Vender humo

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Sabemos que las viejas teorías de la conspiración son anticuadas y devaluadas. Pero igual de añejas son las mañas de los gobernantes, tanto sean de la vieja o “nueva” guardia. Seguimos perdiéndonos en debates interminables y fútiles sobre una escultura que ofende a la moral de un pequeño sector por el sincretísmo que representa; por otra obra que costó millones de pesos; por supuestos operativos en contra de lugares que lavan dinero a raíz de una investigación que aquí nunca se hubiera hecho y que de nuevo nos vinieron a hacer el favor los gringos; de una insignificante eclipsis y muchas cosas más que desvían la atención d elo más importante.

A saber: la ya insportable e inadmisible falta de seguridad, que si bien tien causas macros, sigue estribando principalmente en la incapacidad de las autoridades de controlar la problemática; esta semana otro chico, estudiante de la Universidad, murió en un asalto para robarle un celular.

La incapacidad para organizar una urbe que crece descontroladamente día a día, ignorada, o más bien solapada, por la corrupción de las autoridades y la avidez de unos cuantos empresarios.

En todo esto, dónde queda la gente, dónde queda el principio de la democracia, que dice que debería gobernar el pueblo a través de sus gobernantes. Eso es una “caudillocracia” alimentada por el dinero de los capitalistas, y nosotros viendo y tragando humo, como siempre.

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