Xavier Velasco

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Xavier Velasco siempre escribió sobre el género del rock, pero amaba en secreto la música de José José. Y es que hubo un tiempo en que todas las borracheras solían acabar con melodías del Príncipe de la canción. Y por ello un día decidió escribirle una carta.

“La escribí un par de horas antes de casarme. Estaba en un cuarto de hotel, en Las Vegas. Mi mujer estaba en el baño y me dije: Es tiempo de decir la verdad, aceptar que temblé cantando ‘El triste’. Y yo me preguntaba: ¿cómo hacía este pobre infeliz para cantar todas esas canciones y aguantar la vida? ¡Pues ya se ve cómo le hacía!”, dice Velasco.

Las cartas son como un autoexorcismo para él. Y la dedicada a José José es apenas una de las doscientas cuarenta que borroneó en su juventud. Algunas fueron reescritas, otras fueron desechadas. Al final, veinticinco fueron elegidas para su nuevo libro Entrega insensata: cartas a la deriva, que revive el oxidado género epistolar y que a decir de Marisol Shultz, su editora en tiempos de Diablo Guardián (ganadora del premio de novela Alfaguara), es “la entrega más sensata” de este irreverente escritor.

Gloria Trevi y su infausto manager Sergio Andrade, la Tigresa, su perro “Boris”; a algunos de ellos les dedica esta consumada prosa. Pero la carta en la que abre sus venas y tira la sangre en el papel, es la dedicada a su abuela, como lo admitió Velasco en un dialogo con Marisol Shultz hace unos días en Guadalajara.

“Al terminar cada párrafo, berreaba. Berreaba como no tienes una idea”.

Este libro, dice en entrevista, “es una colección de cartas. En varias de mis novelas hay cartas. En algunas más, en algunas menos. Siempre es una forma de comunicación con la que he tenido una cercanía especial. Me gusta hacer cartas, porque en ellas es muy poco el espacio que tiene uno para fingir, para adornarse, finalmente uno se desnuda y al final para eso es la escritura. Para desnudarse”.

Y un e-mail o un mensaje de WhatsApp no se presta para desnudarse… ¿Hace más frío?
La carta no tiene un límite. El e-mail en teoría tampoco, pero todo eso lo escribe uno entre prisas, entre muchas cosas que se tiene que hacer. Hay gente que dice “tengo veinte mails por responder” y responde lo que puede. Pero una carta es “me voy a encerrar contigo en un lugar y te diré una serie de cosas que no estoy seguro si te hubieras imaginado, o que sepas. Y no vas a poder interrumpirme. Voy a hablar hasta el final”. Eso solo se puede hacer con una carta.

Velasco estuvo en Guadalajara para charlar sobre literatura en la librería que lleva el nombre de Carlos Fuentes, un gigante de las letras que admiraba el trabajo de quien entonces era un joven escritor.

“La noche en que Marisol supo que yo había ganado el Premio Alfaguara, ella estaba en Puebla con Carlos Fuentes. Y él fue una de las primeras personas que se enteró del premio. Ella nunca me lo ha contado pero pienso que se las arregló para hacerle llevar parte del texto, porque el lunes siguiente que se divulgó, Fuentes como era su costumbre ya estaba al tanto, y ya había leído, no sé si toda la novela, pero una parte significativa de ella. Y para el martes ya había opiniones bien documentadas de Carlos Fuentes sobre mi novela. Sí comparto con ellos una serie de vivencias y experiencias que todavía me impresionan”.

Diablo Guardián marca un antes y un después en la obra de Xavier Velasco. Publicada en 2003 y ganadora del premio Alfaguara fue todo un fenómeno. El lenguaje que usó bailotea en una cuerda floja, entre lo prosaico y lo desinhibido. La novela, con Violetta como protagonista, fue adaptada recientemente en formato de serie para la plataforma digital Prime Amazon, con una polémica recepción de parte de los críticos y del público.

¿Qué opinión tienes de la serie?
Yo creo que es buena. La hicieron muy bien. Hicieron una muy buena lectura del libro. Transformaron la historia, como tenía que ser. No podía quedar tal cual. Y algunos lectores sí lo resintieron, estoy de acuerdo. Otros lo celebraron, pero básicamente en cuanto a calidad no tengo nada de que quejarme. Más que satisfecho, me siento muy aliviado.

Muchos se preguntan si podría darse alguna segunda parte o alguna nueva novela conectada de alguna forma con los hechos de Diablo Guardián…
No. La venganza del hijo de Violetta no está en mis planes. Es algo que ya pasó hace mucho tiempo. La novela tiene un principio y un final, y ahora sí que a otra cosa. En lo que  a mí respecta, estoy en otra cosa.

¿Y cuál es esa otra cosa, por dónde va ahora Velasco?
Estoy escribiendo una novela. Mis novelas las guardo como misterio, porque nada es definitivo mientras estás escribiendo una novela. Te puedes echar para atrás y cambiarlo todo. Nunca sabes qué es lo que va a pasar. Así que cuando estoy haciendo una novela, lo único que puedo decir es eso. Que estoy haciendo una novela y lo demás pues ya veremos.

¿Pero te gustaría explorar subgéneros distintos en la novela?
A uno siempre le llama la atención de meterse donde nunca he estado. Sí tengo ganas de hace una novela negra. Que como tal nunca la he escrito. Tengo ganas de escribir una obra de teatro. No estoy seguro que pueda funcionar como dramaturgo. Lo que pasa es que uno tiene pendientes. Pero por el momento todas esas ideas tienen que esperar porque estoy haciendo una que me come completamente la cabeza. Ya después vendrá el turno quién sabe de qué. Y esa incertidumbre es parte del juego. No me gusta tener mi vida cuadriculada de aquí al 2030. Me sigo preguntándome qué va a pasar y me gusta que permanezca en incógnito.

Finalmente la incertidumbre alimenta las ganas de escribir…
Pues sí, y aparte de que te alimenta las ganas de escribir, te da cantidad de coartadas para terminar haciendo lo que se te da la gana, porque no te has comprometido a nada, no le has vendido nada a nadie. Y es como la vida. No sabes lo que viene y hay que enfrentarlo.

Y más como la vida en México… el país de la incertidumbre. ¿Cómo lees lo que ha ocurrido en las últimas semanas?
Ahorita la incertidumbre es todo. Nadie absolutamente sabe qué va a pasar. Nadie sabe de dónde salió el dinero con el fideicomiso para las víctimas del temblor ni qué pasó con él. Nos esperan tiempos de gran incertidumbre, aunque no precisamente emocionantes. La palabra clave ahorita es incertidumbre.

¿Qué balance haces de la literatura mexicana actualmente en esta coyuntura?
Mira, no lo sé. Estoy seguro que hay especialistas que sí lo tienen claro. Yo sigo leyendo a autores que considero muy especiales. Me gusta leer a Enrique Serna, a Élmer Mendoza. Pero no sé qué está pasando con la literatura mexicana. Es como si me preguntas: ¿Qué está pasando en la cancha? Cuando yo he estado en la cancha. Puedo decirte cosas que he visto de cerca, pero realmente no tengo una panorámica. ¡Ni siquiera me veo a mi insertado en la literatura nacional!, como que no lo veo de esa forma. Lo veo como un juego en el que estoy y me gusta jugar. No he visto el marcador ni me he dado una vuelta a las gradas. Lo veo a nivel de cancha y estoy contento.

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