Virus viajeros

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    Dicen que sin criaderos no hay mosquitos, y sin mosquitos no hay dengue. En pocas palabras, el problema del dengue se asocia al desorden ambiental antropogénico. Y así acontece con otros virus. Hoy dicha situación se complica porque los mismos vectores transmisores del virus del dengue, también son transmisores de otro virus reemergente, el de la chikungunya.

    Desde la perspectiva laboral y aunque los síntomas clínicos son similares, el cuadro correspondiente al diagnóstico confirmado por el virus chikungunya es incapacitante y exige la permisividad oficial para la respectiva inasistencia durante, por lo menos, una semana.

    En la dispersión ambiental comunitaria de los virus y, por consecuencia, en los incrementos epidémicos de su casuística, existen factores que promueven significativamente su persistencia local. Por ejemplo, la marginalidad de una población representa un fondo de vulnerabilidad natural por la desnutrición dominante. Igualmente, la falta de cobertura vacunal se significa por la deficitaria protección. Eso, en aquellos casos cuando exista la vacuna, o bien, que los sistemas nacionales de salud se vean imposibilitados financieramente para su adquisición oportuna.

    Las diferencias en los niveles de bienestar y desarrollo entre nuestros países, provoca una creciente e incontrolada movilización, que representa un vehículo para la dispersión inesperada de problemas infecciosos de tipo viral. Ni siquiera los famosos filtros sanitarios, ni menos los cierres de fronteras representan barreras que impidan el ingreso de tales agentes, porque todavía las personas contagiadas no manifiestan ningún síntoma.

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