Por varios caminos se llega a la filosofía

631

El pasado 19 de febrero estuvo de visita en el Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades Chong-Fuk Lau, profesor del Departamento de Filosofía de la Universidad China de Hong-Kong, para ofrecer una conferencia en la que habló sobre sus trabajos en torno a la filosofía de Kant y la de Hegel.

Sostuvo que el punto de partida de Kant es un hecho que todos podemos entender cuando reflexionamos en los límites de la percepción humana, como la visual: los seres humanos sólo podemos discernir movimientos de una cierta velocidad, ni demasiado lenta, como los movimientos de una planta que busca el sol, ni demasiado rápida, como el aleteo de un colibrí delante de una flor. Limitaciones como estas las tenemos en todos los niveles del conocimiento, desde la percepción, como acabamos de ver, hasta la creación de modelos y teorías complejas. De estas consideraciones, Kant concluyó que los límites de lo que podemos conocer están determinados por el aparato cognitivo. Habría, sin embargo, siempre algo fuera del alcance de nuestro aparato cognitivo, una realidad incognoscible.

El problema está en que, como mostró el Dr. Lau, surge la pregunta de si el aparato cognitivo mismo es cognoscible. Kant no da una respuesta clara a esa pregunta, pero los que lo leyeron argumentaron que las dos respuestas posibles contradicen su idea original acerca de los límites del conocimiento. El problema de cómo podemos resolver la contradicción ha venido discutiéndose en filosofía desde entonces. Lau esbozó la solución que él anda buscando, para la cual utiliza una importante idea de la computación, a saber, la de que combinar ceros y unos puede representar cualquier operación. Sin entrar en detalles, podemos ver que la computación puede servir incluso para tratar de resolver problemas de filosofía.

En el caso de Hegel, Chong-Fuk Lau nos mostró que podemos entender lo que el filósofo alemán trató de hacer sin caer en las caricaturas que sobre Hegel nos ofrecen los manuales al uso. El punto de partida es el mismo: cómo entender los límites del conocimiento humano. La idea central de la interpretación del Dr. Lau estriba en entender que, para Hegel, esos límites están en constante movimiento, de forma que a cada paso que da el ser humano para entender el mundo, el filósofo debe revisar lo que ha ocurrido con esos límites, pero sin pretender que es posible hablar de lo que está “del otro lado”, ya que en efecto no hay tal otro lado. Estamos siempre de este lado, del lado de nuestro aparato cognitivo, empujando siempre más y tratando de mover esos límites.

Retomando el ejemplo anterior: gracias a la tecnología del cine y el control que ella nos da sobre la velocidad de lo videograbado, podemos ahora escalar la velocidad para ajustarla a nuestro aparato cognitivo, acelerando para percibir el delicado movimiento de la planta que busca el sol, ralentizando para percibir los detalles del aleteo del colibrí. Eso nos permite hacer teorías sobre plantas y aves que antes no podíamos siquiera soñar. Los límites se han movido una vez más.

Oyendo disertar al Dr. Lau, lúcido y empeñoso en su intento de descifrar dos de los filósofos más obscuros e influyentes que ha habido, podemos todos aprender una lección de humildad. En lugar de tomar palabras, frases y consignas de tal o cual texto de Kant o Hegel, del que apenas hemos entendido una pequeña fracción, para poder enarbolarlas como “la verdad” o al revés atacarlas como “falsas” o “absurdas”, haríamos bien primero en leer los textos con cuidado y llevar a cabo el enorme y pesado esfuerzo de entender lo que esos filósofos estaban tratando de hacer.

Eso es lo que el Dr. Lau ha hecho en su todavía joven carrera, y eso es lo que podemos y debemos todos aprender de él.

Artículo anteriorEl lago de los cisnes
Artículo siguienteDictamen IV/2018/126 Modificación del Estatuto General de la Universidad de Guadalajara, a efecto de regular la figura del Consejo Directivo, como parte de la estructura de los Institutos de Investigación de la Red Universitaria