Lo que se puede aprender de China

643

La relación económica entre México y Japón se está estrechando. El índice de comercio exterior de los primeros tres meses, a partir de la entrada en vigor del Acuerdo de Asociación Económica, mostró la subida de la exportación mexicana hacia Japón en 24 por ciento, en relación con la del mismo plazo en el año 2004, y la de Japón hacia México en 36 por ciento.
Se ha activado la inversión proveniente de Japón a México a través de dicho acuerdo, especialmente en el sector automovilístico. Empresas japonesas que decidieron incursionar en el mercado mexicano otra vez, gracias a la cuota de exportaciones de vehículos desde Japón, han establecido sucursales en las grandes ciudades de México, con las ventajas que esto ocasiona: más empleo para los mexicanos.
Ahora bien, pasemos la vista a la relación económica entre China y Japón. En 2004, el comercio exterior entre ambos países superó la cantidad entre Japón y Estados Unidos, por lo que China se convirtió en la mayor contraparte de comercio con Japón. La relación entre China y Japón está fría políticamente; sin embargo, la oportunidad de recuperarse del estancamiento económico de Japón en los 90 vino porque se aumentó la exportación siderúrgica hacia China. Por lo tanto es muy fuerte el entusiasmo de tanta inversión como comercio con China.
Además, con el cambio de la estructura industrial ocurrido en Japón en los 90, las empresas japonesas trasladaron sus sedes de producción a los países extranjeros, sobre todo a China, por su mano de obra barata, por su cercanía con países asiáticos y similitud de cultura.
China forma un mega-mercado a nivel mundial. Según una cifra del año pasado, el mismo país superó a Inglaterra en PIB y ganó el cuarto lugar después de Estados Unidos, Japón y Alemania. No obstante, no es fácil que los chinos consigan el crecimiento estable que su gobierno desea.
Y es que tienen problemas de productividad. Según una cifra de hace unos años, su PIB ocupaba solamente un 3.3 por ciento de la totalidad del mundo, lo cual era un tercio de Japón. La causa de dicho fenómeno provenía, en parte, de no utilizar los recursos naturales (especialmente el gasto energético).
Los elementos que sostienen la economía china son la inversión extranjera y la exportación. Sin embargo, la inversión acumulada dio como resultado la producción en demasía, y provocó que las mercancías para la exportación se hayan apiñado.
A pesar de la sobrevaluación de su moneda nacional, desde el año pasado resistan un inmenso superávit comercial, que de continuar, podría estancar la administración de las empresas, hasta el grado de llevarlas a la quiebra, aumentar el desempleo y créditos fallidos de las instituciones financieras. Sería un caos.
Es así que el gobierno chino necesita expandir la demanda interna, pues tienen el problema de que no se ha elevado el insumo total a nivel nacional.
Mientras que en las ciudades costeñas se incrementa la economía en demasía, en los campos aledaños se estanca el ingreso agrícola, pues aún continúa el abandono de tierras por parte de los agricultores, a causa del bajo ingreso. Pues bien, ¿México qué podría aprender de esta situación-relación entre China y Japón? Como se mencionó al principio, se irá activando la inversión proveniente de Japón hacia México en lo futuro. En este punto se supone un desarrollo similar de México y China.
Hace algunos años, el doctor Jesús Arroyo Alejandre, actual rector del Centro Universitario de Ciencias Económico Administrativas (CUCEA), realizó una investigación titulada Jalisco en la perspectiva de la reforma económica de China, La internacionalización de la economía jalisciense, Juan Pablo, S.A., México, 1997. En el documento destaca la ventaja que tiene el sector agrícola de México como un potencial competente con China, ya que los productos agrícolas (como cítricos, mango, aguacate) son de alto valor en dicho país, además de que no los producen fácilmente las naciones orientales.
Ya se mencionó que la industrialización extrema ha presionado los campos en China. Por lo tanto, podríamos llegar a una conclusión de que México, ante la globalización económica y el estrechamiento económico con Japón, debiera procurar el desarrollo nacional, sin despreciar el sector agrícola, que es una de las ventajas con las que cuenta México.

*Profesor investigador huésped, Instituto de Estudios Económicos y Regionales (Ineser), del CUCEA.

Artículo anteriorAcuerdo No. 03/2006
Artículo siguienteSí a los transgénicos