Todos fuimos Pepito

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    El paso del tiempo no ha surcado su rostro con arrugas. Pepito, el niño con ingenio chispeante y de edad indefinida, sigue siendo popular entre los mexicanos. Su vigencia tiene origen en su capacidad de transformación. Salta con facilidad del humor blanco al doble sentido así como al chiste político, es adaptable a la idiosincrasia y a las preocupaciones de cada época.
    Pepito es un arquetipo de la cultura mexicana, un representante de la esencia nacional. Es el estereotipo del pícaro, inteligente y pendenciero. Refleja la manera de ser de un mexicano urbanizado, de clase media y alfabetizado. Las breves historias que protagoniza se repiten en todos los estados. En algunos lugares la gente le añade modalidades locales, pero el nombre del personaje es el mismo, afirmó el investigador de la Universidad de Guadalajara, Francisco Javier Cortázar Rodríguez. “Los chistes de Pepito retratan las preocupaciones de diferentes épocas. Representan la aventura de crecer como hombre y de protagonizar acciones que la sociedad considera como reprobables. Por ejemplo, hacer maldades. El mensaje de fondo es: ‘Si eres ingenuo vas a perder; sé inteligente y te saldrás con la tuya y te burlarás de los demás’”.
    Tiene como nota distintiva no sólo la picardía en el sentido sexual sino su ingenio, su capacidad de evadir las normas convencionales represoras de la sociedad. Enseña a la gente cómo pueden vivir de forma alternativa.
    Figuras como las de Pepito nacen y permanecen en el imaginario popular por la necesidad que tiene la gente de recurrir a prototipos, es decir a figuras que en algún sentido proyecten el imaginario social y conocimientos populares, aplicables a diferentes situaciones, agregó Igor ílvarez Núñez, académico del Departamento de sociología del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades. “Todos en algún momento hicimos una travesura o hemos estado dentro de una situación como las que vive Pepito. Somos nosotros mismos los que nos proyectamos a través de este personaje, es nuestro álter ego”.
    Sobre la fecha de nacimiento de este personaje, Javier Cortázar señala que sería muy aventurado ubicar el surgimiento de Pepito antes de los años 40.
    Como antecedentes de los chistes de Pepito están los de María y José, dos campesinos que hablan como indígenas y protagonizan chistes subidos de color. Al otro lado del mar, en España, está La Pilarica, un personaje popular que tiene como nombre Pilar, un nombre muy común en España, en honor a la Virgen del Pilar.
    La Pilarica protagoniza chistes “verdes”. Ella es una de las representantes de la picaresca y del mal dentro de la cultura popular española, en cambio la Virgen del Pilar es una representación del bien.

    Origen y evolución
    Javier Cortázar afirma que Pepito aparece como personaje consolidado en los años 50. Eran tiempos de posguerra, una época marcada por los medios de comunicación de masas: radio, periódicos, cine y televisión. En aquel entonces el personaje es protagonista de chistes blancos y pícaros. Tiene un nombre común José, al que todos llaman Pepito.
    En esta época la sociedad estaba perdiendo su aparente inocencia. Los mexicanos se dieron cuenta que las hormonas movían, en gran parte, su comportamiento e intereses. Pepito representaba el descubrimiento de la sexualidad. “Era una fuente alternativa que proporcionaba información, tal vez equivocada, pero que otros medios no ofrecían”.
    A partir de los años 80 las características pícaras de Pepito se acentuaron, eran más explícitas. Esto era reflejo de lo que acontecía en la sociedad mexicana, influida por la televisión. “Empezó a haber una ligera apertura. Comenzaron a transmitir semidesnudos, hay un cambio en el lenguaje. Este medio se vuelve más permisivo”, señala Cortázar.
    A fines de los noventa hay un cambio de época. El uso de internet puso a las nuevas generaciones en contacto con abundante información sobre sexualidad, por lo que el niño ha perdido vigencia como fuente de información sobre este tema, a diferencia de la generación de los ochenta. “Los jóvenes de 15 años a 20 años tienen acceso a una amplia información sobre sexualidad. Esta no les llegó por Pepito, sino por imágenes”.

    De sexólogo a político
    A los mexicanos les hacen mucho daño las decisiones de los políticos y por lo mismo la política es del dominio colectivo. Por eso Pepito abandonó un poco el terreno de la sexualidad y ha entrado al campo de la política.
    En política como en sexualidad, a Pepito no le interesa hacer un análisis, sino reírse de los poderosos. Este personaje exagera, al mismo tiempo que ridiculiza, es decir hace caricaturas. Los temas pueden ser los partidos políticos, el presidente, entre otros.
    Para Igor ílvarez, el personaje no deja de cumplir una función recreativa. La gente necesita divertirse, reírse de diferentes situaciones y lo hace, en parte, recurriendo al humor. “Los chistes de Pepito son una catarsis para el pueblo mexicano. Así se desahoga de la vida cotidiana compleja, atormentada, de escasez y carencia económica. Es una de tantas formas que tiene de distraerse”, finaliza Javier Cortázar.

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