Romper cadenas

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    Ocotlán es el municipio de la región Ciénega de Jalisco que presenta más casos de violencia hacia la mujer. Existen factores sociales, religiosos y educativos que privan para que esta situación continúe y parezca una situación normal relacionada con el ser mujer.

    En la Unidad de Atención a la Violencia Intrafamiliar (UAVI), de este municipio, que cumplió recién 7 años de existencia, de octubre del 2013 a octubre del 2014 se proporcionaron mil 998 atenciones, entre tratamientos psicológicos, trabajo social, canalización de familias en conflicto y procesos jurídicos, de los cuales —según dice Hugo Olvera, director de la unidad—, casi el 50 por ciento son de casos por violencia en la pareja o el noviazgo.

    “Definitivamente Ocotlán está en números rojos en cuanto a violencia, sería difícil decir si ha aumentado o disminuido porque actualmente no hay investigaciones ni procesos en contra de ello en camino; la violencia ha sido un problema recurrente por años en Ocotlán pero no hay cultura de denuncia, por lo que sería difícil saber si hay aumentos o no. Las denuncias sí van en aumento, muchos de estos casos se quedaban ocultos en la familia, quizá sea un gran paso pero todavía falta mucho”, explica.

    A pesar de los altos niveles de violencia física y psicológica que sufren las mujeres, Ocotlán aún no cuenta con un reglamento municipal de Equidad de Género, pues si bien ha sido aceptado en la Comisión de puntos constitucionales, no se ha aprobado en el Pleno. Se supone que se trate en la próxima sesión del cabildo, pero hasta hoy no se habla al respecto en el municipio.

    La vocal de la Comisión de puntos constitucionales, Olga Gómez, quien propuso este reglamento, cree que pese a la necesidad de ello, en la práctica Ocotlán no está listo ni en actitud ni en acción para hacer que estas se cumpla.

    “Aquí hay machismo desde las fábricas hasta en los puestos de poder ejecutivo, sin embargo este será un paso importante para comenzar con labores en todos los estratos sociales que lleven a que la equidad de género sea una realidad y una obligación que de no ser cumplida sea castigada arduamente”.

    La también edil afirmó que este reglamento no puede seguir aplazándose. “Por sí mismo no va a cambiar la situación, pero quizá habrá acciones afirmativas que comiencen a surgir a partir de esto. Actividades que pretenden reeducar y fortalecer a la sociedad en temas de violencia y de desigualdad”.

    El reglamento incluye leyes derivadas de tratados internacionales que promueven la práctica de la inclusión y la erradicación de la discriminación laboral, así como sanciones para quienes no las cumplan, en materias como acceso a la información, la familia y las autoridades gubernamentales, salud y educación.

    “Las mujeres están empezando a despertar, a darse cuenta de que hay un ejercicio de violencia que aunque pueda ser sutil, puede traducirse en otra clase de violencias que va en aumento. Es entonces cuando las mujeres se empiezan a acercar, a romper las cadenas de la violencia”, afirma Olvera.

    No obstante, en los procesos intervienen otros factores. “El trabajo al que nos dedicamos es a capacitar a las mujeres para hacerlas fuertes ante situaciones de violencia y animarlas a actuar, no podemos ayudar a quien no quiere que le ayuden. Muchos de los casos que tratamos son sólo de atención psicológica porque las mujeres deciden no denunciar, esto ya sea por miedo a sus agresores o por desconfianza hacia las autoridades ministeriales que llevan a cabo el proceso”, dice el director de la UAVI.

    “Con nosotros se acercan porque en los ministerios públicos y en los juzgados no había respuesta a sus denuncias, tratamos de agilizar ese proceso y ayudarlas a que sea menos doloroso para ellas y más efectivo en aspectos legales”.

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