y argumentos de ventas a los medios, pero un material poco consistente a la sociedad. En efecto, cuando un periodista apela a medios ilegales, como una falsa identidad, o la violación del derecho de las personas a su intimidad, les resta valor y solidez a las verdades que obtiene”.
A la hora de grabar, el periodista e investigador argentino, experto en asuntos de ética periodística, Gerardo Prat recomienda no partir de la cámara oculta para investigar, ni falsear la identidad con la mentira o la falsificación de documentos o identidad del periodista. El periodista debe investigar el contexto y después grabar, nunca al revés, ya que el momento de la cámara oculta debe ser aquel en el cual el periodista ya no tiene más nada para saber sobre el caso. No utilizar la cámara oculta para obtener la misma información en menos tiempo, ya que es un recurso muy controvertido. No utilizar la cámara oculta cuando se puede utilizar la cámara abierta o normal. No utilizarla para lograr un golpe de efecto. Y no inducir a cometer el delito.
Con respecto a la publicación indica que se debe de tener presente siempre la relación privacidad-interés público, siendo la segunda más valiosa que la primera, ya que si no se cometería un abuso. No sacar de contexto en la edición. No publicar casos aislados sin carácter sistemático, institucional o estructural. No mostrar menores de edad. Dar lugar al punto de vista del sujeto involucrado en el supuesto delito. No ocultar los detalles contrarios a nuestra tesis. Mostrar siempre algún aspecto favorable al sujeto investigado no sólo es más honesto sino que provee de más credibilidad al trabajo periodístico. No mostrar personajes secundarios cuyo vínculo con el sujeto investigado es sólo proximidad física.

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