Lo que se dice sin decirlo

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Por principio de cuentas, el título de la obra ya tiene un juego de palabras: Cuando los paisajes de Cartier-Bresson; Bresson era un fotógrafo pero no se dedicaba a los paisajes, sino a los hechos históricos. Es difícil creer que alguien pueda cometer un error así en el título de una obra, pero es uno de los juegos y significados que la obra de teatro concebida en España en 1995, y que está a punto de iniciar una temporada en Guadalajara, utiliza para contar su historia.

“Es como un pequeño guiño a Woody Allen, el humor es muy parecido: protagonistas neuróticos en búsqueda de la verdad, con personajes de historias y relaciones cruzadas, con perfiles muy apasionados e intensos. Es una comedia cuando presenta la tragedia y una tragedia cuando presenta la comedia”, dice Jordi Vall, el director de este montaje.

Toda la obra se desarrolla a través de diálogos en una especie de muelle, siempre en las puestas de sol, frente al mar. Los personajes no tienen nombre. Se trata de Él, Ella y su Amigo; una vez aclarado esto, es fácil suponer que se trata de un triángulo sentimental, o al menos eso sospecha el protagonista, pero sin poder tener certeza de ello, y al enfrentar a los otros personajes surgen las confusiones: uno lo niega, el otro lo acepta. ¿A quién hay que creer?
“Es una obra que tiene el sello de los autores de la sala Beckett, en Barcelona en aquellos años.

El autor es Josep Pere Peyró; es una obra que tiene una estructura dramática diferente al resto, tiene dos finales posibles y el público elige al final el que quiere. El actor utiliza el lenguaje para demostrar su escasa fiabilidad y para demostrar que con las palabras se puede crear inseguridad, se pueden generar dudas, obsesiones y con ello, problemas”, comenta el director español.

El texto evoca la incomunicación, el vacío de una relación. La paranoia de no saber a quién creer. La dificultad en esta clase de montajes radica sobre todo en los actores, dice Romy Castillo, una de las protagonistas: “Toda la carga de la obra está no sólo en lo que se dice sino en cómo se dice, tienes que poner atención en las expresiones, las insinuaciones en el tono, se usa un lenguaje fuerte en lo que se dice con discreción: tratando de causar dolor y mucha duda a una persona que se supone que amas y poner a prueba esa relación”. 

Cualquier persona que haya sentido dudas sobre su pareja podrá identificarse con esta obra, dice. Sin embargo, también está llena de ironías, errores culturales que el espectador tiene que captar para poder tener indicios sobre un posible desenlace. “Provoca situaciones confusas y esas referencias cruzadas pueden ser una pista”, dice Vall y reitera que, aún con eso, el espectador no necesita, o no necesita del todo, un bagaje cultural capaz de entender todas las referencias: “Es que la situación ya te lleva a entender, aquí el espectador sólo debe sentarse, abrir su mente y dejar que el texto lo introduzca la historia y su comedia”. 

Cuando los paisajes de Cartier-Bresson 

Teatro Vivian Blumenthal, todos los viernes de julio. Los boletos tienen un costo de 120 pesos entrada general y 100 con descuento a estudiantes y maestros.

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