Preguntas y más preguntas

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¿Cuál es el bagaje de conocimientos, habilidades, actitudes y valores que necesitamos adquirir para desenvolvernos con garantías en las sociedades en que nos ha tocado vivir? ¿Cuáles son los aprendizajes básicos en el Bachillerato General por Competencias? ¿Qué intentamos para que los alumnos y las alumnas aprendan en la preparatoria y, en consecuencia, qué enseñarles?

Preguntas similares a éstas han estado a menudo en el centro del debate educativo, especialmente en los momentos en que, como sucede en la actualidad, las sociedades se enfrentan a nuevos retos y desafíos.

Es habitual que los contenidos o las competencias en la currícula de la educación media se justifiquen argumentando que su aprendizaje es necesario para alcanzar uno o varios de los siguientes propósitos: a) hacer posible el pleno ejercicio de la ciudadanía en el marco de la sociedad de referencia; b) poder construir y desarrollar un proyecto de vida satisfactorio; c) lograr tener acceso a otros procesos educativos y formativos posteriores con garantías de éxito.

¿Qué contenidos y competencias son los relevantes en los distintos semestres de la educación media? ¿Qué es lo imprescindible de los contenidos para el logro de los propósitos propuestos, para que éstos justifiquen su presencia en la currícula, aunque todos sean “deseables” en el sentido de que su aprendizaje favorece y potencia el logro de dichos propósitos? Lo básico deseable, por su parte, remite a los aprendizajes que, aun contribuyendo en forma significativa al desarrollo personal y social del alumnado, no lo condicionan o determinan negativamente en caso de no ser alcanzados, y son aprendizajes que pueden ser “recuperados” sin grandes dificultades más allá del término de la educación obligatoria, de la educación media o superior.

Sin duda esta situación es problemática. Entre otros motivos porque en último extremo la decisión dependerá de la importancia que le demos a los conceptos básicos según el contexto sociocultural en el que nos encontremos, y la función o las funciones que pensemos debe cumplir la educación media en la sociedad actual.

Sin duda ello conforma un eje de reflexión que estará presente en la toma de decisiones sobre qué enseñar y aprender en el nivel bachillerato.

Estas decisiones remiten, hay que señalarlo, a las finalidades y los propósitos de la educación media y, a través de éstas, establecer un proyecto ideológico sobre el tipo de sociedad y de persona que se quiere promover y potenciar.

A partir de esos ejes de reflexión sobre para qué aprender y para qué enseñar en la educación media superior, las preguntas son muchas.

¿De qué culturas tienen que formar parte los alumnos y las alumnas al término de la educación media o de otro nivel para no quedar al margen de la sociedad del hoy y mañana? ¿Para construir y desarrollar un proyecto de vida satisfactorio? ¿Para tener un desarrollo personal emocional y afectivo equilibrado? ¿Para tener acceso a otros procesos educativos y formativos posteriores con garantías de éxito?

¿Qué grado y qué nivel de conocimiento y dominio de las herramientas simbólicas, las prácticas  socioculturales y los saberes correspondientes deben conseguir para llegar a formar parte de estas culturas?

¿Qué aprendizajes, definidos en términos de competencias y de saberes asociados a éstas son absolutamente imprescindibles para alcanzar el nivel de conocimiento y dominio pretendido en cada caso?

¿Cuáles, de entre estos aprendizajes, son fundamentalmente una responsabilidad exclusiva de la escuela y en cuáles las comparte con otros escenarios y agentes educativos? ¿Hasta qué punto es asumida realmente esta responsabilidad por otros escenarios y agentes educativos?

En fin, la calidad tiene que vincularse a la pertinencia, es decir, a la búsqueda de la solución de los problemas más graves de la sociedad, como la pobreza y la exclusión, la intolerancia, la violencia, el analfabetismo, el hambre, el deterioro del medio ambiente y las enfermedades.

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