Los candidatos

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    Son tiempos de campaña.
    Por estas fechas, sujetos comunes y corrientes suelen transformarse en personajes extraordinarios.
    Aunque no tenían habilidades conocidas, por algún extraño misterio tan pronto son considerados precandidatos a algún puesto y no importa por el partido que sean mencionados, sufren una metamorfosis para convertirse en seres totalmente distintos a los que todos conocían.
    Los candidatos son simpáticos, agradables, leales, amigables, buenos compañeros, trabajadores, honestos, honrados, serviciales, dicharacheros, generosos, aguantadores, buenos compadres, excelentes padres, buenos charlistas, guapos, elegantes, exitosos e inteligentes.
    Sólo hay alguien que en talento supere al candidato: otro candidato.
    He aquí unas perlas.

    *** *** ***

    El candidato a senador por el Estado de México era un hombre “echado pa´delante”.
    No había tema que no conociera y sobre todo petición que no atendiera en campaña.
    Lo mismo desayunaba con pobres de Chalco unos huevos con frijoles y tortillas; que se reunía con empresarios para exponerles los proyectos que pensaba impulsar para las inversiones que necesitaba la entidad.
    Pero lo suyo definitivamente era el pueblo.
    En cierta ocasión el candidato priísta a senador encabezaba un mitin y estaba más desprendido que nunca.
    Aquella mañana la gente se acercaba y pedía una beca y el candidato respondía:
    “¡Una beca para esta mujer!”.
    Otra señora le comentaba que no había alcanzado despensa y el candidato respondía:
    “¡Una despensa para la señora!”.
    Ese día nadie salió mal atendido. Despensas, juguetes, balones, becas, terrenos, prácticamente no había nada que el futuro senador no pudiera conseguir o prometer a los ansiosos habitantes del Estado de México que esa mañana acudían al mitin.
    De pronto, ojo de lince y olfato sensible de buen político que ve en cada alma un potencial votante y promotor de su imagen, el candidato reparó en la presencia de un hombre que no se atrevía a acercarse.
    Tímido, el sujeto se mantenía con las manos en la espalda y simplemente se limitaba a ver.
    El candidato lo descubrió, fijó su fuerte mirada –que los publicistas de su campaña ya explotaban en la propaganda—y le gritó:
    — ¡A ver, usted, sí, usted! ¡Acérquese y dígame qué necesita!
    El hombre apenado se negó a acercarse y respondió que no necesitaba nada.
    — ¡Cómo no, claro que necesita algo, dígame, que le hace falta! –insistió el candidato.
    — Nada, nada, estoy bien –dijo de nuevo el hombre.
    Pero el astuto candidato olió el viento y la oportunidad. Con la mirada de los presentes en el sujeto delgado y de baja estatura que con timidez eludía el cortejo del candidato, éste subió el tono y dijo con energía (como si ya hablara desde la tribuna en el senado):
    — ¡No amigo, dígame qué le hace falta!
    Y entonces el sujeto venciendo su timidez se acercó y mostró sus brazos:
    — Pues un brazo. Me hace falta un brazo – dijo y exhibió el miembro derecho mutilado.
    Sorprendido, el candidato a senador vaciló unos segundos y luego se repuso para gritar con energía:
    — ¡Un brazo para este hombre!
    Cuentan los periodistas que cubrieron la campaña del candidato, que a los pocos días de aquel histórico mitin, pudieron ver a un hombre solícito y activo apretando con fuerza contra el pecho con su prótesis del brazo derecho, cientos de volantes del candidato a senador que repartía con una sonrisa convencida de promover al mejor hombre del Estado de México.

    *** *** ***

    Jesús González Gortázar siempre fue un folclor.
    Cuando era candidato a senador y siendo dirigente de los Propietarios Rurales, un día en Tuxpan, Jalisco, hilvanó su discurso con al menos 20 de sus más coloridos refranes.
    Y al cerrar su mensaje arremetió contra aquellos “vividores” que sin ser campesinos recibían los beneficios del gobierno tan sólo por vivir en zonas rurales.
    Lo concluyó así:
    “No porque un hombre nazca en el campo, va a ser campesino; de la misma manera que no porque un gato nazca en un horno va a ser pan”.

    *** *** ***

    En Nogales, el jefe de prensa del candidato discutía con el periodista frente al mitin de cierre de campaña.
    — Te digo que son como 20 mil.
    — ¡Estás loco!, cuando mucho habrá tres mil –decía el periodista.
    El jefe de prensa insistía:
    — No, no, fíjate bien. Ve el mitin abarca dos manzanas, aquí caben 20, es más 25 mil personas.
    — ¡Exageras! –respondió el periodista–, cuando mucho habrá tres mil.
    Tras una larga discusión y sabiendo que estaba en juego el cierre de campaña del señor candidato a gobernador y su espacio en el diario al día siguiente, el reportero resolvió el problema de la siguiente forma:
    — Mira, te la pongo fácil. Son tres mil y de ahí para arriba ¡a peso por cabeza!

    *** *** ***

    Manlio Fabio Beltrones era candidato a gobernador y le gustó siempre tener el control de todo.
    Cuando andaba en campaña, llegó a Santana, una pequeña ciudad cercana a Hermosillo. Ahí se reunió con un singular político de ese sitio que tenía varios días esperando su llegada.
    Manlio, enterado de las prisas del entonces precandidato, le preguntó:
    — “Flaco”, ¿es cierto que quieres ser alcalde de tu pueblo?
    Y aquel hombre con las ansias desbordándole el rostro, respondió en el acto de la siguiente forma:
    — ¡Me urge!

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