Los nahuas en Jalisco

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    Analizar el impacto que tienen las agroindustrias en la salud de los habitantes de comunidades indígenas del sur del estado, es uno de los objetivos de estudio de investigadores del Centro Universitario del Sur (CUSur), en colaboración con la Universidad de Toronto, encabezados por las doctoras Claudia Rocío Magaña González y Kathi Wilson.

    La investigación está centrada en tres ejes: el impacto que tiene la producción de alimentos de las agroindustrias en comunidades nahuas en la salud; la producción de alimentos en pequeña escala, como una estrategia que resuelve necesidades básicas y que repercute en la salud, así como visibilizar la existencia de indígenas nahuas en el estado.

    “Desde hace un año la Universidad de Toronto se acercó a CUSur para ver quién estaba interesado en trabajar con las comunidades indígenas en el ámbito de la salud. Coincidimos en intereses y empezamos a trabajar. Tuvimos charlas con representantes de las comunidades de Tuxpan. Más allá de los aspectos de desnutrición, encontramos que la problemática indígena en el ámbito nacional está relacionada con la economía neoliberal, en que la explotación desmedida de los recursos naturales es cada vez mayor. Los indígenas son despojados de sus territorios y al no tener tierras emigran o buscan alternativas”.

    Explica que en el Sur de Jalisco las agroindustrias han tenido apoyo del gobierno estatal y federal, pero no se han encargado de medir el impacto que tienen no sólo en lo económico, sino en la salud. A su vez, las personas de poblaciones rurales encuentran en estas actividades un espacio donde emplearse y conseguir un ingreso, al no poder producir alimentos.

    “Tienen que trabajar, exponerse al uso de pesticidas. En Tuxpan están desarrollando cáncer de piel. Hay mujeres con problemas de infertilidad, cegueras prematuras y paradójicamente estas mujeres consideran que trabajar, aunque sea ante estos riesgos, es lo mejor que les pudo pasar, por la oportunidad de tener un ingreso y no depender del marido”.

    Un panorama distinto en esa región es el que presenta Cuzalapa, municipio de Cuauti-tlán de García de Barragán, comunidad que ha trabajado en la defensa de su territorio y donde existe un grupo de mujeres llamado Color de la tierra, con más de 15 años trabajando en la recuperación de los procesos de producción de alimentos en el ámbito local, gracias a cursos de agricultura orgánica.

    “Este grupo de mujeres, a diferencia del de Tuxpan, ha generado una economía alterna, que vela por la salud de la comunidad. Están vinculadas a una red de campesinos productores de agricultura orgánica que busca establecer una red regional y están desarrollando un proyecto ecoturístico”.

    El trabajo de campo de esta investigación inició en marzo y podría extenderse dos o tres años, ya que pretenden hacerlo a profundidad, para retroalimentar a la comunidad. Consideran que si atienden a lo que sucede en esas poblaciones, será más fácil desarrollar proyectos de intervención, si las comunidades lo requieren.

    “Queremos decir que estas son las condiciones en las que están las comunidades, por los efectos de seguir este tipo de lógicas de explotación de recursos naturales y que conviene rescatar las experiencias favorables que nos dicen que no necesariamente debemos insertarnos a una producción a gran escala. Podemos desarrollar un trabajo colaborativo y decirles qué quieren que hagamos con esa información, y que sean ellos los que decidan”.

    Alicia Robles, estudiante de maestría que colabora en la investigación, comentó que la experiencia le ha dejado buen aprendizaje, en el sentido de cómo se debe intervenir en esas comunidades.

    “Desde esa perspectiva he visto la importancia de entender cómo se está llevando a cabo, cómo lo interpretan las personas y qué es para ellos la salud. Esto aporta mucho y abona mayor conocimiento en esta área”.

    Yarena Figueroa, otra de las alumnas de posgrado que colabora, destaca la situación que viven las mujeres de ambas comunidades.

    “Las mujeres de Cuzalapa hacen referencia de que al principio, cuando colaboraban con el grupo, iban a escondidas de su marido y poco a poco, con los resultados, han sido más independientes. Es importante compartir esta experiencia”.

    Una vez concluida la investigación, existe la posibilidad de hacer un estudio comparativo entre estas comunidades y lo que sucede en las reservas indígenas canadienses.

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