Miguel Miramontes

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    Para visitar: tengo esculturas por toda la ciudad: en la parroquia de San Marcos y en la sede episcopal de Guadalajara, entre otros edificios religiosos, además de las hechas a los próceres en la Rotonda de los Jaliscienses ilustres.
    Autobiografía: es el libro que acabo de presentar y en el que viene todo esto de lo que estoy hablando ahora.
    Qué más: son 49 capítulos sobre mi vida: la infancia, el trabajo y algunas anécdotas acerca mi carrera como escultor.
    Escultura: pasión, emociones, entusiasmo por crear.
    JArdín de niños: fui un niño como cualquiera. No andaba haciendo esculturas ni nada de eso: jugaba a lo mismo que los demás. Eso sí, me gustaba mucho dibujar, pero nada más.
    Érase una vez: cuando tenía 15 años, mi padre me llevó a un taller donde trabajé como santero. El escultor que fue mi maestro se llamaba don Agustín Espinosa. Era de Querétaro. Sus esculturas más conocidas son las de La Merced y todas las de San Juan de Dios. Me aceptaron de aprendiz. Ahí me desarrollé durante tres años y aprendí a hacer imágenes.
    Primera piedra: nací en Guadalajara, pero me fui a estudiar a México, a la Academia de San Carlos. Cuando terminé la carrera, un día vine a Guadalajara con la intención de proponerle al gobernador Agustín Yánez que me dejara hacer un monumento a José Clemente Orozco, quien acababa de morir. Yáñez aceptó y me puse a trabajar en el proyecto. Esa fue mi primera obra. Hoy el monumento puede ser apreciado a unos cuantos pasos de Los arcos Vallarta.
    Orozco: mi inspiración. Para mí fue uno de los más grandes pintores y sentí casi un compromiso de hacerle un monumento.
    En la UdeG: fui el fundador de la carrera de escultura. Durante 30 años di clases en la entonces Escuela de Letras y Arte. En ese tiempo el pintor Jorge Martínez dirigía la escuela. Fue él quien me invitó a esta casa de estudios. Yo vivía en la ciudad de México. Solo había venido para el monumento a Orozco y mis planes eran regresarme al taller que tenía allá. No estaba seguro de querer volver a mi tierra natal en ese momento, pero el maestro me insistió tanto que me convenció. Impartí clases hasta 1983, el año en que me jubilaron.
    Bye, bye Guadalajara: desde hace 10 años me mudé a Chapala. Ahí está mi taller. Todos los días trabajo y tengo esculturas por toda la casa.
    Lo que viene: actualmente hago una escultura del muralista jalisciense Gabriel Flores, para incluirla en la Rotonda de los Jaliscienses ilustres.

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