Partidos y sociedad

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    Es evidente la desilusión de la sociedad por “el cambio”, desilusión generada por la incompetencia de los políticos y los partidos políticos como el PAN, principalmente por ser éste el partido en el poder y que gobierna en varios de los municipios y estados del país, con resultados funestos que han deteriorado más el nivel y la calidad de vida de los ciudadanos; esta realidad ha generado que la sociedad se encuentre harta de los políticos y los partidos, que han demostrado no sólo su incompetencia para resolver los problemas de la gente, sino que los problemas que aquejan a los ciudadanos son añejos y los actuales políticos siguen utilizando discursos e ideas igual de viejos a los problemas sociales que por años ha padecido el pueblo de México.
    Hoy en día los políticos se caracterizan por su falta de inteligencia para resolver los problemas, falta de compromiso social, falta de honestidad, falta de capacidad para dialogar y llegar a acuerdos, falta de ideas nuevas, visionarias e innovadoras y, lo más importante, no les interesa servir ni luchar por mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, pues su único interés se centra en servirse del voto de la sociedad para mejorar sus ingresos económicos y los de sus familiares, brincando de un puesto a otro en la administración pública, en la Cámara de Diputados y la de Senadores, para vivir como garrapatas: chupando los impuestos de todos los contribuyentes que tenemos que trabajar de ocho y hasta 18 horas al día para sostener a la familia y de paso a la clase política de este país, que cada sexenio desilusiona y se hunde más por la mediocridad y su falta de visión. Ante esto, a la sociedad no le queda más que buscar otras alternativas dentro de los partidos bautizados como “la chiquillada”, y seleccionar de entre los representantes de los partidos pequeños a los que realmente muestren ser ciudadanos honestos e interesados en mejorar la calidad de vida de todos los que habitamos este país y que propongan soluciones a los problemas viejos y actuales con ideas nuevas, visionarias e innovadoras y con sentido social, que no estén enfermos de poder, ni quieran vivir eternamente —sin oficio ni beneficio para el pueblo— del presupuesto del gobierno.

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