Sobrevivientes urbanos

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“La vida en mi barrio se torna cada vez más feo. Las maras se están apoderando de todo el barrio, porque cada vez hay más muertos. Un día entre semana que venía a trabajar, un día cualquiera, yo iba directo a mi casa y me encontré con un carro, cuando iba a cruzar una cuadra. Quise evitarlo, pero me golpearon por atrás. Me tuvieron con ellos toda una noche, drogado, sin poder moverme. Estuvieron creo que cantando, inhalando cosas y tomando cerveza. Me desperté una mañana en San Julián. No recordaba nada ni quién era. Mucha gente que me vieron un poco golpeado y que no podía caminar, me llevaron a un hospital, donde me atendieron y me dijeron qué me había pasado y todo eso. No sólo a las mujeres les pasa algo así, ¿verdad? Que de un día para otro las secuestran o algo. También a los hombres les puede pasar lo mismo y mucho peor que a una mujer”.
David. 17 años. Guatemala.

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“Las familias siempre son desintegradas. Por eso las personas se refugian en la calle, porque no tienen otra opción. Siempre he vivido en la calle, hasta la edad que tengo ahorita. Estaba deambulando en Morazán. Me agarré a tiros con otro muchacho. Me tiró y luego yo le di otro en el brazo. Los dos nos herimos. Existe tanta maldad en la calle, que uno no piensa para hacerle una maldad a otra persona. Por eso todos los años atrás han muerto muchas personas en la calle”.
Marco Tulio. 30 años de edad. Honduras.

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“Estaba sacando mi carrera, iba a hacer mis prácticas, cuando me subieron a un carro y me llevaron y me agredieron. Me dejaron sin nada, se llevaron toda mi ropa. Sóslo me dejaron mi pantalón y mi blusa. Lo más difícil en ese momento era saber que estaba embarazada. Recuerdo que el primer día que me puse un pantalón de maternidad, lloré un montón, porque me daba vergüenza salir a la calle y que la gente me viera, porque así como hubo gente que me apoyó, hubo otra que me criticó. Me enojé con ellos y también con Dios, porque había permitido que me pasara esto. El gobierno no está prestando la atención necesaria a los casos de abuso sexual. Se concentran en castigar a los que matan”.
Claudia Martínez. 17 años.
Ciudad de Plata, Guatemala.

Estas voces difundidas en el proyecto multimedia Urban Survivors, de la asociación Médicos Sin Fronteras (MSF), representan a una de cada 10 personas en el mundo que vive en estado marginal. Su día a día está marcado por la falta de alimentos, de agua y de un lugar con las medidas sanitarias para vivir, pero sobre todo, sufren de violencia, secuestros, asaltos y abuso físico y sexual.
Una investigación de MSF, presentada en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, difundió que existen 111 millones de personas que habitan en barrios marginales.
Al respecto, Javier Río Navarro, asesor regional de MSF para México y Centroamérica, explicó que las difíciles condiciones de vida propias de los ambientes urbanos marginales, generan graves problemas médico humanitarios a sus habitantes. Dichos problemas alcanzan en muchos casos niveles propios de una emergencia.
“América Latina es la región con el ritmo de crecimiento urbano más elevado de todos los países en desarrollo. Es indiscutible que este proceso de urbanización ha permitido el acceso a mejores condiciones de vida a una clase media creciente. Sin embargo, el costo social, económico, ambiental y de salud para las personas que viven en barrios marginales en esta región, es demasiado alto”.
Añadió que comenzaron a trabajar en México para detectar barrios en condiciones de pobreza, desigualdad y con violencia, con el fin de apoyar a las personas y detener las consecuencias de dichas agresiones.
“Los procesos de desigualdad, el estrés por la supervivencia y el miedo que expone a los grupos más vulnerables a sufrir violencia y abuso, esta vulnerabilidad frente al sufrimiento desatendido, aumenta en forma exponencial, por el limitado acceso de sus habitantes a su atención médica y psicológica”.
Llanos Ortiz, coordinadora médica de MSF en Guatemala, informó que en este país la violencia sexual se utiliza como una arma más, ya que una de cada cuatro mujeres adolescentes reportaron haber sufrido violencia sexual en el último año.
“La violencia sexual empezó a ser algo normal y esto impedía que las víctimas buscaran atención de algún tipo. El proyecto de atención integral a víctimas de violencia sexual encontró que muchos habían adquirido VIH después de la agresión y desde el 2008 ha atendido a más de cuatro mil víctimas. En general, la mayoría de los pacientes han sido menores de 18 años, lo que demuestra la gran vulnerabilidad de este grupo de edad”.
En cuanto a la violencia sexual, Llanos Ortiz dijo que a través de los años, el silencio de los guatemaltecos abusados se ha ido rompiendo por el apoyo de la asociación.
“De aquí en adelante todas las víctimas de violencia sexual van a seguir teniendo acceso a un tratamiento para prevenir las consecuencias médico y psicológicas y mitigar las sociales asociadas a la violencia sexual”.
La tasa de homicidios y violencia es extrema en Honduras, considera Laurence Gaubert, coordinadora general de MSF en este país. “Hay un problema de acceso a la salud muy fuerte y de responder a las consecuencias médicas de la violencia. Para dar esta atención médica hemos identificado a la población más vulnerable. Los que están en situación de calle son los más expuestos a la violencia. Esta población en situación de calle y la que se sitúa en los barrios más violentos de la ciudad, está completamente excluida y marginalizada del sector público”.
Encuestas en barrios marginales de Tegucigalpa, realizadas por MSF, arrojan que el 40 por ciento de los entrevistados vive con violencia sexual y física.
La especialista dijo que es necesario entender que las consecuencias médicas de la violencia representan un problema de salud pública que requiere una reacción urgente.
“Es importante que haya un acceso a tratamiento, pero también tenemos que preservar la seguridad de los equipos de MSF que trabajan en las zonas marginadas y que a la vez se refuerce la capacidad del sistema público”.
Liesbeth Aelbrecht, directora general de MSF en México, refirió que el objetivo de la asociación ha sido tratar a pacientes y dar testimonio sobre lo que ocurre en el mundo.
“Dar voz a los que no tienen voz, en búsqueda de mejorar su situación. Tal vez la palabra no salva vidas, pero el silencio sí mata. Nuestra acción ha evolucionado de la mano de las diferentes necesidades que enfrentan nuestros equipos”.
Puntualizó que el proyecto multimedia Urban Survivors (el cual puede ser consultado en la página www.urbansurvivors.org/en) “nos acerca al desafío que supone la supervivencia diaria en estos barrios”.

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