Algunos desafíos de la educación superior

Dos cuestiones que se han agravado durante este periodo de pandemia, el abandono escolar de los jóvenes y su acelerada incorporación al mercado de trabajo ante la situación económica del hogar

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La continuación de la pandemia en el año 2021 nos obligó a fortalecer las medidas aplicadas inicialmente para contar con un escenario más seguro, donde docentes y estudiantes consolidaron su adaptación a nuevas formas de aprendizaje. Con ello, se abrió el camino hacia la adquisición de saberes, tanto presencialmente como en línea, lo que ayudó a paliar el rezago derivado de la ausencia en las aulas.

Aunque falta mucho por hacer para consolidar un modelo mixto, se han dado los primeros pasos para lograrlo, y el balance puede valorarse como positivo. Algunos cursos fueron muy exitosos bajo esta modalidad y en adelante se pueden ofrecer sin temor a afectar la calidad educativa del estudiante, otros habrán de mejorarse, y los que están directamente relacionados con competencias prácticas, requieren continuar presencialmente, con medidas que garanticen la seguridad de todas las personas.

En este contexto, y para continuar con las acciones que permitan formalizar una oferta educativa innovadora, se tienen deben afrontar grandes desafíos en las instituciones de educación superior pública.

Para empezar, se requiere la modificación de la normatividad que regula el tránsito escolar, de manera que se puedan reconocer los aprendizajes en las distintas modalidades. Asimismo, es urgente modificar los criterios para el cumplimiento laboral de los profesores, que habiendo sido contratados tradicionalmente para un esquema presencial, hoy desarrollan una buena parte de sus actividades de manera remota y, paradójicamente, se les sigue exigiendo la asistencia a su lugar de trabajo.

¿Estamos preparados para transitar hacia un nuevo esquema de contratación y/o criterios distintos de cumplimiento en los contratos colectivos? ¿Los sindicatos y autoridades podrán asumir este reto?

Por otra parte, es innegable reconocer dos cuestiones que se han agravado durante este periodo de pandemia, una está relacionado con el abandono escolar de los jóvenes, principalmente por la falta de la infraestructura tecnológica para dar continuidad a las sesiones remotas, y otra es su acelerada incorporación al mercado de trabajo ante la situación económica del hogar.

El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) señala que más de medio millón de mexicanos abandonaron sus estudios universitarios (licenciatura y posgrado) a partir del confinamiento, mientras que la matrícula tuvo una reducción del 15.5% en el ciclo escolar 2020-2021.

Un problema más es la falta de soluciones eficaces para revertir la falta de aprendizajes significativos en campos del conocimiento que basan sus programas en la práctica, a pesar de haber utilizado las múltiples plataformas, simuladores y software especializado, que se convirtieron en una opción para realizar trabajo experimental. Esto no sustituye al espacio del laboratorio requerido para aplicar los  conocimientos teóricos y recibir el entrenamiento indispensable que coadyuve a los objetivos educacionales de dichos programas, por tanto, si las condiciones de aislamiento regresan ¿Cómo recuperar el aprendizaje perdido?.

Otro desafío que enfrentarán las instituciones de educación superior en el país durante 2022, es la falta de un presupuesto para los nuevos entornos de aprendizaje.

Si bien se ha establecido en la Ley General de Educación Superior la garantía de la gratuidad para éste nivel educativo, en los hechos, lejos de destinar bolsas de financiamiento para que las Universidades puedan ampliar el número de admitidos en sus centros educativos o actualizar sus instalaciones, el Congreso ignoró este mandato.

Tal como lo señalan Didriksson y otros autores (2021), la Ley General de Educación Superior se quedó en letra muerta, porque durante 2021 no se avanzó ni siquiera en la articulación entre los distintos niveles educativos, estrategia que no requiere de recursos sino de voluntades, mucho menos se incrementaron los recursos para las instituciones de educación superior públicas.

Los desafíos para navegar en este maremoto llamada pandemia son muchos, pero si se sientan las bases para evitar la segmentación generada en los grupos de jóvenes y se aprovechan las áreas de oportunidad existentes, se podrá avanzar.

Solo la educación nos hace libres y el futuro se construye en el presente.

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