Primer informe del Rector General

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La semana pasada, el Rector General de la Universidad de Guadalajara, Itzcóatl Tonatiuh Bravo Padilla, rindió, ante el H. Consejo General Universitario, su primer informe de labores correspondiente a la gestión anual 2013-2014.

A lo largo de la hora y media que duró su exposición, el rector dio cuenta de los avances y resultados que ha tenido la Casa de Estudio en las diferentes áreas, como la docencia y el aprendizaje, la investigación y el posgrado, la internacionalización, la extensión y vinculación, difusión y cultura y gestión y gobierno, entre otras cuestiones.

Sin duda, la Universidad de Guadalajara ha alcanzado logros importantes y se ha posicionado como una de las instituciones educativas de carácter público más importantes del país, con reconocimiento y prestigio nacional e internacional. Sin embargo, como lo señalara el Rector General en la parte final de su informe, hace falta todavía atender ciertos rezagos, superar anacronismos y vencer inercias, encontrando nuevas áreas de oportunidad y desarrollo para la institución.

En lo particular, apunto siete áreas de oportunidad que pueden ayudar a mejorar a la institución y sus procesos académicos en el futuro inmediato.

En primer lugar, es urgente revisar el tema de los salarios y las prestaciones de los profesores e investigadores, así como del personal administrativo que trabaja en la Universidad, ya que la UdeG es una de las instituciones educativas del nivel medio y superior que tiene los tabuladores salariales más bajos de las universidades públicas del país. Es importante que la institución haya alcanzado el equilibrio presupuestal y este gran logro,  producto de la gestión del actual Rector, hay que reconocerlo y valorarlo en su justa dimensión.  Sin embargo, también hay que revisar el tema salarial, ya que no se puede aspirar a consolidar una institución de educación superior, si los trabajadores académicos y administrativos no cuentan con ingresos decorosos para poder vivir dignamente. 

En segundo lugar, es importante atender la demanda social de más espacios educativos para los jóvenes jaliscienses, pero sin poner en riesgo la calidad de la educación, ya que existen centros universitarios y preparatorias donde el número de alumnos por salón supera los 55, lo que no es recomendable desde la perspectiva pedagógica. Es decir, la institución requiere contar con las condiciones adecuadas de infraestructura y la contratación de personal académico para ampliar la cobertura en los servicios educativos. Más y mejores aulas, laboratorios, espacios de aprendizaje y profesores de tiempo completo es la demanda generalizada en muchos centros universitarios y preparatorias de la red universitaria.

En tercer lugar, la universidad debe ser una institución que fomente permanentemente la creatividad y genere nuevos conocimientos, transitando de un modelo de centro escolar de docencia hacia una universidad de investigación y desarrollo científico y tecnológico. Una universidad que estimule el desarrollo de mentes creativas y conocimientos innovadores, que supere el modelo memorista (tradicional) de educación y consolide un paradigma alternativo, que haga énfasis en el aprendizaje y el desarrollo de las habilidades del pensamiento de la comunidad universitaria. Una universidad que apoye decididamente la investigación científica y tecnológica, consolide más cuerpos académicos e incremente sustancialmente la generación de nuevo saberes en los diferentes campos del conocimiento.

En cuarto lugar, la Universidad requiere seguir siendo una institución que refrenda permanentemente su compromiso social y su vocación popular. Una universidad pública, laica y científica, en la que los hijos de los trabajadores y campesinos encuentren una oportunidad de superación profesional, en la que el bajo ingreso económico no sea un impedimento para ser aceptado y concluir satisfactoriamente los estudios superiores. Una institución de alto compromiso social implica, también, la existencia de un programa amplio de becas para estudiantes de bajos recursos económicos, así como un sistema de apoyos institucionales que reduzcan la deserción escolar de los alumnos con bajos ingresos.

En quinto lugar, la nueva universidad requiere sustentarse cada día más en el desarrollo tecnológico y la educación virtual. Esto es, una institución que se modernice tecnológicamente e incorpore las nuevas tecnologías instruccionales para apoyar sus procesos educativos. Una universidad con equipo e infraestructura moderna, que revolucione la forma presencial como hoy día imparte sus cursos, para abrir nuevas alternativas no presenciales de enseñanza y aprendizaje propios de la sociedad del conocimiento y la era digital. Hoy día hay serios rezagos en varias escuelas y centros universitario de la red, que demandan con urgencia la incorporación de nuevas tecnologías en el proceso de enseñanza aprendizaje.  

En sexto lugar, la Universidad tiene que reforzar su función promotora de la cultura, pero que ésta sea accesible a la comunidad universitaria y a los diferentes sectores sociales. De hecho, nuestra Universidad tiene que transformarse en un espacio por excelencia de la promoción cultural y la educación cívica, que genere e incorpore valor a la sociedad y que forme a sus alumnos en valores para la vida y el trabajo. Una Universidad que se vincule con los sectores sociales, productivo y gubernamental y cuyos estudiantes y egresados se liguen exitosamente con el campo laborar y social propio de su profesión. 

Finalmente, es necesario que la administración y el gobierno de la institución estén al servicio de la academia y no la academia al servicio de la administración. Hace falta impulsar una reforma administrativa que posibilite la verdadera descentralización y no sólo la desconcentración de la institución. Una universidad descentralizada implicaría que los centros universitarios y los sistemas educativos que conforman la red, tuvieran más autonomía en materia presupuestal, más libertad para vincularse con la sociedad y firmar convenios de colaboración y, sobre todo, más independencia en la toma de decisiones de carácter académico y administrativo.

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