Vivimos en una sociedad en la que somos fácilmente juzgados por nuestra apariencia. Es un patrón que hemos ido repitiendo porque así es como hemos sido educados y aprendido. ¿Acaso una persona vale más o menos por la forma en que se viste, por la forma de su nariz o del color de su piel?
Si nos ponemos a analizar, existen personas que son humilladas por la forma en que se ven diariamente, y nos hace preguntarnos qué tan vanos podemos ser como para querer darle valor a una persona por estos simples aspectos. Finalmente, ¿no somos todos humanos? Somos todos distintos, pero nuestra esencia como persona siempre va a residir en el interior. Creo que es importante recordar esto y vivir bajo este pensamiento, para poder ver a las personas como lo que son y no solamente lo que vemos con el ojo humano.