Los caminos del estudio

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Acceder a la educación universitaria no siempre resulta un camino sencillo para los jóvenes, sobre todo si para continuar con su preparación profesional necesitan cambiar su lugar de residencia. Durante el periodo escolar 2013-2014, la Universidad de Guadalajara ha recibido alrededor de 13 mil 913 estudiantes solamente del estado de Jalisco, de los cuales 7 mil 531 cursan una carrera en los centros universitarios metropolitanos.

Cristian Díaz Zepeda, originario de Concepción de Buenos Aires; Nancy Topete Delgadillo, oriunda de Mixtlán e Isabel Hernández Oliveros, de Ahuacatepec, pueblos del occidente y sureste de Jalisco, tuvieron que salir de su lugar de origen e instalarse en la ciudad de Guadalajara para realizar sus estudios.

La búsqueda de una mejor preparación profesional y el factor económico motivaron la decisión de Nancy e Isabel para cambiar de localidad. En el caso de Cristian no existen universidades en su municipio. Cambiar de residencia implicó para los tres adecuarse a un ritmo y condiciones de vida totalmente diferentes.

No conocer la ciudad y moverse por la misma fue la principal dificultad que encontraron. “Trasladarte cuesta mucho trabajo, adaptarte a los camiones, transbordar. Vas contrarreloj, sin contar con la contaminación, el ruido. Te desplazas de un lugar a otro en mucho tiempo, a diferencia del pueblo donde lo haces en minutos” comenta Cristian.

En cuanto a la posibilidades que le ofreció el cambio, agrega: “Si te regresas o te quedas aquí, sea como sea no vas a hacer algo pronto; por ejemplo, aquí tus ingresos se te van en comidas y renta, a pesar de que ya tengas un trabajo estable y mayores oportunidades. Allá, aún si no trabajas, no hay tanto problema puesto que no pagas renta, comidas, y otros servicios”.

Igor González, perteneciente al Departamento de Estudios sobre Movimientos Sociales del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades, respecto a la demanda por una mejor preparación educativa, comenta que ésta tiende a ser más alta que la oferta.

“Los centros universitarios tendrían que verificar si las distintas ofertas académicas corresponden con lo que se demanda en cada región”, explica. “En otras palabras, se trata de la adecuación de las demandas y necesidades diversas en las regiones, con la oferta académica que se le presenta a la población que allí habita”.

La migración campo-ciudad entre la población joven, es un fenómeno multifactorial, señala. “A lo anterior, se suman otros elementos, por ejemplo, pocas oportunidades de crecimiento y desarrollo, y otros factores de orden cultural, tales como ingresar en la adultez y emanciparse del seno familiar”.

Abandonar el hogar cuesta. Y trasladarse del campo a la ciudad, seguramente es más oneroso. Sobre todo si no se cuentan con redes sociales que amortigüen las dificultades derivadas del tránsito. “Pero también emergen otras dificultades, puesto que todo proceso migratorio pone en juego distintos mundos de vida, diversas formas de ver, ser y estar en el mundo”.

“La solución a este tipo de problemáticas atraviesa por la cuestión económica”, dice. En otras palabras, concluye, se requeriría una revaloración de la educación pública, y una apuesta fuerte por la inversión en infraestructura, en capacitación de recursos humanos, en salarios dignos para los profesores y en apoyos cruciales para los estudiantes.

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