Lecturas de la mente

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La comezón del séptimo año
Es a partir de aquella escena famosa de Marilyn Monroe, donde su falda es levantada por el viento, que Richard (interpretado por el actor Tom Ewell) ya no deja de pensar en ella y cae en una gran desazón por el deseo que le despierta la Monroe.
La comezón, en el sentido de la película, es esta sensación de desazón o de inquietud que se deriva de su deseo insatisfecho. Creo que no se puede definir mejor que las ganas de rascarse.
El prurito, como lo conocen los médicos, es una señal de peligros potenciales, como insectos o materiales extraños, que irritan las células nerviosas de la piel y cuya solución es rascarse; pero también es un síntoma de problemas más graves como enfermedades de la piel, problemas renales, cirrosis y algunos tipos de cáncer.
Es uno de los motivos principales por los cuales las personas acuden al dermatólogo, ya que se calcula que entre el 8 y 10 por ciento de la población mundial tiene comezón crónica; y sin embargo no se comprenden completamente sus mecanismos fisiológicos.
 
Un nuevo entendimiento
Se dice que Napoleón y Marat sufrían de comezón constante y siempre se les trató como si el prurito fuera dolor; esta visión persistió prácticamente hasta la actualidad, ya que apenas hace unos 10 años se dejó de pensar en la comezón es como si fuera dolor, pero menos severo.
Fue en 1997 que el neurofisiólogo Martin Schmelz de la Universidad de Erlangen-Nuremberg, en Alemania, demostró que la necesidad de rascarse utilizaba vías independientes de las del dolor en la médula espinal, conocidas como fibras-C. Explicó que al rascarnos lo que hacemos es estimular los receptores de la piel que se encuentran en el área de irritación, lo que a su vez causa una inhibición de los receptores a la comezón, llamados pruri-receptores.
 
Mecanismos
Las fuentes de la comezón son varias, puede ser resultado del estrés (según el psiquiatra Florence Dalgard), la presencia de ácaros (300 millones de personas en todo el mundo tienen este problema), eczema, diálisis (se ha reportado que 42 por ciento de quienes se las realizan tienen comezón) y los que tienen problemas con el hígado.
También puede ser resultado de un proceso psicológico; basta con que vea la imagen de alguien rascándose para que comience a sentir en alguna parte de su cuerpo la imperiosa necesidad de rascarse.
Este fenómeno bien conocido por todos nosotros, no había sido estudiado hasta que se le ocurrió a Jí¶rg Kupfer investigarlo. A dos grupos de personas les dio un texto sobre la comezón, pero a uno de los grupos les incluyó imágenes de ácaros, piojos y pulgas, además de un montón de reacciones alérgicas de la piel; mientras que el texto que se les dio a los otros, tenía imágenes como de niños, flores y paisajes. Los primeros se rascaron muchísimo más que los segundos.
La explicación pueden ser las llamadas neuronas espejo. Son células que se activan cuando observamos que alguien realiza una acción, como puede ser el bostezar, y que hacen que sintamos algo parecido a lo que estamos viendo, bien puede ser bostezar o rascarnos.
Para observar qué es lo que pasa en el cerebro de las personas cuando tienen comezón, se realizó un estudio publicado en la revista de investigación dermatológica en el 2005, que utilizó la resonancia magnética funcional después de haber inyectado histamina a los sujetos para inducirles una comezón artificial; se observó que las áreas cerebrales para el dolor y la comezón son diferentes, que, curiosamente, nunca se activaron las áreas que procesan los estímulos (corteza sensorial) y que se activaron muchas áreas que tienen que ver con la emoción.
Esta noción ha sido confirmada por otros estudios, como los realizados por Hideki Mochizuki de Japón o por Gil Yosipovitch, quien encontró que en los pacientes con dermatitis sus cerebros reaccionan de manera diferente: cuando se rascaban no se inhibía la actividad en el cíngulo, una región cerebral que tiene que ver con la emoción. Yosipovitch especula que este mecanismo previene que la comezón sea intensificada por cuestiones emocionales, pero en los pacientes con dermatitis el mecanismo no trabaja igual que las personas normales, por lo tanto sus emociones despiertan el prurito y viceversa.
Las investigaciones se han realizado también por el lado molecular. En el 2007, Zhou-Feng Chen y Yang-Gang Sun trabajaron con un gen llamado GRPR, que contiene las instrucciones para construir un receptor que es activado por un neuropéptido llamado GRP; las ratas cuyo gen GRPR había desactivado se rascaron menos cuando se les administraron sustancias que activan la comezón.

Alivio a la comezón
Rascarse se siente rico, pero si se hace constantemente se puede irritar la piel, por ello los tratamientos incluyen lociones, cremas (como la hidrocortisona), antihistamínicos, antagonistas opioides (como la naltrexona, una sustancia que se usa para tratar a los alcohólicos), la aspirina y la terapia con luz ultravioleta.
La mayor parte de los pacientes se siente mejor con los medicamentos, sobre todo con los antihistamínicos.
En este momento, la mejor terapia es la que incluye sustancias que afectan a los receptores opioides; entre ellas están los receptores kappa-opioides cuya activación decrece cuando hay comezón.
Pero en la terapia se incluyen técnicas de relajación; baños de agua fría, adicionados con sustancias recomendadas por dermatólogos; y también se recomienda que el ambiente sea frío, pues hay una relación entre el calor y la comezón.
Todo esto se ha demostrado que puede ayudar; pero si por pura casualidad en el edificio de departamentos en que vive, aparece una vecina igual de linda que Marilyn Monroe, olvídese, todos estos tratamientos no le van a servir.

*Departamento de Neurociencias.
Universidad de Guadalajara.

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