Salida no entrada

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“Lo que hace que se haya dicho que la marihuana es una droga de entrada no es la marihuana, es la superposición de los mercados. En Uruguay lo conocemos como efecto góndola (anaquel de supermercado), vas sólo por jabón y sales con el carro lleno. Esto pasa con las drogas igualmente”, considera Raquel Peyraube, asesora en el proceso de legalización de la hierba en el país sudamericano.

Peyraube, quien visitó Guadalajara para participar en el Foro Cannabis, explica que cuando los jóvenes van a comprar marihuana se les ofrecen otras drogas de mayor riesgo, y eso se solucionará separando los mercados.

“Además la marihuana es de escasa capacidad adictiva, es una sustancia que se acumula en el organismo. Se va perdiendo cuando uno cesa en su consumo, se va lentamente. Entonces no hay síndrome de abstinencia importante. Puede haber un poco de insomnio y de irritabilidad que pasa en dos o tres días y ni siquiera requiere tratamiento”, detalla la directora de la clínica de rehabilitación De Iceers.

“No puede seguir insistiéndose en que la marihuana es una droga de entrada. Ha quedado demostrado que es una droga de salida. Yo estoy conduciendo un protocolo en el que los usuarios de cocaína fumable son tratados con cannabis en proporciones que no tienen riesgo para la salud, porque ya los estudios observacionales muestran cómo alcoholistas, usuarios de heroína y otros opiáceos, de cocaína u otras metanfetaminas, cesan o cambian el patrón de consumo hacia consumos menos peligrosos sustituyéndolo por cannabis”.

Una de las críticas recurrentes de los opositores a la medida, es que los delincuentes desarrollarían otro tipo de ilícitos, a lo que la especialista uruguaya responde: “¡Eso lo vienen haciendo desde que el mundo es mundo! Eso no es una objeción a la ley. Siempre el crimen organizado está identificando nuevas cosas”.

Admite que hasta el momento no se ha medido el impacto que ha tenido en cuanto a índices de delincuencia la legalización de la marihuana en Uruguay, pues apenas se encuentra la fase de implementación y ya han salido las primeras cosechas.

En ese país, los consumidores de marihuana se inscriben en un registro del gobierno y pueden adquirir hasta diez gramos semanales en las farmacias, con menos de un dólar estadounidense por cada gramo. También están registrados los cultivadores y  se permite también plantar en los hogares para el autoconsumo.

“Como el único país que ha legalizado, nos sentimos con una responsabilidad de crear un modelo seguro, creíble, responsable, en el que todo esté siendo evaluado y definido muy minuciosamente. No por mucho madrugar amanece más temprano, y esta rigurosidad que está tomando el gobierno hace que requiera tiempo para hacer las cosas de la mejor manera posible y con las mayores garantías”, apunta.

Peyraube también expresa que toda política pública requiere de evaluación constante, “A pesar de que la política contra las drogas (en América Latina) no hace falta que nadie la evalúe porque ya quedó demostrado que es un gran fracaso”.

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