Violan derechos ciudadanos de tianguistas

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Por el derecho de piso que pagan los tianguistas, el ayuntamiento de Guadalajara percibe más ingresos que de los comerciantes establecidos con licencia municipal. Sin embargo, las autoridades no dotan a los primeros de los servicios necesarios para que puedan laborar con más higiene y seguridad, por lo que sus derechos ciudadanos son violados, afirmó José Jiménez Barba, académico de la División de Estudios Jurídicos, del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH).
El académico, quien realizó una investigación sobre los problemas legales relativos a los tianguis, indicó que en 2004 la licencia municipal para un comercio establecido oscilaba entre 800 y mil pesos anuales; en cambio un tianguista, si trabaja siete días a la semana, puede pagar mil 20 pesos al mes. La cantidad anual asciende a 12 mil 240 pesos.
No obstante, el ayuntamiento no proporciona a los tianguistas muchos de los servicios a los que está obligado, como son limpieza, seguridad y alumbrado. De hecho, tampoco hay vigilancia de Salubridad.

Basura y sin baños públicos

El reglamento de tianguis señala que la autoridad –en este caso el ayuntamiento– se encargará de la limpieza. Esto implica que pondrá botes de basura y cuando termine la labor de los tianguistas, enviará personal que barra y recoja los desechos. Sin embargo, son los vecinos quienes deben apilarlos en medio de la calle para que luego pase la barredora.
“Si a uno de los vecinos le dejan basura arriba de la banqueta y este no la coloca en medio de la calle, el ayuntamiento no la recoge. Eso es el pan de cada domingo en El baratillo, de cada martes en San Antonio y de cada sábado en La Concha, por mencionar algunos”.
A menos que el tianguis esté ubicado en las inmediaciones de un mercado, cuenta con baños públicos. “Hay talleres, casas y locales que prestan el baño, pero ¿quién los regula a ellos?, ¿quién vigila que reúnan las normas mínimas de higiene? La Secretaría de Salud no está cumpliendo sus funciones. Tampoco vigila a los vendedores de comida”.
En repetidas ocasiones, los vecinos deben tirar bolsitas que contienen excremento u orina y son dejadas a su puerta por la gente que va de compras o los vendedores ambulantes que no quieren pagar los dos o tres pesos que cobran los colonos por entrar a su baño.

Apuestas, a la orden del día

Las calles donde aterrizan los tianguis carecen de vigilancia policíaca. “El ayuntamiento no la proporciona. Los vecinos que deben estacionar sus vehículos unas cuadras más adelante, a fin de que pueda ponerse el tianguis, corren el riesgo de que les sean robados.
“A últimas fechas hay tianguis donde personal de vigilancia hace la ronda en bicicleta, pero no en forma permanente. Eso no brinda seguridad a la gente. Algunos comerciantes han sido víctimas de un asalto a mano armada luego de haber concluido su jornada de trabajo o antes de empezar sus ventas”.
El investigador explicó que en el tianguis de la calle 66 (desde Aldama hasta Pensador mexicano), los vendedores cooperan para pagar vigilancia externa, cuando el ayuntamiento debe proporcionarla.
En El baratillo, uno de los tianguis más grandes de la ciudad, son organizadas peleas de gallos y de perros, lo cual pone en peligro la integridad física de los ciudadanos.
“Entre Manuel Payno y Teresa de Mier pueden encontrarse vendedores de halcones, víboras y demás animales exóticos. Cerca de ahí, organizan apuestas para peleas de perros.
“Por la calle 38, rumbo a J. Luis Mora, montan peleas de gallos. Las autoridades brillan por su ausencia. Las apuestas están prohibidas, pero en esa parte de la ciudad, sin ser un palenque, parece que no”.
Uno de los riesgos más graves, indicó el académico, es que si una persona armada no está conforme con el resultado de la pelea, lo más probable es que inicie una balacera.

Derechos de los tianguistas

Jiménez Barba señaló que el reglamento de tianguis de Guadalajara incluye algunos derechos de los tianguistas, pero no los registra en su totalidad.
Por ejemplo, en el capítulo de procedimiento no menciona qué puede hacer el vendedor ambulante cuando la autoridad viola su derecho a establecer un puesto el día del tianguis.
El reglamento indica que el ayuntamiento habilitará el espacio para que los tianguistas comercien. Sin embargo, el municipio no ha hecho las gestiones necesarias ante la Comisión Federal de Electricidad para que surta a los puestos de energía eléctrica.
“El ambulante se ve obligado a robar la luz por medio de diablitos, pero porque las autoridades no adecúan el espacio”.
En opinión del académico resulta indispensable una reforma al reglamento.

En El Baratillo

La falta de vigilancia policíaca es uno de los problemas más fuertes que enfrenta El baratillo, uno de los tianguis más importantes en la zona metropolitana de Guadalajara, tanto por su extensión como por la variedad de artículos que ahí ofrecen: ropa usada, nueva, cámaras fotográficas profesionales, artículos de madera, libros, antojitos mexicanos, animales exóticos, alimentos procesados, alimentos naturales, juguetes, revistas pornográficas, todo lo imaginable.
Ahí, vendedores y parroquianos se quejan de los continuos robos a plena luz del día.
Esperanza Gómez, quien dice contar con derecho de piso, pues cada domingo paga 10 pesos al ayuntamiento por los tres metros cuadrados que ocupa, además de los 450 pesos anuales para renovar el permiso, comenta: “la gente sabe que venir a El Baratillo es como ir a Tepito (en el DF). En seguridad pública andamos mal. Hay asaltantes y carteristas. Ni nosotros nos escapamos”.
“Hay personas que toman la mercancía y le corren. Entre los tianguistas tratamos de apoyarnos y detener a los ladrones, pero a veces no podemos atraparlos. Es una pérdida para el negocio”.
La seguridad pública no es el único percance. En este mercado ambulante tampoco hay baños públicos ni tomas de energía eléctrica para los puestos que la solicitan, por lo que pone en peligro la salud e integridad física de los vendedores.
Berta Ortiz, vendedora de productos eléctricos, dijo que “a cambio de las cuotas que nos cobra el ayuntamiento, su personal barre la basura que genera el tianguis, pero eso es todo. A mí me cobran 16 pesos cada domingo por los cuatro metros cuadrados que ocupo.
“Vendo artículos electrónicos, sin embargo, no hay contactos para probarlos, por lo que mi esposo cuelga un cable del alumbrado público. Es peligroso. Hace un año el ayuntamiento prometió que instalaría contactos, pero nos cobraría una cuota extra. Estuvimos de acuerdo, pero hasta la fecha no ha hecho nada.
“También hay un policía que vigila, pero solo pasa una vez y ya no vuelve. La verdad es que sí hace falta. En ocasiones uno se distrae un poco y es cuando los rateros aprovechan.
“A veces faltan policías. Uno tiene que ser consciente y entender”, comentó el “Amigo” Rojas, quien dice ser sobador deportivo y ofrece sus servicios en el “consultorio” ambulante que instala cada domingo en El baratillo.
“Yo pido al ayuntamiento que instale baños, porque ahí anda uno batallando cuando los necesita… a veces donde sea… Por lo general algunas personas alquilan los baños de sus negocios o casas. Unos están limpios, otros no, algunos tienen puertas de madera que se están cayendo y uno debe taparse como puede para que no lo vean”, añadió Rosa Herrera Pérez, vendedora de artículos de madera.

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